La luz del amanecer filtraba débilmente a través de las grietas del refugio cuando Jonás se despertó. Había sido una noche tranquila, sin incidentes, lo cual siempre era un alivio en este mundo caótico. Sus tropas estaban alerta, y el refugio estaba bien protegido. Pero Jonás sabía que aún quedaba mucho por hacer.
Se dirigió a su sala de control, donde el Adeptus Mechanicus ya estaba trabajando en las nuevas mejoras que habían traído de la última misión. La maquinaria de biomasa seguía funcionando de manera eficiente, y las provisiones de comida se habían estabilizado, al menos por el momento.
Jonás activó la interfaz del sistema, listo para ver cuánto progreso habían hecho y qué opciones tenía a su disposición. Su total de puntos actual era 105. Aún lejos de poder invocar más Astartes o mejorar significativamente su ejército, pero estaba decidido a no quedarse quieto.
Mientras navegaba por las opciones del sistema, algo nuevo llamó su atención. Un nuevo conjunto de invocaciones estaba disponible, algo que no había visto antes. Intrigado, abrió la sección y sus ojos se ampliaron ligeramente.
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Nueva opción desbloqueada:
Astartes Primaris (5000 puntos)
Primarca (20,000 puntos)
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Jonás se quedó en silencio por un momento, sus pensamientos acelerándose. Un Astartes Primaris era algo que no había considerado hasta ahora, pero su poder y habilidades eran legendarias. Y un Primarca... La idea de tener uno bajo su mando le parecía casi imposible. Sabía que los Primarcas eran los seres más poderosos del Imperio, capaces de destruir ejércitos enteros por sí solos.
—Esto cambia todo, —murmuró Jonás, sus ojos fijos en la pantalla.
5000 puntos para un Astartes Primaris era una cifra elevada, pero alcanzable con el tiempo. Sin embargo, 20,000 puntos para un Primarca era un desafío titánico, algo que requeriría más tiempo y esfuerzo del que inicialmente había planeado. Aún así, la idea le emocionaba.
—Un Primarca a mis órdenes, —dijo para sí mismo—. Podría dominar este mundo mucho antes de lo esperado.
Su ambición se disparó. Ya no se trataba solo de sobrevivir o de mantener el refugio seguro. Ahora, Jonás tenía una visión mucho más grande. No solo quería sobrevivir, quería dominar. Y con la ayuda del sistema, podría hacerlo de una manera que ningún otro ser humano en este mundo podría igualar.
Se levantó de su asiento, caminando de un lado a otro, pensando en la mejor manera de acelerar la obtención de puntos. Hasta ahora, había dependido principalmente de las misiones y los mutantes, pero necesitaba algo más. Algo que le permitiera obtener puntos más rápidamente.
—Necesitamos una estrategia nueva, —dijo finalmente, dirigiéndose al Adeptus Mechanicus, que se encontraba trabajando en una mesa cercana.
—Maestro, —respondió el Adeptus sin levantar la vista—, ¿en qué puedo asistirlo?
—He descubierto nuevas opciones en el sistema, —dijo Jonás, deteniéndose frente a él—. Opciones que podrían cambiarlo todo. Pero necesito más puntos, y rápido.
El Adeptus levantó la vista, sus ojos biónicos parpadeando mientras escuchaba.
—Si necesitamos más puntos, maestro, —dijo el Adeptus—, podríamos considerar expandir nuestras operaciones. Las zonas más alejadas del refugio tienen mayor concentración de mutantes, y si establecemos pequeños puestos de avanzada, podríamos capturarlos con mayor eficiencia.
Jonás lo consideró. Era una buena idea. Si podían establecer puestos avanzados en áreas clave, no solo tendrían más control sobre los territorios circundantes, sino que también podrían eliminar más mutantes y ganar puntos de manera más constante.
—Es una opción viable, —dijo Jonás, asintiendo—. Pero necesitaré más tropas para eso.
—Hay más supervivientes por ahí, —dijo el Adeptus—. Si logramos encontrar y reclutar a más personas, podríamos convertirlas en tropas que mantengan los puestos de avanzada.
Era un plan lógico, y Jonás sabía que funcionaría. Cada nuevo superviviente que encontraba le daba puntos, y si podían convertir a esos supervivientes en tropas útiles, ganarían aún más. Además, el sistema ofrecía la opción de invocar más Guardias Imperiales, lo que podría ser útil para estas nuevas misiones.
—Está decidido, —dijo Jonás finalmente—. Hoy exploraremos más allá de nuestras áreas habituales. Quiero encontrar más supervivientes y limpiar tantos mutantes como sea posible. Necesitamos esos puntos.
