Rivon caminaba lentamente entre las ruinas de lo que una vez fue una próspera ciudad. Los escombros crujían bajo sus botas, y el sonido de disparos aún resonaba a lo lejos mientras los legionarios comunes se enfrentaban a las últimas fuerzas de los Shak'Thor. El aire estaba cargado con el olor de metal quemado y sangre seca. Cada paso que daba, cada vez que movía su espada para limpiar la sangre que la cubría, lo hacía más consciente de su lugar en esa guerra.
A su alrededor, los Ascendidos Menores se movían con la precisión militar que los caracterizaba. Sus armaduras brillaban bajo la luz gris del cielo cubierto de humo. No había palabras innecesarias entre ellos, solo gestos rápidos, señales que indicaban dónde posicionarse o qué enemigo abatir. Para ellos, la misión siempre era clara. Eliminar al enemigo, cumplir con su deber y regresar a la base. Pero para Rivon, cada batalla era una extensión de lo que realmente se estaba transformando en su interior.
Mientras avanzaban hacia el siguiente punto de contacto, Rivon podía sentir las miradas de sus compañeros. Sabía que su tamaño y fuerza lo destacaban entre los legionarios y hasta entre los Ascendidos. Superaba los dos metros de altura, y su cuerpo, aunque humano, se sentía casi invencible. Los Ascendidos Menores, aunque leales, observaban cómo Rivon se desenvolvía en combate con un estilo más brutal y eficiente que el de ellos. No era solo la técnica; era algo más profundo, algo que incluso ellos no comprendían del todo.
Una señal del oficial al mando los detuvo. Estaban a punto de entrar en una de las zonas más fortificadas de la ciudad, una estructura subterránea que los Shak'Thor habían convertido en su puesto avanzado. Rivon revisó su equipo de nuevo, su rifle cargado y su espada lista, sintiendo la tensión aumentar. Sabía que la batalla sería más intensa en los estrechos pasillos del búnker, y su deseo de control y dominio se hacía más fuerte con cada segundo.
Descendieron por una escalera de metal oxidado, los pasos firmes de los Ascendidos resonando en las paredes del túnel. El aire era pesado y frío, y la oscuridad se cernía sobre ellos mientras los escáneres del equipo buscaban cualquier señal de movimiento.
— Despejado por ahora, murmuró uno de los Ascendidos, su visor parpadeando con lecturas en rojo.
Rivon continuaba adelante, su mente totalmente enfocada. Sabía que, en ese lugar, donde la vida y la muerte se encontraban tan cerca, él se sentía más vivo. Los Shak'Thor no eran más que otro obstáculo, otro enemigo que debía ser eliminado. Pero más que eliminarlos, él quería sentir ese control total sobre sus vidas, sobre el destino que les esperaba.
Finalmente, llegaron a una puerta cerrada. Las luces rojas titilantes a su alrededor indicaban que habían activado los sistemas de defensa. Los Ascendidos se colocaron en posición, con sus rifles preparados, mientras uno de ellos se acercaba al panel de control para desactivar las medidas de seguridad. Los segundos parecían eternos, y Rivon podía sentir cómo su propia anticipación crecía dentro de él.
Con un clic, la puerta se abrió lentamente, revelando una sala amplia y oscura, llena de equipo de los Shak'Thor y varios enemigos a la espera. Rivon fue el primero en entrar, sin vacilar, levantando su rifle y disparando con una precisión letal. Los disparos de energía iluminaban el espacio, y el eco de los gritos de los Shak'Thor llenaba el aire mientras caían uno a uno.
El combate cuerpo a cuerpo no tardó en llegar. Los Shak'Thor, fieros y brutales, se lanzaron hacia ellos con sus armas primitivas, pero Rivon estaba preparado. Desenvainó su espada de energía y cortó a través de los cuerpos con una fuerza que iba más allá de lo humano. Cada golpe, cada muerte, alimentaba algo dentro de él, un poder que solo crecía a medida que más sangre manchaba el suelo.
Los Ascendidos a su lado luchaban con la misma eficiencia, pero Rivon se destacaba. Su fuerza sobrehumana y su instinto asesino lo hacían imparable. Cada enemigo que caía bajo su espada no solo era una victoria militar, era un acto de control, una reafirmación de lo que él realmente era.
