A la edad de tres años, Kael ya había descubierto todas sus habilidades, aunque aún estaban en proceso de desarrollo. Su mente trabajaba a una velocidad vertiginosa, y su capacidad para leer pensamientos y adaptarse rápidamente lo hacían un adversario formidable. Sin embargo, Kael sabía que necesitaba más poder para alcanzar su objetivo de controlar Eldoria. Recordando al anciano que había visto su potencial, Kael decidió buscarlo. Pasó meses recorriendo los bosques y aldeas cercanas, preguntando a los habitantes y siguiendo pistas, pero el anciano parecía haber desaparecido sin dejar rastro. Frustrado pero no derrotado, Kael decidió que debía encontrar otra manera de aumentar su poder. Fue entonces cuando escuchó rumores sobre la biblioteca secreta de la secta Luminis, un lugar donde se guardaban las técnicas más poderosas y antiguas del reino. Decidido a obtener una de esas técnicas, Kael comenzó a planear su infiltración. Una noche sin luna, Kael se escabulló dentro del recinto de los Luminis. Utilizando su telepatía, evitó a los guardias y encontró la entrada a la biblioteca secreta. Sin embargo, dos guardias custodiaban la puerta. Con su percepción de detalles críticos y su memoria muscular estratégica, Kael anticipó sus movimientos y, en un combate rápido y preciso, los dejó inconscientes. Dentro de la biblioteca, Kael buscó entre los antiguos pergaminos hasta encontrar lo que buscaba: una de las cinco técnicas secretas de la secta Luminis. Esta técnica le permitirá crear dos ilusiones de sí mismo y multiplicar su velocidad por tres. Con esta nueva habilidad, Kael sabía que su poder aumentaría significativamente. Con el pergamino en mano, Kael escapó de la biblioteca y del recinto de los Luminis. Sabía que no podía quedarse en su pueblo natal; su ambición lo llevaba a buscar nuevos horizontes. Así, dejó atrás todo lo que conoció y se aventuró por su cuenta, decidido a perfeccionar sus habilidades ya seguir su camino hacia el control total de Eldoria. Mientras viajaba, Kael practicaba la técnica robada, creando ilusiones de sí mismo y moviéndose a una velocidad increíble. Cada día se volvía más fuerte y más astuto, siempre un paso adelante de aquellos que intentaban detenerlo. Su mente prodigiosa y su determinación inquebrantable lo guiaban en su camino, y Kael sabía que, tarde o temprano, Eldoria estaría bajo su control.