Capítulo 1
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Capítulo 1
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POV. Ayanokouji Kiyotaka.
El viento marino del crucero acariciaba suavemente mi rostro, trayendo consigo el aroma salino del océano, un recordatorio constante de nuestra ubicación actual.
Horikita estaba frente a mí, sus ojos fijos en los míos, mientras le explicaba lo sucedido en la isla y la razón de la victoria de nuestra clase. El brillo de su mirada reflejaba tanto incredulidad como un atisbo de admiración, aunque se que ella nunca lo admitiría.
Al inicio del año escolar no me hubiera importado si mi clase salía victoriosa o no en los exámenes especiales, pero las amenazas de Chabashira, infundadas o no, me hicieron darme cuenta de algo.
Fui descuidado.
Debió ser bastante obvio para mi que ese hombre no se quedaría de brazos cruzados y que buscaría una formó u otra para que yo abandonara la institución.
Las palabras de Chabashira resonaban en mi mente, una y otra vez, como un eco persistente. No podía permitirme el lujo de subestimar sus intenciones o los recursos de ese hombre.
El crucero navegaba serenamente sobre las aguas azules, el sol se estaba poniendo en el horizonte, tiñendo el cielo de naranjas y púrpuras. A nuestro alrededor, los demás estudiantes disfrutaban del lujo del barco, ajenos a las intrigas y estrategias que se desarrollaban a su alrededor de las mentes brillantes que dirigen cada clase. El murmullo de las olas y las risas lejanas de nuestros compañeros celebrando la victoria crean una sinfonía tranquila que contrastaba con la tormenta de pensamientos en mi mente.
Observé a Horikita, ahora su postura rígida y su ceño fruncido, tratando de procesar toda la información que le había dado. Era evidente que la victoria de nuestra clase había sido una sorpresa para muchos, incluida ella, aún que ahora todos creían que ella era la responsable, por lo que eso ya era problema de Horikita.
No necesitaba demasiada atención por el momento.
Sin embargo, para mí, esta victoria era simplemente mi primer jugada en el tablero ajedrez que se extendía más allá de la comprensión de la mayoría, de los alumnos de idiotas de nuestra escuela.
La brisa marina trajo consigo un momento de claridad. Sabía que debía permanecer alerta, que cada movimiento debía ser calculado con precisión. Ese hombre no era el único enemigo; había otros dentro de la institución, que también observaban y esperaban el momento adecuado para actuar, Ryuen el más problemático por ahora.
"Entonces, ¿qué planeas hacer ahora? " preguntó Horikita finalmente, su voz cortante como el filo de un cuchillo. Sabía que ella no aceptaría una respuesta vaga o evasiva, pero para mi eso estaba bien por ahora.
"Seguir adelante." respondí con tranquilidad, aunque en mi interior, cada fibra de mi ser estaba en tensión. "Mantenerme un paso adelante y asegurarme de que nuestra clase no solo sobreviva, sino que prospere." Si la clase es fuerte entonces es un escudo que puedo utilizar en el futuro, hay varios alumnos que pueden ser sacrificados por mi propio beneficio.
El sol finalmente desapareció bajo el horizonte, dejando un rastro de oscuridad y estrellas que comenzaban a brillar en el cielo nocturno. El crucero seguía su curso, inmutable ante las pequeñas batallas que se libraban a bordo. Me giré ligeramente, dejando que la brisa nocturna despejara mis pensamientos.
"Este es solo el comienzo." dije en voz baja, más para mí mismo que para Horikita. Sabía que el camino por delante sería arduo y lleno de desafíos, pero también sabía que estaba listo para enfrentarlos.
Después de todo, la victoria no era solo una posibilidad; era una necesidad.
Horikita asintió lentamente, comprendiendo finalmente la situación. Mientras nos quedábamos en silencio, observando el vasto océano que nos rodeaba.
"Ve y celebra la victoria con nuestros compañeros de clase, yo necesito descansar un poco." Le comenté a Horikita que asintió lentamente mientras se alejaba sin palabras de despedida dejándome solo.
Estaba claro para mi que Horikita trataba de proceder lo que le había dicho además de que había un desconcierto en sus ojos por mi palabras sobre mi ayuda futura para la clase.
