Saliendo de la biblioteca, en una tarde con el sol en su clímax, pariz se despide de lapiz, el cielo azul la rodeaba con los suaves aromas del otollo, al continuar caminando llega al parque cercas del puente, lo mira con curiosidad y a sabiendas de que nadie bueno la espera en casa se decide a entrar, ver los arboles naranjas, el frio la invadía ya que su ropa ligera no estaba hecha para el frio de otollo, pero al dar un paso y escuchar el crujido de las hojas secas la animo a dar otro, el chasquido de las ramas secas, las hojas naranjas y el paisaje pintoresco la divertía, y cuando menos se dio cuenta ya estaba corriendo aplastando toda hoja y rama seca que se le pusiera enfrente, pero en su carrera imaginaria piso mal y calló, en el piso ella reía sin parar, recostada en el suelo, con su ropa negra y pelo lleno de pedacitos de hojas naranjas, se relajaba del estrés constante, viendo que no ay nadie en el parque y con la esperanza que no llegue se quita su chamarra, dejando ver al aire sus vendas, el aire frio parresia gustarle, respiro con fuerza llenado sus pulmones y lo suelta con total calma, puso su chamara usándola como manta en el piso y al recostarse en ella, la cajetilla de cigarrillos la molestaba en su espalda, la saca pero esta vez sin la necesidad de querer fumar uno, dejándola a un lado para recostarse y mirar el cielo, mientras busca figuras en las nubes, las aves migrando a otro lado como canción de cuna, chiflan relajando a cualquiera, pero el elegante ambiente que las aves le daban es interrumpido por el molesto tono de mensaje, al pariz sacar el celular le que es un mensaje de JJ: Hola, Pariz. No voy a poder ayudarte hoy porque tengo cosas más urgentes que atender. Pero no te preocupes, sé que el proyecto no es tan difícil. Seguro que te las arreglas, y si necesitas mi ayuda, ya veremos otro día, ¿vale?
Pariz observa el mensaje en la pantalla de su celular, su sonrisa lentamente desaparece mientras lee cada palabra. Aprieta los labios y suelta un suspiro, lanzando el teléfono junto a la cajetilla de cigarrillos sin mirar dónde cae. "Cosas más urgentes", murmura para sí misma con un tono entre burlón y dolido. El frío que antes le había parecido refrescante ahora se sentía más pesado, como si se filtrara directamente en su pecho.
Se levanta sacudiéndose los restos de hojas en su ropa, recogiendo su chamarra y celular, guardándolos, pero con la caja de cigarrillos afuera y con el frio en su pecho, agarro uno, descendiéndolo, el pintoresco paisaje naranja es consumido por el aura negra, sus ojos que antes estaban humedeciéndose para llorar, se secaban evitando soltar cualquier lagrima, el humo se cuela en cada rincón de sus pulmones y con un suspiro lo suelta todo, de un momento a otro los colores regresaron, aún estaba en el parque pero había anochecido en menos de un parpadeo, mira la caja de cigarrillos y confundida la guarda, saliendo del parque y dirigiéndose a su casa
Caminando por las calles que conducen a su hogar, Pariz siente cómo el frío de la noche se mezcla con una sensación de vacío en su pecho. La leve sensación de relajación que tuvo en el parque se desvanece con cada paso que da hacia su casa. El humo del cigarrillo todavía permanece en su ropa, mezclándose con el olor de las hojas secas que llevaba encima.
Frente a la puerta de su hogar, Pariz se detiene. Las luces están encendidas, pero la sensación de calor que deberían transmitir está ausente. Sabe que, al cruzar esa puerta, se enfrentará a algo que prefiere evitar. Por un momento, sus dedos juguetean con el teléfono en su bolsillo, considerando si debería escribirle a Johan o a alguien más. Pero, al igual que muchas veces antes, descarta la idea.
Empuja la puerta con cuidado, pero el crujido de las bisagras resuena como una advertencia en la oscuridad. Dentro, el aire está cargado de tensión, como si la casa misma supiera lo que va a suceder. En la sala, su padre está sentado en el sofá, hace tiempo que pariz no se topaba con su padre tan cercas, su cuerpo comenzó a temblar descontroladamente, su respirar se ajito, y las pulsaciones de su corazón se aceleraron
Pariz respira hondo y avanza lentamente, tratando de no llamar la atención. Pero el ruido de su llegada es suficiente para atraer la mirada de su padre.
— ¿Dónde estabas? — pregunta con voz áspera, su tono lleno de reproche.
Pariz, con la voz temblorosa— en la escuela
El ambiente se torna pesado con cada palabra. Las manos de pariz se tensan, y por un momento, desea estar de nuevo en el parque, corriendo entre hojas y ramas. Pero ese lugar está lejos ahora, tanto física como mentalmente Con temor, Pariz cierra los ojos al escuchar la voz de su padre, pero el sonido de un ronquido profundo le llega como una sorpresa. Al abrir los ojos, se da cuenta de que él se ha quedado dormido, su cuerpo rígido se relaja al instante. Un suspiro involuntario escapa de sus labios, aliviada de que la tensión se haya disipado, aunque solo momentáneamente.
Con movimientos sigilosos, camina hacia su cuarto, dejando atrás la sala en la que el aire denso de la tensión aún parece colarse. Cierra la puerta con el seguro, el clic resonando en la quietud de la casa, y se permite finalmente soltar un suspiro de alivio, como si el simple gesto de bloquear la puerta fuera suficiente para alejarse de todo. Se desploma en la cama, su cuerpo agotado por el estrés acumulado durante el día. La comodidad de las cobijas la envuelve y, sin esfuerzo, su mente y cuerpo ceden al cansancio. En un abrir y cerrar de ojos, se encuentra sumida en un sueño profundo.
Sin embargo, como si el tiempo hubiera sido trastocado, Pariz despierta en un lugar completamente diferente. Al abrir los ojos, no está en su cuarto, ni en su casa, ni siquiera en su mundo. En su lugar, está rodeada por un vasto manto negro salpicado de toques morados y azules, un cielo lleno de estrellas blancas que parpadean suavemente, como si el universo mismo estuviera observándola. Frente a ella, una puerta marrón aparece de manera imponente en medio de la nada, como un faro en ese vacío profundo.
Cuando Pariz da un paso hacia la puerta, la curiosidad la empuja a girar el picaporte, pero algo le detiene. Un tirón brusco en su cuello la hace caer al suelo con un fuerte golpe. Mirando a su alrededor, ve una figura borrosa a su lado, una silueta familiar pero que no puede identificar. Antes de que pudiera reaccionar, un pequeño grito escapa de sus labios mientras la figura la arrastra aún más lejos.
De repente, la oscuridad se disuelve. Un parpadeo y Pariz se encuentra de nuevo en su cuarto. La luz del día comienza a filtrarse por las rendijas de la ventana, pero su cuerpo sigue agotado, arrastrado por los vestigios de su sueño. Pariz observa sus cobijas con una sensación extraña, casi como si aún estuviera atrapada en ese lugar del que acaba de despertar. Su cuerpo no logra deshacerse por completo de la fatiga mental. Con un profundo suspiro, se estira y, con un bostezo, se levanta de la cama, sintiendo el peso del día que apenas comienza.
Fin del capítulo 12 Sombras y Susurros a terminado