La batalla en la sala continuó durante varios minutos más. Los cuerpos de los Shak'Thor se amontonaban a su alrededor, pero Rivon no sentía cansancio. La sangre que cubría su armadura solo lo hacía sentir más vivo. Cuando el último enemigo cayó, el silencio volvió a llenar el espacio. Los Ascendidos se tomaron un momento para revisar su equipo y asegurarse de que no hubiera más amenazas.
Rivon miró a su alrededor, sus ojos recorriendo el campo de batalla que acababan de conquistar. Pero en su mente, no era solo un campo de batalla. Era su mundo, un mundo donde él podía tomar el control, dominar a aquellos que se le oponían y tomar lo que deseara.
Rivon siguió avanzando por los estrechos pasillos, acompañado por los Ascendidos que se movían en perfecta sincronía. El aire era denso, cargado con el olor a metal quemado y polvo, mientras las luces parpadeantes del techo iluminaban brevemente los rostros serenos pero determinados de sus compañeros.
El oficial al mando levantó una mano, indicándoles que se detuvieran frente a una pesada puerta de metal que bloqueaba el camino. Los escáneres mostraban lecturas confusas, pero sabían que al otro lado encontrarían fuerzas Shak'Thor resistiendo. Rivon, con su rifle listo, se colocó en primera fila, sintiendo esa familiar descarga de adrenalina que llegaba cada vez que estaba a punto de entrar en combate.
Uno de los Ascendidos se acercó al panel de control, y con un par de movimientos rápidos, logró desbloquear la puerta. Los engranajes rechinaron mientras la pesada estructura se abría lentamente, revelando una sala oscura y amplia al otro lado. Rivon podía sentir la presencia de sus enemigos incluso antes de verlos. El silencio que seguía a la apertura era inquietante, pero Rivon permanecía completamente en control de sí mismo, ocultando el verdadero poder que sabía que podía desatar en cualquier momento.
El oficial hizo una señal para avanzar, y Rivon fue el primero en entrar. Su mirada fría y calculadora escaneó la habitación mientras movía el rifle lentamente de lado a lado. Las sombras de la sala parecían moverse con vida propia, pero no había duda de que los Shak'Thor estaban allí, acechando en la oscuridad.
— Contacto a las tres en punto — murmuró uno de los Ascendidos, señalando con su rifle hacia el lado derecho de la sala.
Rivon giró en esa dirección justo a tiempo para ver una figura alienígena lanzarse desde las sombras. Su rifle disparó una ráfaga de energía que atravesó el aire, golpeando al Shak'Thor en el pecho y enviándolo al suelo con un chasquido seco. El combate comenzó de inmediato, y los Ascendidos desplegaron sus habilidades con una precisión impecable.
Los Shak'Thor aparecieron por todos lados, emergiendo de los oscuros rincones de la sala, atacando con sus armas primitivas pero brutales. Rivon se movía con fluidez, disparando con precisión antes de desenvainar su espada de energía para enfrentarse a los que lograban acercarse demasiado. Cada golpe que daba era letal, y aunque los Shak'Thor eran rápidos y fuertes, Rivon los superaba con facilidad.
La batalla en la sala se intensificó rápidamente. Los Ascendidos luchaban ferozmente, pero incluso ellos notaban cómo Rivon se destacaba. No solo por su tamaño, sino por la brutal eficiencia con la que cortaba a través de los enemigos. Rivon no solo luchaba para ganar; luchaba por controlar. Cada vez que su espada atravesaba un enemigo, el deseo que sentía por dominar cada aspecto de la batalla crecía dentro de él.
Uno de los Shak'Thor, más grande que los otros, apareció de repente, lanzándose hacia Rivon con una fuerza impresionante. Rivon esquivó el golpe inicial con un movimiento rápido, y con un giro ágil, cortó al alienígena por la mitad. El cuerpo del enemigo cayó pesadamente al suelo, y la sangre manchó el suelo de metal bajo sus pies. Pero Rivon no se detuvo a observar. Su mente ya estaba en el siguiente objetivo.