Mi actitud hasta ahora había sido reacia a la ayuda hacia la clase, por lo que seguro estaba sorprendida.
Observé cómo a lo lejos Horikita se unía a la multitud de estudiantes de nuestra clase que celebraban en la cubierta principal del crucero. La noche era clara, y las luces del barco brillaban intensamente, reflejándose en el suave oleaje del océano.
Saqué mi teléfono y busqué un número específico en mi lista de contactos. El mensaje que escribí era breve y directo: "Necesitamos hablar." Envuelto en una mezcla de anticipación y determinación, envié el mensaje. La respuesta no tardó en llegar, confirmando la ubicación de nuestro encuentro.
Caminé por la cubierta, pasando fácilmente desapercibido por grupos de estudiantes que reían y charlaban animadamente, el ocultarme era una habilidad que se me dio con facilidad cuando llegué a esta escuela.
Esto limitó el grupo de personas con las que me relacionaba, yamauchi, Ike, y sudo. Un trío de idiotas donde dos de ellos podrían ser fácilmente sacrificados.
Yamauchi e Ike, fueron personas que me hicieron pensar demasiado sobre el tipo de alumnos que se admiten en la escuela, estaba claro que había algo más sobre el medio de inscripción que los favorecía, pero esos eran pensamientos que realmente no valían la pena.
Descendí por una escalera lateral que conducía a una sección más tranquila del barco. La música y las voces se desvanecían gradualmente, dejando solo el susurro del viento y el mar. Sentí el aire salado en mi rostro, una brisa fresca que contrastaba con el calor de la multitud de arriba.
El lugar de la reunión era una pequeña terraza al final del pasillo, apartada y desierta. Me apoyé en la barandilla, mirando las olas que brillaban bajo la luz de la luna. El momento de tranquilidad me permitió ordenar mis pensamientos. Sabía que la conversación que estaba por tener podría cambiar muchas cosas, y debía estar preparado.
Finalmente, escuché pasos suaves detrás de mí. Me giré para ver a Kikyo Kushida acercándose con su característico aire de amabilidad. Sin embargo, detrás de esa fachada, sabía que se ocultaban intenciones más complejas.
Una completa perra de dos caras, son palabras que la describen perfectamente.
Nos encontramos bajo una de las lámparas del barco, su luz creando sombras largas y misteriosas en su rostro.
"Gracias por venir, Kushida-san," le dije, manteniendo mi voz calmada y neutral. Sus ojos brillaron con curiosidad y una pizca de desconfianza.
No era normal que yo hiciera esto, siempre es ella quien pide que nos reunamos.
"No podía rechazar una invitación tan... intrigante," respondió ella con una sonrisa que no alcanzaba sus ojos. Esa sonrisa, tan encantadora en apariencia, siempre me recordaba lo fácil que era para Kushida esconder su verdadera naturaleza detrás de su belleza. Había algo en la manera en que sus labios se curvaban, en cómo sus ojos, tan inocentes para la mayoría, brillaban con astucia.
"¿De qué querías hablar?" El viento sopló con más fuerza, revolviendo nuestros cabellos. Sus mechones color beige se movieron suavemente con la brisa, acentuando la delicadeza de sus rasgos. Me tomé un momento antes de responder, asegurándome de que nadie estuviera viendo esta conversación.
"Estamos en un lugar hermoso." comenté, mirando brevemente al mar oscuro que se extendía más allá del borde del barco. Había algo en Kushida que era imposible ignorar; una combinación letal de encanto y peligro que la hacía tanto atractiva como impredecible. Su apariencia era un arma, una herramienta que manejaba con una maestría inquietante.
El sonido de las olas rompiendo contra el casco y el tenue resplandor de las estrellas sobre nosotros creaban un ambiente casi surrealista.
Kushida inclinó la cabeza ligeramente, observándome con atención. "Supongo que es cierto. Pero no estamos aquí para disfrutar del paisaje, ¿verdad? Después de todo es bastante curioso que me hables estando nosotros dos a solas, usual mente lo haces cuando estamos con compañeros de clases."
Negué con la cabeza, manteniendo mi mirada fija en sus ojos. Esos ojos que para la mayoría eran tiernos, pero que yo sabía que ocultaban una mente afilada y calculadora.
