Existe una frase, una que dice "La tercera guerra mundial será librada con armas nucleares, y la cuarta será luchada con palos y piedras". Comúnmente se atribuye esta frase Albert Einstein, aunque no hay evidencia clara que el haya dicho eso. Sin embargo, la frase está ahí, la frase estuvo ahí mejor dicho.
———————————————13 De junio Del 2027———————————————
No se conoce con exactitud lo que ocurrió, ni los detalles ni el motivo exacto.
En el contexto de la historia humana, el término "guerra" ha llegado a representar mucho más que un simple conflicto: se ha convertido en un símbolo de arrogancia, egoísmo y el insaciable anhelo de poder. Este deseo de control absoluto es lo que desencadenó el caos que transformó el mundo.
El 13 de junio de 2027 marcó el comienzo de una nueva era de devastación, cuando se produjeron los primeros ataques nucleares. Lo que inició como un simple conflicto—una serie de disputas verbales entre dos naciones, como tantas veces había ocurrido antes—se transformó en algo mucho más grave. Un solo evento, una sola muerte, fue suficiente para desencadenar una reacción en cadena que llevó a la catástrofe.
Aunque la historia parece repetirse, como si fuera una narración de eventos predecibles, esta vez no se trataba de "lo mismo de siempre". Esta vez, el impacto fue profundo y diferente. La tragedia no fue simplemente otra iteración de conflictos pasados, sino una ruptura definitiva con lo que se había conocido. Lamentablemente, lo que siguió a aquel día demostró que esta vez, la historia no se repitió de manera habitual; el costo y las consecuencias fueron mucho mayores.
———————————————29 De agosto Del 2035———————————————
La guerra termino.
Dejando tras de sí un legado de devastación y ruinas. El conflicto, que se extendió por alrededor de ocho años, estuvo marcado por una interminable ola de sangre, desesperación y sacrificios que, en última instancia, parecían no tener valor. La magnitud del caos fue abrumadora, y el mundo, una vez familiar, se transformó en un escenario de desolación sin precedentes.
Las principales potencias mundiales—Estados Unidos, China, la Unión Europea, Rusia e India—cayeron en una espiral de fracaso y destrucción. Cada una de estas naciones, que antes eran pilares de poder y estabilidad, se vio arrastrada hacia un colapso casi total. Sus sistemas políticos, económicos y sociales se desmoronaron, condenando a sus poblaciones a vivir en una era en la que todo lo que conocían se había desvanecido.
La tecnología, la infraestructura y los valores que alguna vez sustentaron a estas civilizaciones se volvieron recuerdos lejanos, eclipsados por la barbarie y el caos que dominaban el panorama.
El mundo, que una vez disfrutó del esplendor de un cielo azul, se sumió en una oscuridad omnipresente. La luz del sol parecía haber sido extinguida, cubriendo el planeta con una capa de penumbra que se prolongaría por al menos dos décadas más.
———————————————1 De Febrero Del 2061———————————————
Ocurrió en Japón…
En una época en la que el mundo aún luchaba por reconstruirse tras los devastadores eventos de la Tercera Guerra Mundial, un joven de alrededor de quince años emergió en Japón. A primera vista, parecía un adolescente común, pero su presencia estaba destinada a desencadenar una serie de eventos que sacudirían los cimientos de lo que quedaba del mundo.
Después del conflicto, el mundo se había estancado en una lenta y ardua reconstrucción. Muchas personas creían que lo peor había pasado, que el colapso de las antiguas civilizaciones y el desmoronamiento de sus estructuras eran el máximo grado de sufrimiento y pérdida. Sin embargo, pronto se darían cuenta de que lo que les esperaba era aún más profundo y perturbador.
Este joven, conocido como "El Primero", llegó para desafiar las expectativas y alterar el curso del futuro. Aunque su aparición podría haber parecido la de un simple adolescente en un momento de incertidumbre, el impacto de su existencia sería mucho más significativo.
De manera simbólica, comparable a un mesías que divide los mares en relatos antiguos, "El Primero" abriría los cielos en un sentido metafórico, trayendo consigo cambios que redefinirían la realidad tal como se conocía.
Pues…
La estructura mental de un ser humano, en términos generales, se basa en una compleja red de interacciones entre el cerebro y el sistema nervioso central.
