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Capítulo 8
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POV. Ayanokouji Kiyotaka.
La habitación estaba en silencio después de que el debate finalmente había concluido. Las palabras aún flotaban en el aire, algunas expresiones faciales lo delataban, pero pocos se atrevían a hablar abiertamente con temor de decir algo equivocado y ser oído por los demás. Mi mirada se desvió hacia Karuizawa, quien estaba sentada con una expresión de aparente despreocupación. Sin embargo, había ocurrido algo interesante durante la discusión.
Al inicio, Sotomura, sin pensarlo demasiado, murmuró un insulto entre dientes: "Zorra." Solo Yukimura y yo logramos escucharlo, nuestras miradas se cruzaron brevemente, pero ninguno de los dos consideró necesario intervenir. Karuizawa que estaba al otro lado de la sala, estuvo ajena al comentario.
Era evidente que ese comentario surgió por su comportamiento hacia Machida. Para Sotomura, la cercanía entre ambos parecía sospechosa, casi como si Karuizawa estuviera traicionando a Hirata, su novio. Observé levemente como durante toda la reunión Machida, le sonreía a Karuizawa de forma despreocupada.
Pero yo no compartía la perspectiva de Sotomura. Karuizawa no era tan superficial como aparentaba. Si bien a simple vista parecía que se acercaba a Machida por razones triviales, sabía que había algo más profundo detrás de sus acciones. Ella lo estaba usando como un escudo, una estrategia para mantenerse fuera del radar de las chicas de la Clase C, especialmente de Manabe.
Claro, el plan era defectuoso. No podía estar al lado de Machida todo el tiempo, e Hirata, con su naturaleza aparentemente pacifista, no haría nada significativo para protegerla cuando la situación escalara.
Las piezas estaban en movimiento. Era solo cuestión de tiempo antes de que las chicas de la Clase C la confrontaran. Y cuando ese momento llegara, cuando Karuizawa Kei se encontrara completamente desprotegida, yo estaría allí para ver la verdad desmoronarse frente a mis ojos. Porque, al final, toda fachada, por más bien construida que esté, termina por derrumbarse bajo la presión adecuada.
Caminábamos por el pasillo cuando unas palabras de Yukimura me hicieron detenerme brevemente.
"Las chicas de la clase C están siguiendo a Karuizawa." dijo con un tono serio, su ceño fruncido mostrando su incomodidad ante la situación.
Levanté una ceja, aunque no estaba sorprendido. Sabía lo que iba a suceder, pero tener a Yukimura a mi lado complicaba las cosas. No podía moverme con la libertad que deseaba si él estaba cerca.
"Probablemente solo se dirigen al mismo lugar. No veo razón para alarmarse." respondí con calma, sin darle demasiada importancia.
Yukimura me miró con incredulidad, como si no pudiera creer mi indiferencia.
"¿De verdad no te has dado cuenta de que hay un problema entre Karuizawa y esa tipa, Manabe?." insistió, su tono se volvía más agudo, buscando una reacción de mi parte.
Me encogí de hombros, manteniendo mi habitual actitud desapegada. Claro que sabía de los problemas entre ellas, después de todo, había sido parte de quienes intensificaron esa tensión. Pero Yukimura no necesitaba saber eso. No tenía intención de involucrarlo más de lo necesario, bueno solo un poco.
"No tengo tiempo." respondí finalmente, mirando hacia otro lado. "Horikita está esperándome. Si realmente la están siguiendo, confío en que puedas intervenir antes de que las cosas se salgan de control."
Sin darle oportunidad de replicar, me giré y comencé a alejarme. Escuché su frustración en su voz mientras me llamaba de nuevo.
"¿En serio? ¿Vas a dejarlo así?"
Lo ignoré. Sabía que si Yukimura seguía con ellas, no podría actuar de la forma que necesitaba. Las cosas se resolverían pronto sin mi intervención directa esta vez, o al menos, o tal vez no tan pronto.
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Caminaba lentamente por la cubierta del crucero, envuelto en la oscuridad de la noche, apenas iluminada por el brillo plateado de la luna que flotaba sobre el horizonte. Eran cerca de las diez, y el aire estaba impregnado del aroma salado del océano, después del debate regrese rápidamente a cambiarme para usar el jersey que la escuela pide que usemos para dormir o salir por la noche, ya que tenía planeado quedarme a fuera hasta pasando la media noche probablemente.