"Necesito tu con algo apoyo, Kushida-san. Y creo que podríamos beneficiarnos mutuamente si trabajamos juntos."
Ella levantó una ceja, claramente intrigada, aunque su expresión permanecía cautelosa. "¿Y qué tipo de apoyo necesitas exactamente? No suelo comprometerme sin saber qué gano a cambio."
A pesar de la suavidad de su tono, pude ver la chispa en sus ojos que delataba su verdadera naturaleza. Su apariencia dulce y su voz melodiosa eran solo un disfraz, uno que usaba para obtener lo que quería. una hermosa escena por la cual los inútiles del salón, lamían su suela.
En este momento, parte de esa máscara estaba levantada solo lo suficiente para que yo vislumbrara un poco de la auténtica Kushida, la que no dudaba en usar su belleza y carisma para manipular a quienes la rodeaban.
El viento sopló nuevamente, haciéndome entrecerrar los ojos mientras consideraba mis palabras. "Necesito información y alguien en quien confiar para ciertos asuntos delicados. Tú tienes una manera de acercarte a la gente y obtener datos valiosos que podrían ser cruciales para lo que estoy planeando."
Kushida cruzó los brazos, su sonrisa volviendo a aparecer, aunque ahora parecía más genuina.
Sabía cómo jugar este juego, utilizando cada gesto y expresión a su favor. Era casi hipnótico ver cómo su rostro cambiaba de una cálida sonrisa a una mirada llena de malicia en un parpadeo. Su capacidad para manipular a otros con su belleza siempre me había parecido fascinante y, al mismo tiempo, peligrosa, aún no era una habilidad que funcionaba con las mentes que estaban en la cima.
"¿Y qué obtengo yo de todo esto, Kiyotaka-kun? Sabes que no hago nada gratis." dijo con ese tono seductor, su voz, suave y melódica, que usualmente utilizaba en momentos cuando nos encontramos solos.
Oh kushida, lo único que realmente podrías obtener de mi, sería que te deje seguir viviendo esa vida de miseria y mentiras en paz. Pensé mientras mis ojos se detenían un instante en su figura esbelta, en cómo la camisa blanca y falda resaltaban su apariencia perfecta. Cada movimiento suyo estaba calculado para causar el máximo efecto, como un depredador acechando a su presa.
"Lo que necesites," respondí sin vacilación, inclinándome un poco más cerca de su oído susurrando mi respuesta, Mi mirada seguía fija en la suya, observando cómo su sonrisa se mantenía impecable. "Sea lo que sea, haré todo lo que esté en mi poder para asegurarlo. Quiero que sepas que estoy dispuesto a comprometerme tanto como tú."
Ella permaneció en silencio por un momento, evaluando mis palabras mientras el barco continuaba su curso en la noche. Finalmente, dio un paso hacia adelante, reduciendo aún más la distancia entre nosotros, Podía oler el ligero aroma de su perfume, uno dulce y delicado. "Es una propuesta tentadora," dijo con un tono que sugería que estaba considerando seriamente mis palabras. "Pero solo hay una cosa que quiero, la expulsión de Horikita Suzune."
Qué incrédula. Bastante predecible. Observé cómo la luz de la luna resaltaba el brillo en su cabello, cómo su rostro, tan angelical, ocultaba pensamientos oscuros.
"Denegado, necesito a Horikita para el futuro, le e dado todo el crédito de esta victoria, por lo que no pienso desperdiciar lo que e estado trabajando en ella." No podía permitirme perder a alguien como Horikita, con una buena guía ella será bastante útil.
"Entonces si fuiste tú." murmuró, su voz llena de resentimiento.
"sabía que esa perra no será capaz de lograr algo así. supongo que este es el final de la conversación, ya que no puedes darme lo que necesito no tengo necesidad de trabajar contigo." Kushida respondió con evidente frustración, su rostro volviendo a esa expresión falsa que apenas podía ocultar su ira.
Ella era alguien que sabía algo de mis capacidades, por lo que sabía que mi ayuda para deshacerse de Horikita sería invaluable.
"Espera kushida, en verdad quise hacer esto por las buenas, quise darte a elegir." Hable mientras tomaba mi teléfono y buscaba una grabación.