La sala, que antes resonaba con los sonidos de la lucha, se sumió en un silencio incómodo cuando el último Shak'Thor cayó. Rivon se detuvo por un momento, mirando a su alrededor. El campo de batalla estaba lleno de cadáveres, tanto alienígenas como humanos, pero él no sentía nada más que calma. La guerra y la sangre ya no eran fuentes de caos para él, sino una reafirmación de su poder y control absoluto.
Los Ascendidos revisaron rápidamente la sala en busca de más enemigos, mientras el oficial al mando observaba a Rivon con una mezcla de respeto y cautela. Aunque Rivon ocultaba bien su verdadero poder, estaba claro que algo en él era diferente. Pero los Ascendidos, siendo soldados leales y eficientes, no lo cuestionaron. Sabían que Rivon era un recurso valioso en el campo de batalla, y eso era lo único que importaba.
— Zona asegurada, informó uno de los Ascendidos, mientras limpiaba su arma. — Esperamos nuevas órdenes.
Rivon, respirando profundamente, observó el cadáver del Shak'Thor más grande a sus pies. Sus pensamientos ya no estaban en la batalla que acababa de pasar, sino en la siguiente, en la próxima vez que tendría la oportunidad de ejercer su poder y control sobre otros. Sabía que ese poder seguía creciendo, aunque lo mantuviera oculto.
La misión no había terminado, pero Rivon ya estaba preparado para lo que vendría. Cada paso lo acercaba más a su verdadero destino, aunque nadie más lo supiera.
Rivon y los Ascendidos se reagruparon tras asegurar la sala. El oficial al mando estaba en constante comunicación con el cuartel general, esperando las próximas instrucciones para avanzar. El aire aún estaba cargado de tensión, y aunque la sala estaba asegurada, sabían que el conflicto en Krion IV estaba lejos de terminar.
Los cadáveres de los Shak'Thor aún yacían en el suelo, y los legionarios comunes comenzaron a moverse en la zona para recopilar datos y preparar la siguiente fase de la misión. Rivon observaba con una calma que le era cada vez más familiar. Las batallas, lejos de agotarlo, le ofrecían claridad, como si cada enfrentamiento lo conectara más profundamente con su verdadera naturaleza. Mientras los demás sentían la presión del combate, él lo veía como una extensión de sí mismo.
El oficial al mando dio una orden para que se movieran al siguiente punto de encuentro. Rivon estaba nuevamente a la cabeza del grupo, su rifle y espada listos. Sabía que cuanto más se internaran en el corazón de la ciudad destruida, más peligrosa se volvería la misión, pero eso solo alimentaba su determinación.
Avanzaron por un pasillo largo y estrecho, con las paredes de metal desgastadas y llenas de cicatrices de antiguas batallas. Las luces parpadeaban intermitentemente, proyectando sombras que danzaban alrededor del equipo. A pesar del silencio, Rivon podía sentir que algo estaba por suceder. Los Shak'Thor nunca se rendían fácilmente, y cualquier momento de calma en el campo de batalla era una señal de que algo grande se avecinaba.
De repente, el zumbido de una alarma resonó en el túnel, seguido de un fuerte temblor que sacudió el suelo bajo sus pies. Rivon miró a su alrededor rápidamente mientras los Ascendidos se colocaban en posición defensiva.
— Contacto enemigo en todos los flancos — dijo uno de los Ascendidos, mientras su visor mostraba múltiples señales acercándose rápidamente.
Los Shak'Thor no solo venían de frente, sino que los estaban rodeando. Rivon ajustó su agarre en la espada y el rifle, sabiendo que el combate cuerpo a cuerpo era inminente. Los Ascendidos se prepararon para lo que sería una dura lucha en un espacio reducido. Los legionarios comunes, más atrás, sabían que su papel era de apoyo, manteniendo su distancia y disparando en cuanto tuvieran un ángulo claro.
El sonido de los pasos de los Shak'Thor en el metal era cada vez más fuerte, hasta que, de repente, las primeras figuras alienígenas aparecieron desde las sombras, avanzando con una velocidad feroz. Los rifles de los Ascendidos dispararon al unísono, iluminando el túnel con ráfagas de energía. Los gritos y rugidos de los Shak'Thor llenaron el aire mientras los Ascendidos mantenían su formación, pero Rivon sabía que no podrían mantener la distancia por mucho tiempo.