Rozaba con mis dedos el barandal frío y metálico, sintiendo la suavidad de la humedad en su superficie.
La brisa marina me acariciaba el rostro, agitando mi cabello con delicadeza, mientras a mi alrededor resonaban las voces de algunos alumnos que pasaban cerca, hablando entre ellos con risas y comentarios efímeros. Pese a la actividad a mi alrededor, el ambiente mantenía un aire de calma, un espacio donde podía ver la inmensidad del océano bajo mis ojos.
Después de caminar unos minutos más, me detuve al ver un banco blanco, solitario en un pasillo solitario de la cubierta. Parecía un buen lugar para detenerme y disfrutar de la vista sin interrupciones. Me senté lentamente, dejando que la madera ligeramente fría del banco me recibiera. El mar se extendía frente a mí, sus olas rompiendo suavemente contra el casco del crucero, un sonido que, combinado con la brisa nocturna, creaba una atmósfera relajante y envolvente.
Cerré los ojos y me recosté contra el respaldo del banco, dejando que la tranquilidad se apoderara de mí por completo. Sabía que tenía un par de reuniones pendientes más tarde, compromisos que no podía ignorar, pero por ahora... por ahora, solo quería disfrutar de estos pocos momentos de paz. La brisa, el sonido del agua y el suave murmullo de los estudiantes a lo lejos me acompañaban en mi breve escape de la realidad.
De vez en cuando, escuchaba fragmentos de conversaciones de algunos estudiantes que pasaban cerca, pero nunca duraban mucho. Sus voces se desvanecían tan rápido como aparecían, y pronto el lugar volvía a sumergirse en un silencio cómodo. El tiempo transcurría en esa paz pasajera hasta que, de repente, noté la presencia de alguien sentándose a mi lado.
No me molesté en abrir los ojos. No es que supiera quién era, simplemente no me importaba. Además, parecía que a la persona tampoco le afectaba que yo estuviera ahí, como si mi presencia fuera irrelevante. Compartíamos ese espacio en silencio, un mutuo desinterés que se extendió hasta que su voz suave rompió la quietud.
"Pareces estar relajándote, Ayanokōji-kun," dijo con una melodía sutil en cada palabra.
No tuve que abrir los ojos para saber quién era. El tono, la calma... era inconfundible. Ichinose Honami, de la clase B. Siempre tenía esa voz amable, casi tranquilizadora, como si quisiera envolverte en su calidez.
"Supongo que es un buen momento para hacerlo," respondí finalmente, sin alterar mi postura, manteniéndome relajado. La presión de su presencia era mínima, pero inevitablemente notable. No era como las demás, siempre con esa disposición amable, demasiado perfecta. Una máscara, tal vez. no ella en verdad es una persona amable y confiable.
"¿O acaso tú no lo haces?" agregué, abriendo finalmente los ojos para encontrarme nueva mente con la vista en el océano.
"Puede ser. Aveces yo también necesito tiempo a solas Ayanokōji-kun," respondió, en mi periferia la vi desviando la mirada momentáneamente hacia el horizonte del océano, "aunque en estos días es difícil relajarse del todo."
sintiendo la brisa marina acariciar mi rostro, Giré mi cabeza hacia la derecha.
Ahí estaba ella, Ichinose Honami, bajo la tenue luz de algunas lámparas que hacía resaltar aún más su figura. Una sonrisa ligera asomaba en sus labios, una mezcla de genuinidad y algo más que aún no podía descifrar.
Vestía una blusa sin mangas de color blanco, perfectamente ajustada a su hermosa silueta, y una falda corta de color azul que solo se sumaba mas a su atractivo. El atuendo, simple pero eficaz, no hacía más que resaltar su belleza natural, una que difícilmente podía ignorar.
Mis ojos, casi de manera involuntaria, bajaron hasta sus brazos desnudos, esa piel suave y perfectamente cuidada que cualquier persona envidiaría.
Luego, noté cómo la falda se había subido un poco más de lo que debía estar, probablemente debido a la forma en la que se había sentado. Fue un pequeño descuido, pero uno que me permitió apreciar más de lo que debería. Sus muslos... perfectamente delineados, firmes y torneados, dejaban claro que Ichinose no solo era atractiva por su carisma, sino también por su físico.
