[La perspectiva de Margaret]
Me quedé a medio recostar en la cama para calmarme la respiración. Mi camiseta negra acababa de ser apartada por Donald y estaba descansando sobre mi estómago, dejándolo expuesto. El cierre de mis shorts estaba desabrochado. Con mis shorts colgando en mis muslos, mis piernas seguían en la misma posición que estaban —descansando sobre él, abiertas en su dirección.
Y Donald estaba de pie frente a mí, mirándome con una expresión indescifrable.
Su detención súbita me hizo sentir incómoda. Parecía como si siempre fuera yo la que lo quería desesperadamente, y él siempre estuviera calmado y elegante. Era como si estuviéramos en mundos distintos y yo nunca hubiera entrado en su mundo.
—Cariño, lo siento. Tengo algo que hacer.
Vi la disculpa en los ojos de Donald, pero no podía creer que se estaba yendo en este momento.
Lo miré, tratando de hacerlo quedarse. —Quédate. Por favor.