Con un movimiento rápido, desenvainó su espada de energía y se lanzó hacia adelante, enfrentándose a los Shak'Thor que se acercaban. El primer enemigo cayó ante un corte limpio de su espada, seguido de otro al que atravesó con facilidad. Rivon se movía entre ellos con una agilidad y fuerza que superaba incluso a los Ascendidos Menores. Cada golpe era letal, y cada enemigo caído solo aumentaba su sensación de control.
Los Shak'Thor, por más salvajes que fueran, no podían igualar la eficiencia y el poder de Rivon y los Ascendidos. Pero eso no detuvo a los alienígenas, que continuaban atacando con una ferocidad implacable. El combate se intensificaba, y los gritos de los legionarios resonaban en el túnel mientras intentaban mantener las líneas de apoyo.
Rivon se encontraba en el centro de la batalla, cortando y disparando con una precisión que solo él poseía. Cada enemigo que caía bajo su espada era una victoria silenciosa, pero no lo suficientemente significativa como para detener lo que sentía crecer dentro de él. El poder, la sed de control absoluto, se volvía cada vez más fuerte. Sabía que había algo en su interior, algo que aún no había desatado por completo, pero que cada combate lo acercaba más a esa verdad.
El túnel resonaba con los sonidos de la batalla, pero poco a poco, los Shak'Thor comenzaron a retirarse. Sus cuerpos, esparcidos por todo el lugar, marcaban el precio de su intento fallido de detener al grupo. Rivon, con su respiración firme y controlada, observó a su alrededor. Sabía que este no sería el último enfrentamiento. La guerra en Krion IV estaba lejos de terminar, pero cada paso que daba, cada enemigo derrotado, lo acercaba más a descubrir el verdadero alcance de su poder.
Los Ascendidos, ahora en silencio, se reorganizaron rápidamente, mientras el oficial al mando recibía nuevas instrucciones. Rivon no necesitaba preguntar. Sabía que pronto estarían de vuelta en combate, y esa idea lo emocionaba de una manera que él mismo aún no podía comprender del todo.
Los cuerpos de los Shak'Thor yacían esparcidos en el túnel, y el aire denso aún vibraba con el eco del combate reciente. Rivon se movía con paso firme entre los cadáveres, observando con calma la destrucción que él y los Ascendidos habían dejado a su paso. El oficial al mando, tras revisar las lecturas de los escáneres, dio la orden de avanzar hacia el siguiente punto estratégico en la ciudad.
Rivon sabía que esta fase de la misión aún no había revelado todos sus secretos. La ciudad en ruinas aún ocultaba mucho más, y los Shak'Thor no serían la única amenaza. Pero Rivon no estaba preocupado. El control absoluto que sentía sobre la situación le daba una confianza fría que lo hacía imparable.
Los Ascendidos a su alrededor permanecían en silencio, enfocados en su misión, pero Rivon podía percibir algo en ellos. Aunque todos eran soldados entrenados para ser implacables en el campo de batalla, había una sutil diferencia en cómo lo veían a él. Su tamaño, su fuerza descomunal y la brutalidad con la que combatía no pasaban desapercibidos. Y aunque nadie lo expresara abiertamente, Rivon podía sentir las miradas de respeto mezclado con cautela.
Avanzaron por otro pasillo angosto, el sonido de sus pasos resonando con un eco hueco. El túnel los condujo a una sala amplia y oscura que probablemente había sido una plataforma de control en tiempos mejores. Los escombros estaban por todas partes, y el aire frío sugería que la tecnología de soporte vital había fallado hace mucho.
Rivon se acercó a una de las consolas rotas, su mirada recorriendo los paneles y los restos de cables esparcidos. Había algo más en este lugar, algo que los Shak'Thor parecían haber dejado atrás deliberadamente. Su instinto le decía que este lugar, a diferencia de los demás, no era simplemente otro puesto de avanzada. Sin embargo, el oficial al mando no parecía interesado en investigar más. La misión principal seguía siendo eliminar las fuerzas alienígenas y asegurar los sectores.
