[¿Cuál es la forma correcta de comenzar una historia? ¿Qué forma es la indicada de contar algo? ¿Qué ideas se deben tener al narrar un aspecto básico de un suceso único? Son cosas que me pregunto en este instante. Pero sobre todo, hay algo que no puedo sacar de mi mente en este momento…]
El velo de fuego se alza sobre los escombros de un edificio en colapso. Los temblores se intensifican, y los chirridos del metal ardiente se entrelazan en un sinfín de ecos. Lamentos y gritos estridentes llegan a sus oídos, pero él, completamente ajeno a sus sentidos, está absorbido por la visión de la sangre que corre desde el suelo bajo sus rodillas hacia el frente.
El joven alza la mirada, apenas capaz de soportar el rechinido de sus músculos retorciéndose en su cuerpo adolorido.
*Hff, hff…*
Con la respiración entrecortada, son solo sus jadeos los que emergen mientras lucha por comprender lo que ocurre a su alrededor. El intenso calor que se aviva en su entorno, el poco oxigeno que llega a sus pulmones y aquel fuerte sonido chirriante.
Un accidente acaba de ocurrir, una tragedia en su máxima expresión.
Decenas de personas emergen tambaleándose de una densa nube de humo, pero lo que se revela más allá de la bruma es aún más aterrador: un fuego abrazador que devora todo a su paso.
*¡Zzzzt!*
El rojo incandescente se adueña de su visión y un dolor punzante se clava en su cabeza como un cuchillo afilado. Su mirada borrosa apenas alcanza a distinguir la sangre en sus temblorosas palmas, una sangre que parce brotar de su propio ser. No solo es su costado, ni el suelo bajo él; su propia cabeza esta derramando grandes cantidades de sangre.
"Duele…" piensa con una claridad agonizante. "Mucho… ¡Duele mucho!" se inclina hacia delante, sosteniendo la mitad del rostro con la palma ensangrentada. El dolor es tan intenso que lo arrastra hacia las náuseas, mientras su mente se tambalea en una tormenta de desesperación.
Sus jadeos se hacen cada vez más fuertes, pero los gritos a su alrededor se alzan aún más. Su mente arde, el dolor en su cabeza es casi insoportable. Se inclina hacia adelante, provocando que su rostro se restregué contra la sucia alfombra que tiene por delante.
"¿Por qué no termina esto?"
"¡Ayuda! ¡Alguien, por favor!"
"¿Cómo pudo llegar esto a pasar?"
"Mi hijo, ¿dónde está mi hijo?"
"¡No puedo soportarlo más!"
Su puño frente a él tiembla, el dolor en su cabeza se intensifica con cada segundo que pasa. "¿Dónde están…?" murmura débilmente, su voz apenas un susurro ahogado por el sufrimiento. Con un esfuerzo considerable, levanta su rostro del suelo, recargándolo contra la alfombra mientras un flujo de líquido oscuro empieza a manchar el suelo a su alrededor.
Mientras su rostro se restriega contra la superficie áspera, el malestar parece aumentar. El líquido se extiende por su cara y cae lentamente al suelo. Con un tembloroso impulso, se esfuerza por mantenerse consciente, sus ojos se abren con dificultad, enfocados en la alfombra que tiene bajo él.
—¡¿D-Dónde…?!
Su pregunta queda suspendida en el aire, un eco de desesperación en medio del caos que lo rodea.
*PAF*
Su cabeza cae al suelo, finalmente se había rendido. Y cuando sus ojos se cerraron, aquella fisura en su cráneo se había abierto.
Una fisura que se extiende más allá de lo impensable.
Al igual que más allá de la bruma de humo, aquel fuego que le precedió a un tren incrustado en la cima de uno de los edificios más altos de aquella… ¿Ciudad?
Aquel lugar, vasto en extensión, está bajo un cielo teñido de rojo que se extiende sobre la ciudad. Entre las torres elevadas, las calles se despliegan como arterias pulsantes, llenas de vehículos flotantes que se desplazan en silencio, siguiendo rutas luminosas que guían su trayecto. Sin embargo, todo se detiene por un instante al observar el caos en el horizonte: un tren ha chocado con un edificio, dejando una estela de humo y llamas que interrumpe la armonía de la metrópoli.
En su interior, entre todas esas personas que se agrupan en un solo piso en llamas, solo uno de tantos importa.
Mas allá del interior del accidente, el interior de un cráneo herido donde refluye, donde la sangre avanza, donde fluye en todos su esplendor hasta la cavidad más profunda de su cerebro inundándolo.