Dora regresó a casa antes de que el sol saliera completamente en el cielo. Llevaba su fardo de lana. Estaba emocionada, esto era el comienzo de algo nuevo.
Nyx la estaba esperando a que llegara. Sonrió ampliamente en cuanto la vio con el fardo de lana.
—Ah, Dora —sonrió y fue a ayudarla.
—Está bien, puedo hacerlo yo misma —dijo ella.
—Deja que te ayude —insistió.
Dora sacudió la cabeza:
—No. ¿Por qué estás despierta tan temprano? Deberías estar descansando.
—No puedo simplemente sentarme y dejar que hagas todo el trabajo. Tengo que ayudarte.
—Todo lo que tienes que hacer ahora es descansar.
Ella dijo:
—Eres una persona tan buena, muchas gracias Dora.
Ella asintió:
—Todo lo que tengo que hacer ahora es empezar a trabajar, mañana debería ser un buen día para comenzar a venderlos —sonrió con ilusión.
Nyx asintió:
—Definitivamente te ayudaré a organizarlos —comenzó a desatarlos.