Mientras el equipo se movía para asegurar la sala, Rivon se apartó brevemente, su mirada fija en un corredor oscuro que se extendía más allá de la sala. Algo le atraía, un instinto que no podía ignorar. Sin esperar una orden, comenzó a caminar hacia la oscuridad. Los Ascendidos, concentrados en asegurar la zona, no lo notaron de inmediato.
El corredor era largo y serpenteante, y las luces parpadeantes apenas le permitían ver unos metros delante de él. La atmósfera era pesada, como si algo estuviera acechando en las sombras. Rivon avanzaba con paso seguro, sabiendo que nada en este lugar representaba una verdadera amenaza para él.
De repente, un sonido metálico resonó en el corredor, como si algo se estuviera moviendo en las paredes. Rivon se detuvo, aferrando su espada con firmeza. La oscuridad a su alrededor parecía volverse más densa, como si las sombras estuvieran tomando vida. Sus sentidos estaban completamente alerta, pero en lugar de sentir miedo, Rivon sentía anticipación. Lo que fuera que estuviera acechando, sería otro oponente a dominar.
Un destello de movimiento captó su atención, y Rivon giró rápidamente, levantando su rifle para disparar. El destello de energía iluminó brevemente el corredor, pero no alcanzó ningún objetivo visible. El sonido metálico continuó, moviéndose a su alrededor, como si estuviera siendo rodeado. Pero Rivon no sentía amenaza, sino curiosidad.
Cuando el sonido cesó repentinamente, una figura emergió de las sombras, moviéndose con una velocidad que desafiaba las leyes de la física. Rivon apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que la criatura alienígena lo embistiera con una fuerza brutal, lanzándolo contra la pared del túnel. El impacto fue feroz, pero Rivon se levantó inmediatamente, sin mostrar señales de debilidad. La criatura, mucho más grande que los Shak'Thor que había enfrentado antes, lo miraba con ojos brillantes y una expresión de puro instinto asesino.
Rivon sonrió para sí mismo. Esto era exactamente lo que había estado esperando.
Con un movimiento rápido, desenfundó su espada de energía y se lanzó hacia adelante. La criatura reaccionó con una velocidad impresionante, esquivando el primer ataque y devolviendo el golpe con sus garras afiladas. El choque de la espada contra las garras resonó en el estrecho corredor, y Rivon sintió la vibración del impacto recorrer su brazo. La criatura era fuerte, pero él lo era aún más.
Los golpes se sucedieron en rápida sucesión. Rivon mantenía la calma, calculando cada movimiento mientras esquivaba los ataques feroces de la criatura. Su espada de energía cortaba el aire con precisión, pero la criatura era rápida y ágil, logrando evitar los cortes más letales.
Finalmente, Rivon vio una apertura. Con un movimiento ágil, giró sobre su propio eje y hundió la espada en el costado de la criatura. El grito ensordecedor del alienígena resonó por todo el corredor, pero Rivon no mostró misericordia. La espada atravesó el cuerpo de la criatura, y con un último giro, la derribó al suelo.
El cuerpo de la bestia se desplomó, y el sonido de la sangre goteando fue lo único que quedó en el aire. Rivon, respirando profundamente, observó el cadáver con una sensación de triunfo.
Rivon observó el cuerpo de la criatura que yacía en el suelo del túnel. El sonido de la sangre goteando y la respiración pesada de los sobrevivientes llenaban el aire, pero para él, aquello ya no era más que el eco de otra batalla ganada. A medida que la adrenalina comenzaba a disminuir, su mente se enfocaba en lo que vendría después. La guerra continuaba, y él sabía que siempre habría más enemigos que abatir.
De repente, un zumbido llenó el túnel. El comunicador de los Ascendidos vibró con una nueva transmisión. El oficial al mando, que había estado controlando el perímetro de la sala cercana, se acercó a Rivon.
— Prepárate. El cuartel ha enviado nuevas órdenes — dijo el oficial, con la habitual frialdad en su voz.
