Esta historia ocurrió un día como un rayo salido de la nada. Ya que yo tenía el título de
el más malo de la universidad, la mayor parte de los estudiantes normales me dejaban hacer
lo que quería. Día a día, incluso los de aspecto rudo evitaban el contacto visual y se movían
para dejarme pasar.
Aunque yo no estaba actuando como un engreído. Yo de verdad quería una vida simple.
Otras personas hacían lo que querían a mi alrededor, pero yo no dejaba que eso se me fuera
a la cabeza. Yo solo quería vivir mi vida.
"¡Ah! ¡Hola, Jefe! ¡Llegaste!"
Por desgracia, algunas personas no podían leer entre líneas y se esforzaban por sacarme
de quicio.
En este caso: Linia. Después de verme desde la distancia, esa chica vino corriendo hacia
mí. Si ella estaba feliz de verme, no podía significar nada bueno.
"¿No se supone que ibas a estar con Pursena el día de hoy?" Yo quería seguir mis
instintos e ignorarla, pero eso iba a causar problemas a su propia manera.
"Ella fue a recoger algo de carne que ordenó en la carnicería, miau."
"Ella siempre ordena algo, ¿eh…?"
"Pursena incluso les hace solicitudes a los aventureros, miau," dijo Linia, sacudiendo su
cabeza de la exasperación.
Dudaba que Linia hubiese venido hacia mí solo para platicar. "Y bien, ¿qué quieres?"
"Ven conmigo un momento, miau. Hay un recién llegado molesto que no me hace caso,
todo porque quiere conocerte a ti. Tienes que imponerte y mostrarle quién es el jefe."
¿Ven? Sabía que era algo así. "Por favor, ya basta. No me impondré a nadie. De hecho,
apuesto a que este recién llegado terminará intimidándome."
"¡Todo estará bien! No te preocupes. Tienes esto en el bolsillo, Jefe." Linia claramente
no iba a respetar mi negativa.
Ella terminó llevándome hacia una zona detrás del campus. Este lugar era el cielo para
los felinos, y Linia con frecuencia tomaba siestas aquí. El sol estaba en lo alto del cielo, lo
cual proyectaba varias sombras, y casi diez gatos disfrutaban de la luz del sol. Cuando Linia
se acercó, ellos se despertaron de golpe y maullaron felizmente mientras se pegaban a sus
piernas. Ese era el carisma de la Tribu Doldia.
"¿Dónde está el recién llegado?" pregunté. No hay forma de que ella estuviera hablando
de un gato.
"Justo aquí, miau."
Aparentemente, ella sí hablaba de uno. Linia apuntó hacia un lugar cálido donde la luz
del sol daba más fuerte. Ahí había un solitario gato estirado. Cuando nos vio a Linia y a mí,
este en efecto comenzó a comportarse de forma insolente, roncando y mirando hacia nosotros
con un rostro que decía, ¿Qué quieren unas molestias como ustedes?
"¡Oye, pedazo de basura! ¿Crees que podrás salirte con la tuya después de tomar esa
actitud hacia el Jefe? ¿Crees que seguirás teniendo ese pequeño espacio tuyo después de
insultarlo? ¿Miau?"
No sabía si considerar esta conversación entre un gato y una mujer gato como algo
sobrecogedor o que daba vergüenza ajena. En cualquier caso, el recién llegado (o como sea)
se puso de pie con una expresión amarga. A pesar de que no podía hablar, sentí que me estaba
saludando de alguna forma.
En ese momento fue cuando lo vi.
¡Ah…!
Algo yacía bajo la barriga del gato insolente —algo con una forma que recordaba con
lujo de detalles. Era de un blanco puro, aunque estaba destrozada en ciertos lugares.
"Jefe, ¿ese no es tu tesoro…?" preguntó Linia.
Sentí que mi pelo se erizaba dentro del silencio que surgió.
Esperen un momento. Es imposible. Esa no podía ser la reliquia sagrada. Estaba seguro
de que le había rezado esta mañana. Luego la había dejado sana y salva dentro del altar. ¿Esto
significaba que, durante las pocas horas que pasaron entre ese momento y ahora, el gato había
irrumpido en mi habitación, para robar lo más preciado para mí?
"¡Maldito gato ladrón…!" murmuré.
Los otros gatos huyeron como arañas bebé. En cuanto al gato incriminado en cuestión,
su cola se levantó de forma amenazante. Trató de huir, solo para que Linia lo agarrara
inmediatamente.
"Qué mal, miau… Hiciste algo que no debiste hacer. Pero Jefe, viendo que este ladrón
es un pariente mío, quiero que busques en tu corazón la fuerza para perdonarlo. Solo le gusta
robar bragas como un pasatiempo."
"Lo despellejaré vivo y usaré su piel como una alfombra."
"¡Cielos! Solo, eh, tranquilízate un poco, ¿quieres? No estás actuando como siempre,
Jefe…"
"No te preocupes. Aprendí a despellejar animales en el Continente Demoniaco. Puedo
hacerlo de forma rápida y limpia."
El gato se quedó como una estatua, aparentemente a punto de orinarse encima. Pero yo
de seguro no dejaría pasar este incidente. Podrían decir que la reliquia sagrada era una
extensión de mi propia alma. Me había ayudado a superar muchos momentos difíciles. Pensar
que ahora estaba hecha pedazos… Esperen un momento.
"Esperen un momento. Esta no es la reliquia sagrada, ¿o sí?"
Podía darme cuenta, ya que la había visto cada día. Estas bragas eran parecidas, pero
sutilmente diferentes en ciertas partes.
Linia apartó la mirada y se quedó en silencio.
Viendo su oportunidad, el gato se zafó de su agarre y cayó al suelo, para luego salir
corriendo como un conejo aterrado.
"¡B-bueno, ahora sabe quién es el que manda en la escuela, miau! Todo bien, ¿eh?
Gracias por ayudarme, Jefe."
Ah… ahora lo entiendo. Para enseñarle una lección al gato, Linia le había dado un par
de bragas similares que ella había roto. Miren la audacia de esta chica…
"¿De verdad, Linia…? Ciertamente todo está bien."
"¡Sip! ¡Acabamos de restaurar la paz de esta escuela, miau!"
"Eso no fue lo que quise decir. Si esas bragas hubiesen sido la reliquia sagrada real, la
alfombra habrías sido tú."
Linia literalmente metió la cola entre sus piernas y salió corriendo.
Desde ese día en adelante, incluso los gatos empezaron a evitarme. Pero en ocasiones,
cuando despertaba en las mañanas, había un ratón muerto sobre mi almohada. Lo tomé como
que los gatos me respetaban… espero.