Llamó a sus Astartes, que no tardaron en reunirse con él en la sala de control. El baluarte, como siempre, se mantenía a su lado, mientras que los tácticos esperaban instrucciones.
—Hoy saldremos hacia el oeste, —dijo Jonás, señalando el mapa—. He visto informes de actividad en esa dirección. Quiero limpiar el área y ver si podemos encontrar algún refugio de supervivientes. Y, por supuesto, cualquier mutante que encontremos será eliminado.
Los Astartes asintieron, listos para cumplir su misión.
—Guardias Imperiales, —llamó Jonás—, vosotros os quedáis y mantened el refugio bajo control. Sabéis el procedimiento: si llegan más supervivientes, dejadlos entrar y desarmadlos si es necesario.
—Como ordenéis, maestro, —respondieron los Guardias, inclinando la cabeza.
Una vez más, Jonás y su equipo salieron al exterior. El viento frío y el paisaje desolado los recibieron, pero Jonás apenas lo notaba. Sus pensamientos estaban enfocados en el plan, en cómo acumularía suficientes puntos para conseguir ese Astartes Primaris, y eventualmente, el Primarca.
A medida que avanzaban hacia el oeste, los Astartes lideraban el camino, escaneando el área en busca de amenazas. Jonás, caminando junto al baluarte, observaba el paisaje con atención. Sabía que este mundo tenía mucho más que ofrecer, y que con paciencia y estrategia, lograría alcanzar sus ambiciones.
Después de varias horas de marcha, el equipo se topó con lo que parecía ser un pequeño asentamiento en ruinas. Los edificios destruidos y las señales de combate reciente indicaban que podría haber habido supervivientes allí hace poco.
—Busquemos, —ordenó Jonás—. Si hay alguien vivo, lo encontraremos.
Los Astartes comenzaron a registrar el área, moviéndose con rapidez y precisión. Las sombras de los edificios destruidos cubrían el lugar, y un silencio inquietante lo llenaba todo.
—Maestro, —dijo uno de los Astartes tácticos, acercándose—, hemos encontrado rastros de supervivientes.
Jonás frunció el ceño, siguiéndolo hasta lo que parecía ser una trampa improvisada.
—Definitivamente alguien ha estado aquí, —murmuró Jonás mientras inspeccionaba el lugar—. No deben estar lejos.
El equipo continuó buscando, y finalmente, después de varios minutos, encontraron lo que buscaban: un grupo de supervivientes escondidos en una bodega bajo uno de los edificios destruidos. Había cuatro personas, dos hombres y dos mujeres, todos en malas condiciones.
—Calma, —dijo Jonás, levantando una mano—. No venimos a haceros daño. Estamos aquí para ofreceros protección.
Los supervivientes lo miraban con una mezcla de miedo y esperanza. La imponente presencia de los Astartes era suficiente para que supieran que no estaban tratando con alguien común.
—¿Quién eres? —preguntó uno de los hombres, con voz temblorosa.
—Yo soy Jonás, —respondió, enderezándose y usando un tono más magnánimo—. He venido a ofreceros un refugio seguro. Si venís conmigo, tendréis comida, protección y un lugar donde podréis vivir en paz.
Los supervivientes no tardaron mucho en decidir. Estaban desesperados, y no había muchas opciones para ellos en ese mundo desolado. Finalmente, aceptaron la oferta de Jonás.
—Venid conmigo, —dijo Jonás, sonriendo—. Os llevaré a un lugar donde estaréis seguros.
El equipo regresó al refugio con los nuevos supervivientes, y una vez más, Jonás sintió el zumbido del sistema mientras recibía la recompensa por sus nuevos aliados.
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Supervivientes rescatados: 4
Puntos obtenidos: 20 puntos (5 por cada superviviente).
Puntos totales: 125 puntos.
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Jonás se permitió una sonrisa al ver los nuevos puntos sumarse a su total. Cada pequeño paso contaba, y aunque aún estaba lejos de poder invocar un Astartes Primaris o un Primarca, sabía que iba por buen camino.
De regreso en el refugio, los supervivientes fueron recibidos por los Guardias Imperiales, quienes les ofrecieron comida y bebida, y los llevaron a un lugar donde pudieran descansar. Los Astartes regresaron a sus posiciones habituales, mientras que Jonás se dirigió a la sala de control para reflexionar sobre lo sucedido.
El Adeptus Mechanicus lo esperaba allí, siempre al tanto de las operaciones técnicas del refugio.