Sin perder tiempo, Rivon asintió y comenzó a dirigirse hacia el punto de reunión. Sabía que la misión aún estaba lejos de completarse. Los Shak'Thor seguían siendo una amenaza, y si bien la ciudad en la que se encontraban estaba parcialmente controlada, no podían bajar la guardia.
Al llegar a la sala de mando improvisada en uno de los edificios abandonados de la ciudad, Rivon revisó rápidamente su equipo. Las luces parpadeantes y las pantallas con mapas tácticos mostraban el movimiento de las tropas y las posiciones enemigas más adelante. Las órdenes eran claras: debían avanzar hacia uno de los centros de control de los Shak'Thor, ubicado más al norte, y eliminar a los líderes alienígenas que dirigían los ataques contra las fuerzas del Imperio.
El oficial al mando se colocó al frente de los Ascendidos y los legionarios comunes.
— Nos dirigimos a lo más profundo del territorio enemigo. Esto no será sencillo. Los Shak'Thor están atrincherados y preparados para defender hasta la última línea. Esta es una misión de eliminación, sin margen para el error.
Rivon, como siempre, escuchaba con atención, pero en su mente no había dudas. Sabía que estaba listo para lo que vendría, ya fuera una emboscada o una confrontación directa. No le importaba el resultado final, porque cada combate, cada vida tomada, solo lo acercaba más a lo que quería: la guerra era su forma de vivir.
El grupo se puso en marcha, avanzando entre las ruinas de la ciudad. El viento helado soplaba, levantando polvo y restos de edificios derrumbados. Rivon marchaba en silencio, su rifle en mano, sus sentidos alerta. Cada paso resonaba en su interior, alimentando la necesidad de enfrentarse a sus enemigos y dominar el campo de batalla.
Llegaron a los límites de lo que antes había sido una zona industrial. Las estructuras metálicas derrumbadas y los escombros formaban un laberinto que los forzaba a moverse con cautela. Sabían que los Shak'Thor estaban esperando, acechando desde las sombras, listos para emboscarlos en cualquier momento.
El sonido de un disparo rompió el silencio de golpe. Rivon giró instintivamente hacia la fuente del ruido, levantando su rifle y disparando una ráfaga hacia la figura que se movía entre las sombras. El enemigo cayó con un grito seco, pero no fue el único. De repente, las luces rojas de alarma se activaron, y un aluvión de disparos salió desde las posiciones fortificadas de los Shak'Thor.
Los Ascendidos respondieron de inmediato, moviéndose con la precisión que los caracterizaba. Rivon tomó cobertura detrás de una barrera de escombros, disparando hacia las líneas enemigas mientras las balas de energía cruzaban el aire a su alrededor.
El combate era feroz. Los Shak'Thor, como era de esperar, luchaban con una ferocidad casi suicida. Sabían que esta era su última oportunidad de repeler a las fuerzas del Imperio, y lo darían todo en esta batalla. Rivon, sin embargo, no sentía compasión ni piedad. Cada disparo, cada alienígena caído, solo reforzaba lo que ya sabía: era un conquistador.
Entre las explosiones y los gritos de combate, Rivon avanzó por el flanco derecho, moviéndose rápidamente entre las posiciones enemigas. Los Ascendidos mantenían la presión desde el frente, lo que le permitió desplazarse con facilidad. Sus reflejos eran impecables, y cada vez que se encontraba cara a cara con un Shak'Thor, su espada de energía hacía el trabajo sin esfuerzo.
Mientras el combate seguía rugiendo a su alrededor, Rivon notó que el fuego enemigo comenzaba a disminuir. Los Shak'Thor estaban perdiendo terreno, sus filas desmoronándose bajo el ataque coordinado de los Ascendidos. Pero no era solo la precisión militar lo que estaba ganando esta batalla. Rivon sentía algo más: una sed insaciable, una necesidad creciente de destruir a sus enemigos y dominar completamente el campo de batalla.
El último Shak'Thor cayó ante él, y el silencio comenzó a descender lentamente sobre el área. Rivon respiraba con firmeza, mirando a su alrededor. El combate estaba casi terminado, pero la guerra interna dentro de él seguía latiendo con fuerza. No había descanso, no había paz. Solo quedaba el deseo de seguir adelante, de tomar más, de controlar más.