Sin duda, Ichinose era hermosa, de una manera casi deslumbrante.
Tragué saliva y desvié la mirada, obligándome a no detenerme más de lo necesario. No quería parecer un pervertido, ni crear una atmósfera incómoda entre nosotros.
"Es realmente extraño verte sola", comenté, intentando mantener la conversación ligera. Ichinose era conocida por ser extremadamente sociable, por lo que era inusual verla sin su habitual séquito de admiradores y amigos.
Ella me miro con esos ojos ambles y me sonrió, una sonrisa suave y relajada, como si mi observación no la sorprendiera en absoluto. "Sí, lo sé... Es raro, ¿verdad?." respondió en un tono calmado, sus ojos reflejando la calma del océano nocturno. "Pero como dije antes, hay veces que yo también necesito estar a solas."
Me quedé callado por un momento, dejando que sus palabras flotaran en el aire junto al suave murmullo de las olas.
"Supongo que debería irme," murmuré después de unos segundos, poniéndome de pie. "No quiero incomodarte."
Antes de que pudiera dar el siguiente paso, ella se apresuró a responder. "Oh, no. No tienes que hacerlo." Levantó las manos, negando con una sonrisa rápida pero amable. "De hecho, yo debería irme. Estabas aquí antes que yo, así que si te molesta mi presencia, puedo retirarme."
La forma en que lo dijo me hizo sonreír para mis adentros. "No conozco a nadie que se sienta incómodo estando cerca de ti," le respondí en voz baja, sabiendo perfectamente que no era del todo cierto. Kushida, sin duda, maldeciría pasar tiempo a solas con ella. "Y si no te molesta mi compañía, puedo quedarme aquí."
Ichinose me miró, sorprendida, pero su rostro se suavizó en una sonrisa cálida. "Claro que puedes quedarte, Ayanokouji-kun."
Me acomodé de nuevo en mi lugar, mientras el sonido del mar volvía a llenar el silencio entre nosotros.
Mi voz rompió el silencio de manera sutil, casi como si no quisiera perturbar la quietud del momento.
"Sabes, creo que nunca pregunté si pudiste aclarar las cosas con tu compañera de clase. ¿cómo era su nombre?." dije, fingiendo interés casual, pero recordando claramente el momento en que ella me pidió ayuda en el pasado. Un ligero impulso de curiosidad me llevó a mencionar el tema, aunque sabía que era un terreno delicado, que podría no salir del todo bien.
"Su nombre es Chihiro-chan." respondió Ichinose con una sonrisa que parecía aligerar el ambiente. "Y, sí, las cosas entre ella y yo están como siempre, gracias a ti."
Asentí, sin mostrar mucho más que un gesto neutral. Era interesante cómo personas como Ichinose confiaban en algo tan efímero como un consejo mío, a pesar de que no tenía intención real de involucrarme profundamente en sus asuntos.
"Nunca te agradecí formalmente por tu ayuda." dijo de repente, girando su rostro hacia mí con una expresión de sincera gratitud.
"No fue nada por lo que debas agradecer." respondí sin darle demasiada importancia. "Solo fueron unas simples palabras. Aunque, si te soy sincero, no estaba seguro de que mi consejo te fuera a ayudar. Está claro que no soy el tipo de chico que sabe de esas cosas."
Ichinose rió suavemente, un sonido que se mezclaba con el vaivén de las olas y el viento nocturno que nos rodeaba. Su risa tenía un tono cálido, casi reconfortante, como si mi comentario le resultara irónicamente cierto, pero al mismo tiempo divertido.
"Tu consejo me ayudó mucho." dijo, con un brillo de aprecio en los ojos. "Creo que sin él, habría cometido una tontería que podría haber causado más problemas."
Sus palabras eran sinceras, pero había algo en su tono que sugería un subtexto que no estaba dispuesto a explorar, al menos por ahora. Mientras tanto, la brisa marina seguía jugando con su cabello, haciéndola parecer aún más etérea bajo la luz tenue de la luna.
"Además." añadió, sonriendo de manera un poco traviesa. "me cuesta creer que no tengas ningún tipo de experiencia amorosa, con ese consejo tan acertado que me diste."