—Maestro, —dijo el Adeptus, con su voz metálica—, con los nuevos recursos que ha conseguido, podríamos comenzar a expandir las instalaciones del refugio. Sin embargo, también sería prudente continuar acumulando más puntos para fortalecer nuestro ejército.
Jonás asintió, sus pensamientos divididos entre la expansión del refugio y la ambición de obtener las unidades más poderosas que el sistema ofrecía.
—Necesitamos ambos, —dijo finalmente—. No podemos permitir que nuestra base se quede pequeña mientras buscamos más tropas. Empezad con las mejoras básicas, pero que nada ralentice nuestro progreso en la adquisición de puntos.
El Adeptus Mechanicus asintió con precisión, entendiendo las órdenes perfectamente.
Mientras se retiraba a sus aposentos, Jonás no podía dejar de pensar en lo que había visto en el sistema esa mañana. Un Astartes Primaris por 5000 puntos... Podía imaginarse el poder que una unidad así traería a su fuerza. Pero un Primarca... Esa era otra historia. Un Primarca podría cambiar el curso de su misión en este mundo, permitiéndole dominar con una facilidad asombrosa.
—Primero lo primero, —murmuró para sí mismo, consciente de que debía acumular los puntos antes de hacer realidad esos planes.
A la mañana siguiente, Jonás decidió que era momento de volver a salir. Necesitaba seguir explorando y encontrar más supervivientes, recursos, y enfrentarse a más mutantes para acumular más puntos rápidamente.
Reunió a su equipo, los tres Astartes, el Apotecario y los Guardias Imperiales que quedaron para defender el refugio. Los Astartes siempre estaban listos, sus imponentes figuras proyectando confianza.
—Nos dirigiremos más lejos esta vez, —dijo Jonás, señalando en el mapa una región al noroeste—. He recibido informes de que podría haber restos de tecnología avanzada por esa zona. Si la encontramos, nos ayudará a progresar aún más rápido.
El baluarte asintió, siempre dispuesto a proteger a Jonás con su vida.
El equipo salió nuevamente al exterior, avanzando hacia una nueva dirección. El paisaje desolado parecía cada vez más hostil, pero Jonás ya estaba acostumbrado a ello. Cada misión era una oportunidad para ganar más poder, y sabía que su camino hacia la dominación en este mundo apenas estaba comenzando.
Mientras caminaban, uno de los Astartes tácticos se adelantó, escaneando el área.
—Maestro, detecto actividad al frente, —dijo con su tono grave.
Jonás se detuvo, observando en la dirección señalada. Había sombras moviéndose rápidamente entre las ruinas. Parecía que una horda de mutantes se estaba acercando, mucho más grande de lo que habían enfrentado en misiones anteriores.
—Preparémonos, —dijo Jonás con calma—. Esto podría ser interesante.
Los Astartes levantaron sus armas, listos para enfrentarse a los mutantes. El baluarte se colocó al frente, levantando su escudo, mientras los tácticos tomaban posiciones para abrir fuego en cuanto fuera necesario.
Los mutantes se acercaban rápidamente, y Jonás podía sentir la tensión en el aire. Esta sería una batalla importante, y aunque las probabilidades parecían estar a su favor, sabía que no debía subestimar a estas criaturas.
—A por ellos, —ordenó Jonás.
Los Astartes tácticos abrieron fuego, disparando una ráfaga de proyectiles hacia los mutantes. Las criaturas cayeron en masa, pero más seguían avanzando. El baluarte se lanzó al frente, cortando a los mutantes con su espada y bloqueando sus ataques con su escudo.
La batalla fue intensa, pero los Astartes eran simplemente demasiado poderosos para los mutantes. Uno tras otro, los mutantes cayeron, hasta que finalmente, no quedó ninguno en pie.
—Área despejada, maestro, —informó uno de los tácticos, con su voz siempre calmada.
Jonás abrió la interfaz del sistema, revisando los puntos obtenidos por la batalla.
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Mutantes abatidos: 20
Puntos obtenidos: 40 puntos.
Puntos totales: 165 puntos.
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Jonás sonrió, satisfecho. Era un buen avance, pero sabía que necesitaría muchas más batallas como esa si quería alcanzar los 5000 puntos necesarios para un Astartes Primaris. Aún así, cada victoria lo acercaba más a su objetivo.
—Sigamos adelante, —dijo, confiado en que pronto encontrarían más oportunidades para ganar puntos.
El equipo continuó su marcha, avanzando hacia la región que habían marcado en el mapa. Sabían que el camino sería largo, pero con cada batalla y cada misión, Jonás sentía que estaba más cerca de convertir su visión de poder en una realidad.