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Chapter 4 - Capítulo 4 – Lo siento, pero morir no está en mis planes.

"Son los que perseguían al muchacho..." susurré para mí mismo, mientras un escalofrío me recorría la espalda. Eso explicaba por qué mi cuerpo temblaba sin control. Este cuerpo, con todos sus recuerdos recientes y cicatrices, aún sentía el terror que aquellos hombres le habían causado.

Este cuerpo estaba grabado.

Podía intentar respirar hondo, calmarme, pero era imposible. Esto no era como entrar y salir de un personaje en un escenario. Este cuerpo, esta vida... ahora me pertenece. Yo era él, y él era yo . Pero, aunque mi mente de 38 años intentaba racionalizarlo, aún era demasiado pronto para desprenderme de lo que el muchacho había vivido, de lo que había sentido, el temor a perder la vida .

Nadir Valdez tenía apenas 18 años cuando murió, y soportar todos esos meses de acoso y golpes había sido una carga inmensa para alguien tan joven.

Incluso para mí, que había lidiado con acosadores y fanáticos obsesivos, sabía que el miedo no se disuelve fácilmente. Las emociones no se desvanecen solo porque lo deseas. El miedo se aferra.

Mientras mi mente corría en busca de una solución, el hombre de en medio me vio, y su voz, llena de veneno y arrastrada por el alcohol, me sacó de mis pensamientos.

"Te encontré." Rugió con una furia contenida, su tono amenazante resonando en la noche, traspasando toda la distancia entre nosotros.

Maldita. Quería correr, gritar, golpearles la cara hasta que suplicaran por piedad. Pero en este momento, el miedo me mantenía paralizado. Me estaba dando cuenta de lo difícil que era separar lo que yo haría y pensaba de lo que este cuerpo, este Nadir Valdez, había hecho y pensado.

Sus pasos se volvieron más rápidos, el ritmo de sus pisadas aumentando con cada segundo hasta que comenzó a correr hacia mí. La situación se volvió más peligrosa. Tenía que actuar.

Miré a mi alrededor, desesperado, buscando a alguien, a cualquiera que pudiera ayudarme.

Nadie.

Por supuesto que no hay nadie, ¿cuándo la vida me lo pondría fácil? Entonces, sin pensarlo dos veces, me di la vuelta y comencé a correr. Corre como si tu vida dependiera de ello... porque, maldita sea, ¡sí que depende!

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Lo que no sabía Nadir Valdez era que los tres hombres que lo perseguían estaban bastante sorprendidos.

"José, ¿acaso no apuñalaste a ese pendejo?" preguntó uno de los hombres de atrás, el más chaparro, con una expresión de desconcierto.

"Estoy seguro que sí" respondió José, con una voz arrastrada por el alcohol. Apenas se le entendía, ya que había estado bebiendo hasta hace unos momentos.

"¡Dejen de hablar y persíganlo!" ordenó el líder con una furia palpable. Su rostro estaba enrojecido y sus ojos brillaban con determinación. Su mente no estaba lúcida y su orgullo había sido aplastado por un niño que, no solo intervino para salvar a la chica, si no que continuo escapando de sus manos.

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La brecha entre nosotros se estaba cerrando rápidamente.

Los latidos de mi corazón resonaban en mis oídos mientras mis pies golpeaban el suelo, cada paso empapado de adrenalina. Pero en el fondo de mi mente, lo sabía. Este era solo el principio. El principio de una carrera que no sabía cómo terminaría, pero una cosa era segura: morir de nuevo no estaba en mis planes.