—Maestro, ese chico sigue arrodillado afuera, insistiendo en reconocerme como su maestro. ¡Ya le di una lección cruel justo ahora, pero se negó a irse!
—Xiao Ruyan ya estaba desesperada por Gu Yue, este caramelo pegajoso hasta que no pudo más.
—No importaba cómo lo golpeara, cómo lo regañara, Gu Yue era completamente indiferente.
—En resumen, no se vengaba cuando lo golpeaban, no replicaba cuando lo regañaban, insistía en reconocer a Xiao Ruyan como su maestro.
—Mi Señor, ¿qué tal si salgo y dejo a ese chico inválido, y lo arrojo fuera de la ciudad? —dijo ferozmente Jiang Taicang.
—Ye Yuan dijo con una sonrisa, "No hay necesidad de preocuparse por él. Moler primero su disposición antes de hablar. Shuangzhou, les pedí que enviaran noticias, diciendo que quiero recolectar Hierba Fragante del Espíritu Ancestral y Estambre de la Flor Sagrada Jadegreen. ¿Ya está hecho?"