Por un momento, me quedé en silencio, mirándola de reojo. Esa sonrisa que llevaba tenía una mezcla de admiración y curiosidad, como si intentara descifrar algo de mí que no estaba en la superficie. Pero, como de costumbre, me aseguré de mantener una fachada impenetrable.
"No soy de ese tipo de chicos, solo soy alguien simple y aburrido, realmente no hay nada interesante en mí. No creo que alguien quisiera estar en una relación conmigo", respondí con voz baja, desviando la mirada hacia el horizonte. No necesitaba decir más.
Ichinose giró su rostro hacia mí, con esa expresión calmada y cálida que siempre mantenía. "No creo que seas alguien aburrido, Ayanokōji-kun, eres una persona interesante." replicó suavemente. "Pero eres una persona difícil de leer."
Sentí su mirada intentando atravesar mi fachada, pero era inútil. Mantuve mi rostro inmutable, como siempre. "Debe ser por la expresión apática que llevo todo el tiempo", dije con un leve encogimiento de hombros.
Ella negó con la cabeza, con una sonrisa que no flaqueaba. "Eso ayuda, pero creo que hay algo más en ti, algo que no dejas ver con facilidad."
Mientras escuchaba sus palabras, me preguntaba cuán perceptiva podría ser la líder de la clase B. ¿Era intuición o simplemente una suposición basada en lo poco que había observado de mí?.
O Si incluso su maestra había dado el consejo de que debía vigilarme, pero quizás Ichinose no era tan ingenua como aparentaba, la chica a mi lado podría ser una rival peligrosa.
Por otro lado, Ryuen seguía siendo un rival peligroso. En este examen, debía aprovechar cada oportunidad para averiguar más sobre las capacidades de Ichinose. Y luego estaba esa chica Sakayanagi... otra persona intrigante con la que lidiar eventualmente. No era solo mi clase la que albergaba talento; las otras clases parecían tener jugadores interesantes también.
"No creo ser tan interesante como dices que soy", respondí finalmente, dejando que las palabras se desvanecieran en el aire. Ichinose me miró de nuevo, pero esta vez, la sonrisa en su rostro se mantuvo, como si supiera que ocultaba algo más.
Ichinose estaba a punto de retomar la conversación cuando su teléfono vibró con una notificación. Observé cómo sus dedos se movían ágilmente sobre la pantalla, respondiendo con rapidez. Su expresión cambió de relajada a un tanto preocupada mientras leía el mensaje.
"Fue un mensaje de una amiga," dijo Ichinose con una sonrisa algo forzada. "Me están buscando. Me tengo que ir ahora, Ayanokōji-kun."
"Claro, está bien," respondí con una voz tranquila. "Yo me quedaré un poco más. Nos vemos en el próximo debate."
Ichinose asintió y se levantó con gracia, su falda ondeando suavemente con el movimiento. "Claro, Ayanokōji-kun. Que tengas buenas noches."
Observé cómo se alejaba, su figura perfectamente esculpida y elegante desapareciendo en la noche.
Saqué el teléfono del bolsillo de mi pantalón, sintiendo la vibración fría del dispositivo contra mi piel. Encendí la pantalla y comprobé la hora, la cual confirmaba que aún había tiempo antes de mi siguiente encuentro. Deslicé el dedo por la pantalla y localicé a la persona con la que debía reunirme esta noche.
Con una rápida serie de toques, envié la ubicación y el mensaje pertinente, informando sobre el lugar y la hora del encuentro. Después, me recosté contra el banco, solo quedaba esperar.
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Aún recostado en el banco con los ojos cerrados, escuché el crujido característico de unos pasos que se acercaban. La presencia de esa persona era inconfundible; no necesitaba abrir los ojos para saber quién estaba a punto de sentarse a mi lado.
El banco se movió ligeramente cuando se acomodó junto a mí. La voz fría y directa de Horikita Suzune llegó a mis oídos, rompiendo el silencio de la noche: "Entonces, habla. ¿Para qué me llamaste? Es algo tarde, sabes."
Abrí los ojos lentamente, encontrándome con la imagen de Horikita sentada a mi lado, su vestimenta era la misma que la mía aún claro para mujeres. Sin moverme, dejé que mi mirada se perdiera en el cielo estrellado que adornaban a la luna, una vasta extensión de puntos brillantes que parecía tan serena.