"Ahh, que molesto." La voz claramente reconocible como la de Kushida se escuchaba desde el altavoz.
"Que mierda fue eso." Kushida exclamó con apenas contenida rabia. Sus ojos, que antes eran tan encantadores, ahora brillaban con una furia que contrastaba con su apariencia usualmente dulce. Su rostro, perfecto en cada detalle, se distorsionaba levemente por la indignación. Aun así, no podía negar lo fascinante que era verla así, tan humana y vulnerable bajo su fachada, solo buscando a alguien que la acepte por quien en verdad es, alguien fácil de utilizar.
"Recuerdas la vez que te recomendé que no exponerte de tal manera en la azotea, es de esa vez." Esto sucedió cuando formamos los grupos de estudio, esa vez ella necesitaba liberar un poco de su frustración, acción bastante estúpida que había aprovechado. Incluso entonces, mientras la observaba con su uniforme ligeramente desordenado por la brisa, su cabello dorado ondeando en el viento, había algo casi hipnótico en su desdén.
"Bastardo y se supone que tenia la elección de elegir." Había una indignación clara en su voz, una que no lograba opacar el hecho de que seguía siendo increíblemente atractiva, incluso cuando su ira empezaba a desbordarse, de echo era más hermosa cuando mostraba en verdad quien es.
"Claro que tenía para elegir que necesitabas, pero ahora esa oferta a expirado." respondí, sabiendo que esa mentira era suficiente para mantenerla en su lugar. Mientras la miraba, noté cómo sus ojos se entrecerraban en una expresión de odio puro, pero incluso entonces.
"Maldito bastardo." Kushida dijo, su voz goteando veneno, estaba claro que su cerebro estaba maquinando buscando una manera de revertir esta situación.
"bien que necesitas." Por fin dijo con una mueca. Mientras hablaba, no pude evitar fijarme en cómo incluso en su enfado, Kushida seguía siendo encantadora. Pero esa era su verdadera fortaleza: una fachada tan hermosa que ocultaba perfectamente la amenaza que representaba.
"Primero que nada necesito que investigues todo lo que puedes de Karuizawa kei." Fue bastante curioso reencontrarme con ella en este lugar.
El alumno 4-22.
"Esa perra y por que la necesitarías." Kushida preguntó con confusión y desdén. Sabía que ella había tenido que consolar a varias chicas de la clase que habían sido víctimas de los comentarios y abusos de Karuizawa. Mientras hablaba, noté cómo la expresión en su rostro mostraba un asco sutil, pero aún así, cada rasgo de su cara permanecía increíblemente atractivo, lo que la convertía en una paradoja intrigante: tan peligrosa como fascinante, que chica tan integrante.
"Tú no debes preocuparte por eso, solo has lo que te dije, ahora vete alguien podría vernos a quie a los dos, además si quieres deshacerte de Horikita eres libre de intentarlo, pero no te ayudaré, será divertido ver como se defiende de ti.." La despedí ya no necesitaba nada de ella, por lo que no había necesidad de tenerla cerca, y más cuando está en ese estado.
Aunque, debo admitir, es más agradable para mí que su otra cara. Tal vez sea porque es un recordatorio de lo que realmente es y de lo que he visto en ella desde el principio. Es curioso, esta fachada que tanto se esfuerza en mantener, cuando en realidad es su rostro verdadero, el que me parece más auténtico y, por lo tanto, más atractivo., pero no es bueno que se exponga de esa manera.
Además, esto sirve para recordarme el día en que la conocí, un primer encuentro que influyó bastante en mi.
aquella vez que salí a caminar. Bueno, realmente no estaba caminando, sino más bien en la parte trasera de una limusina mientras Matsuo, mi mayordomo, conducía. Aunque aquella vez estaba más molesta, deseando la muerte a demasiadas personas. Problemas en la secundaria, si recuerdo con exactitud, y eso es algo que se me da bastante bien.
Kushida apretó los dientes, la rabia palpable en su expresión. Sus ojos destellaban con una mezcla de frustración. "Esto no quedará así, Ayanokouji. Te aseguro que pagarás por esto."
Vi que Kushida estaba a punto de irse, sus pasos rápidos y decididos, pero no estaba listo para dejarla marchar todavía. La tomé suavemente de la muñeca, sintiendo su piel cálida bajo mis dedos mientras la atraía hacia mí. Su cuerpo se tensó por un instante, pero no opuso resistencia.
"Recuerda, Kikyou, yo soy alguien a quien no le importa tu verdadera cara," le susurré, acercándome lo suficiente como para que mi voz a penas pueda ser escuchada.
Nuestros rostros quedaron peligrosamente cerca, y pude ver con claridad cada detalle de su expresión. Sus ojos, que un momento antes brillaban con rabia, ahora mostraban una mezcla de sorpresa e intriga. Había algo fascinante en la forma en que su rostro cambiaba sutilmente, manteniendo siempre esa capa de perfección exterior que hacía difícil creer en la oscuridad que ocultaba dentro. Su cabello, tan perfectamente arreglado, cayó suavemente sobre sus hombros mientras se inclinaba ligeramente hacia mí, y el delicado aroma de su perfume llenó el aire entre nosotros.
Kushida, con sus facciones finas y cuidadosamente esculpidas, era el epítome de la apariencia engañosa. Era difícil no apreciar la ironía de cómo algo tan hermoso podía esconder una naturaleza tan oscura. Su cercanía me permitía observar de cerca la suavidad de su piel, el brillo de sus labios, y la manera en que su sonrisa, cuando se dignaba a mostrarla, era un arma tan afilada como cualquier amenaza.
No sé qué me llevó a hacerlo, quizá fue la proximidad, o tal vez una simple curiosidad por ver cómo reaccionaría a algo que llevaba tiempo pensando en hacer, algo que e planeado hacer y es momento fue el indicado. Me incliné un poco más, eliminando el poco espacio que quedaba entre nosotros, y presioné mis labios suavemente contra los suyos.
No era el tipo de situación en la que solía encontrarme, pero aun así, sentí esa extraña mezcla de anticipación y calma que precede a un momento inevitable.
El primer contacto fue suave, casi experimental, como si ambos estuviéramos midiendo la reacción del otro. Pude sentir la calidez de sus labios contra los míos, una suavidad inesperada que contradecía la frialdad calculada con la que siempre se manejaba. Mi mente procesaba cada detalle, desde el sutil sabor que percibí hasta la forma en que su aliento se mezclaba con el mío.
A pesar de que el beso en sí era tranquilo, casi delicado, había una intensidad latente bajo la superficie, una corriente subterránea de emociones que no dejaba de sorprenderme. Mi mano, que había estado sujetando su muñeca, se deslizó instintivamente hacia su rostro, sintiendo la textura suave de su piel bajo mis dedos. Ella no se apartó; al contrario, se inclinó ligeramente hacia mí, haciendo que la conexión se sintiera más real, más tangible.
Sus ojos se cerraron, entregándose al momento, mientras yo mantenía los míos abiertos por un segundo más, observando cómo cada pequeña expresión en su rostro cambiaba. Era curioso cómo algo tan simple podía revelar tanto, y sin embargo, no dejaba de ser una pieza más en este complejo juego que jugaba.
Finalmente, me permití cerrar los ojos y simplemente sentir. Su aroma, el roce de su cabello contra mi mejilla, la ligera presión de su mano que ahora descansaba en mi hombro. Todo se mezclaba en una sensación única, una experiencia que no podría replicarse fácilmente.
Por un segundo, pareció perdida, atrapada en la inesperada intimidad del momento. Pero luego, lentamente, retrocedió, aunque no con la brusquedad que habría esperado. La expresión en su rostro era una mezcla compleja de emociones: confusión, deseo.
Finalmente, retiré mi mano de su mejilla, notando cómo su respiración se había acelerado ligeramente. Kushida, siempre consciente de su apariencia y de cómo usarla a su favor, había recuperado rápidamente su compostura. La mirada desafiante que me lanzó fue acompañada por una media sonrisa, esa que había visto antes y que sabía que utilizaba para desarmar a quienes la rodeaban.