"Es una buena vista, ¿verdad?" pregunté con calma, mientras mi mirada seguía el rastro de las estrellas en el firmamento. La tranquilidad del cielo contrastaba con el aura tensa que se había instalado entre nosotros, todo esto a causa de lo que a sucedido durante este examen.
Horikita, con una expresión impasible, permaneció en silencio por un momento, antes de dirigir su mirada hacia el cielo, como si intentara encontrar una respuesta en las estrellas. Una respuesta al extraño comportamiento que e tenido recientemente, de echo se me hace extraño que aún no me allá hablan sobre eso.
Horikita frunció el ceño, su expresión reflejando una mezcla de frustración e incredulidad. "¿En serio me llamaste para esto? Estoy bastante ocupada con el examen y no tengo tiempo para estas cosas, ahora mismo quisiera descansar." Su voz estaba cargada de irritación, como si la interrupción fuera una carga más en un día ya estresante.
"Además, has estado actuando bastante extraño. Antes eras reticente a ayudar, y después del examen de la isla, estás más que dispuesto. Y esa conversación que tuviste más temprano con Katsuragi y Ryuen... Usualmente te hubieras quedado en el fondo, solo observando. ¿Qué te pasa últimamente?" Horikita continuó, su tono desafiando una explicación mientras su mirada penetrante buscaba respuestas.
La observé fríamente, sin inmutarme por su actitud. "Lo que pasa es que dije que te ayudaré a llegar a la Clase A. Creo que podré ayudarte a subir de clase con los defectos de nuestros compañeros." Mis palabras fueron directas y calculadas, el hielo en mi voz dejaba claro que no había lugar para el error o la duda.
"Y no, corrijo. Por mas cargas que puedan ser se que puedo llevarte a ti y a nuestros compañeros a la Clase A." Dije, con una gran seguridad. Mientras hablaba, tomé mi teléfono nuevamente, navegando rápidamente por las aplicaciones hasta encontrar la información que buscaba.
Con un toque preciso, copié los datos relevantes y accedí al chat con Horikita. Pegué el documento que había encontrado y la envié, esperando que la claridad de los detalles reemplazara sus dudas.
Un instante después, una notificación apareció en el teléfono de Horikita. Ella lo miró, sus ojos se posaron en la pantalla con creciente interés. El desconcierto en su rostro se hizo evidente al ver que el mensaje era mío, y más aún al revisar la información que le envié. Su confusión era palpable, y no podía evitar sentir una leve satisfacción al observar cómo su mente intentaba descifrar el el documento que le había presentado. solo una leve venganza por las veces que me a apuñalado con el compás, no era mucho pero algo es algo.
"¿Qué es esto?" preguntó Horikita con un tono de escepticismo, frunciendo el ceño mientras miraba el documento que le había pasado. Su voz estaba teñida de una mezcla de curiosidad y desconfianza.
"Es lo que es. Los 'VIP' de cada grupo," respondí con calma, como si la información no fuera particularmente significativa. Mi tono era casi indiferente, como si estuviera hablando del clima.
"¿Q-qué? ¿Cómo conseguiste esto?" Su susurro se volvió más intenso, y se inclinó un poco hacia mí, intentando reducir el volumen de su voz. La proximidad hizo que notara la tensión en su expresión, la sorpresa en sus ojos.
"Sencillo," comencé, manteniendo un tono bajo pero frío. "Solo encontré el patrón. Utilicé a Kōenji. Fue demasiado fácil. Sabes, tú debiste haber pensado en Kōenji, pero aún estás demasiado llena de ti misma. Es realmente patético."
Sus ojos se abrieron con incredulidad, y noté cómo la rabia empezaba a burbujear en su interior. "¿Qué estupidez estás diciendo? ¿Me estás subestimando?" Su voz se alzó, claramente molesta por mi comentario. La frustración era evidente en cada palabra, en cada gesto.
"Baja la voz," le ordené, mi tono frío y cortante, interrumpiendo su creciente enojo. "¿Acaso pensaste siquiera en hablar con Kōenji para averiguar qué nombre entregó y por qué? No, no lo hiciste. Así que cállate y escucha. Te he dado la información, y ahora tú decides qué hacer con ella."