"Lo tendré en cuenta, kiyotaka," respondió, su voz baja pero cargada de intención. Mientras se giraba para marcharse, sus pasos resonaron en la cubierta del barco, y no pude evitar seguirla con la mirada. La curva de su espalda, la caída natural de su cabello sobre sus hombros, la gracia con la que se movía... Todo en ella estaba diseñado para atraer y manipular, para esconder su verdadera naturaleza tras un velo de perfección.
Mientras se iba, no pude evitar seguir sus movimientos con la mirada. Su cabello, perfectamente cuidado, ondeaba suavemente con el viento, y su figura, tan delicada como engañosa, se perdía en la oscuridad.
Observé atentamente su hermosa figura hasta que desapareció en la penumbra. Kushida era una combinación peligrosa de belleza y veneno, alguien que sabía exactamente cómo utilizar su apariencia para manipular a su antojo. Pero en este juego, su encanto no era suficiente para superarme. Este movimiento no era una victoria, solo una pequeña maniobra en un juego mucho más grande. Guardé el teléfono en mi bolsillo y miré hacia la luna.
Kushida era una obra de arte peligrosa, una en la que cada detalle estaba meticulosamente diseñado para atraer y manipular. Y mientras la veía desaparecer en la oscuridad, no pude evitar sentir una cierta fascinación por la complejidad de la mujer que acababa de besar. Quizá ese beso no fuera más que otra pieza movida en este tablero de engaños, una forma de recordarle que, pese a sus juegos, yo siempre estaré un paso por delante.
Porque en este juego de máscaras y mentiras, cada movimiento cuenta.
Aquí estamos de nuevo, en este juego de máscaras y mentiras. Es curioso cómo el pasado siempre encuentra una manera de alcanzarte, incluso cuando crees haberlo dejado atrás. Una vieja conocida... alguien que podría ser útil.
Una gran casualidad pero eso no importa, ya que tienes que saber el cómo utilizar esas oportunidades.
La casualidad es una ilusión para los débiles. Todo encuentro tiene un propósito, una posibilidad de ventaja. Karuizawa Kei. Una vez más, la vida nos cruza en este juego de piezas manipulables. Su pasado, la ha forjado en algo más útil de lo que ella misma puede concebir. Traumas profundos, sí, pero también una resiliencia que puede ser explotada.
Cada interacción es una oportunidad de tejer una red más fina. Karuizawa, a pesar de lo que le muestra a los demás. Ella tiene una fragilidad aparente y pero también una fuerza oculta, es una herramienta valiosa. La clave está en saber cuándo apretar y cuándo aflojar.
Recordar sus puntos débiles, sus ambiciones, sus miedos... Todo está almacenado aquí, en mi memoria, como datos listos para ser analizados.
El trauma vivido en ese lugar la hace reacia a confiar en mi, pero también la hace ansiosa por encontrar un refugio seguro para intentar olvidar, una figura que le ofrezca protección y guía, no importa la cantidad de amigos que ella tenga, incluso si consiguió un novio, ella nunca podrá confiar del todo en ellos.
Ese será mi papel a pesar de ser un claro recordatorio de su pasado. No estaré presente como un amigo, sino como una figura necesaria, insustituible en su vida, ya que prácticamente estuvimos juntos desde antes que cumpliéramos un años de edad, ambos pasamos bastante tiempo juntos en compañía de ellos dos.
No subestimo a Karuizawa. Su capacidad de sobreponerse a su pasado la hace peligrosa si no se maneja con precisión. Pero también la hace invaluable. La clave está en equilibrar su vulnerabilidad y su potencial. Como siempre, el control es esencial.
Karuizawa Kei puede ser un recurso valioso, una pieza en mi tablero que, bien utilizada, me llevará un paso más cerca de la cima a la que apunto es estos momentos. La manipulación no es un acto de crueldad, sino una necesidad en esta partida donde solo los más inteligentes y estratégicos prevalecen. Y yo, Kiyotaka Ayanokouji, tengo la intención de ganar.
Fue algo que lo hablé con el hace tantos años antes de que abandonara y lo hablé con ella hace dos años, esta escuela es el lugar perfecto para iniciar mis movimientos para el futuro.
"Espero que el juego se ponga serio ahora en adelante, porque hasta ahora ha sido demasiado fácil."
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Fin del capítulo.