La tensión en el aire era palpable, y mientras Horikita trataba de controlar su enojo, su mirada fija en el documento, supe que el momento estaba en mi manos.
Horikita me miró con una mezcla de escepticismo y desdén. "¿Y yo cómo sé que esta información es correcta?" preguntó con un tono mordaz. "Si te equivocas por confiar en Kōenji, podríamos acabar en la ruina."
Me mantuve impasible, mi mirada fija en el horizonte. "La clase podría irse a la ruina si te equivocas tú también. Tú tienes la información, tú eras la líder de la clase, tú decides qué hacer con lo que te he entregado."
Horikita frunció el ceño, su expresión revelando una mezcla de frustración y determinación. "Revisa todos los nombres que te he entregado. Sé que si los examinas detenidamente encontrarás el patrón para identificar al 'VIP'."
Mi voz se volvió más calmada, buscando apaciguar la tensión.
Su mirada se endureció por un momento antes de suavizarse con una mezcla de resignación y aceptación. "Sabes, ahora eres más molesto que antes. Pero no sé si me agradas más ahora que estás decidido a ayudarme o antes. cuando no hablabas y tenía que obligarte a hacerlo." Horikita suspiró, dándole un toque de resignación a sus palabras. "Está bien, mañana revisaré la información para encontrar el patrón que se siguió. Así podré estar más segura de la validez de tu información y actuar en consecuencia."
"Por mí está bien, es tu decisión. Ahora vete, quiero estar solo," dije con una calma calculada. Mi tono era firme, pero no hostil, como si realmente no me importara su partida. Sin embargo, la mirada que Horikita me lanzó estaba cargada de irritación, un destello de molestia en sus ojos.
"Lo que sea. Que tengas buenas noches, Ayanokōji-kun," respondió ella, su voz mezclando resignación y un dejo de desdén. Se puso de pie se dio la vuelta y comenzó a alejarse, sus pasos ligeros y decididos resonando suavemente en la noche.
"Que tengas buenas noches," le devolví el saludo, mi voz manteniendo su calma impasible mientras observaba su figura alejarse.
Cuando se perdió en la distancia, me permití un momento para pensar. La brisa marina se arremolinaba a mi alrededor, pero mi mente estaba enfocada en otro lugar.
Espero que no me decepciones, Horikita, me dije para mis adentros. No me gustaría darle el gusto a Kushida de tener que deshacerme de ti. Sin embargo, si no produces los resultados que espero, no tendré otra opción que reemplazarte. La imagen de Horikita, con su determinación y capacidad, cruzó mi mente. Ella era una pieza clave en el tablero de este juego, y no podía permitirme fallar en la evaluación de su utilidad.
Dejé que el tiempo pasara lentamente, esperando que la noche se hiciera un poco más profunda. La siguiente persona con la que planeaba hablar estaría despierta hasta tarde, así que no había necesidad de apresurarme. La pantalla de mi celular permanecía encendida, mostrando el nombre que planeaba contactar más tarde: "Chabashira-sensei". El nombre y el número estaban claramente visibles.
Mientras contemplaba la pantalla, me preguntaba qué papel jugaría Chabashira-sensei en los eventos que se avecinaban. Su presencia en la escuela era significativa, y su influencia podría ser un factor determinante en los futuros desarrollos. Mi mente trabajaba en segundo plano, evaluando cada posible interacción, cada detalle que pudiera jugar a favor o en contra de mis intereses.
Soy una persona que utiliza y manipula a los demás sin remordimiento. reflexioné, mientras mi mirada se mantenía fija en el nombre en la pantalla. Muchos pensarían que me molesta ser utilizado, pero están equivocados. Porque en el momento en que alguien se involucra conmigo, en el momento en que me usan, se convierten en piezas de un escenario que yo controlo.
Las amenazas pasadas de chabashira me otorgaba un control sutil pero firme sobre el flujo de nuestras próximas interacciones. No era el tipo de control que se imponía abiertamente, sino uno que se tejía con precisión, moviendo las piezas en el tablero sin que nadie sospechara el alcance real de mi influencia. En cada interacción, en cada movimiento, la clave era el control absoluto.
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Fin del capítulo.