El cerebro humano, compuesto por miles de millones de neuronas, funciona como el órgano principal de procesamiento de información. Sus diferentes regiones están especializadas en diversas funciones: el córtex cerebral se encarga de procesos cognitivos complejos como el pensamiento, la memoria y la toma de decisiones; el sistema límbico regula las emociones y las respuestas instintivas; y el tronco encefálico coordina las funciones básicas de supervivencia.
En la mayoría de las personas, estas áreas del cerebro trabajan en conjunto para gestionar y interpretar la realidad, permitiendo una percepción coherente del entorno y una respuesta adecuada a las situaciones.
La cognición, la percepción y el control emocional son procesos que, aunque increíblemente sofisticados, siguen patrones relativamente estables en los seres humanos. Estos patrones se desarrollan a lo largo de la vida, influenciados por la genética, el entorno y las experiencias personales.
Sin embargo, el joven conocido como "El Primero" se destacaba notablemente en comparación con este esquema estándar. Desde su aparición, se hizo evidente que poseía una habilidad cognitiva extraordinaria, una capacidad que desafiaba la comprensión común. Mientras que el cerebro típico procesa la información de manera lineal y secuencial, "El Primero" parecía operar en una dimensión completamente diferente.
En lugar de limitarse a los métodos convencionales de procesamiento y percepción, su mente parecía tener la capacidad de acceder a una forma avanzada de cognición. Esta habilidad no solo le permitía percibir y analizar datos con una claridad y rapidez excepcionales, sino que también le otorgaba una percepción casi premonitoria de eventos futuros o patrones subyacentes en la realidad. Era como si pudiera entrelazar hilos de información dispersos y conectar conceptos de manera instantánea, revelando conexiones que el cerebro humano promedio no podría detectar.
La naturaleza exacta de esta habilidad se mantenía aún en misterio.
———————————————30 De Julio Del 2070———————————————
Nació en Europa del Este, una región marcada por su historia y tradiciones, pero el niño de quince años que apareció en Japón hace nueve años no tenía vínculos con lo que uno podría considerar una religión convencional. Más bien, su presencia evocaba una sensación de antiguo feudalismo, un eco del pasado en un mundo en ruinas.
Durante ese tiempo, el joven, conocido como "El Primero", regresó acompañado de un creciente ejército de seguidores. En un mundo fragmentado, todavía en proceso de reconstrucción tras una devastadora guerra, estos seguidores, denominados "Libres", comenzaron a llenar las calles y a marcar una diferencia significativa.
La aparición de "El Primero" y sus seguidores no era un fenómeno aislado. Tras nueve años de investigación y el nacimiento de más individuos similares, se llegó a una conclusión alarmante: algo extraordinario había ocurrido. Quizás fue la radiación persistente de las bombas nucleares que devastaron el mundo hace décadas, tal vez una nueva etapa en la evolución humana, o incluso un castigo divino. Las opiniones estaban divididas: unos veían a los "Libres" como la próxima fase en la evolución humana, mientras que otros los consideraban una amenaza que debía ser contenida.
Los "Libres" eran aquellos cuya estructura craneal no se cerró como se esperaba. Normalmente, al nacer, los seres humanos tienen un cráneo compuesto de varias placas óseas separadas por fontanelas. Durante los primeros 18 meses de vida, estas fontanelas se cierran gradualmente, reduciendo el flujo sanguíneo en el cerebro. Sin embargo, en los "Libres", este proceso natural no ocurrió. En lugar de desarrollar las enfermedades asociadas con un cráneo no cerrado, estos individuos mostraron capacidades extraordinarias.
Desde una edad temprana, los "Libres" demostraron habilidades sobrehumanas. Su percepción sensorial superaba con creces la de los humanos normales: podían escuchar a distancias sorprendentes, ver objetos a kilómetros de distancia e incluso olfatear como si fueran lobos. Sus capacidades no solo desafiaban los límites del conocimiento humano, sino que también les permitían percibir aspectos del mundo que permanecían ocultos para los demás.
"El Primero", quien se destacó por su habilidad de análisis excepcional, utilizó su ingenio para desarrollar habilidades únicas. Su capacidad para predecir y analizar situaciones lo colocó en la cima de su generación, convirtiéndolo en un líder influyente y un pilar fundamental entre los "Libres". Aunque algunos consideraban sus habilidades como simples teorías, muchos afirmaban que "El Primero" había alcanzado un nivel de percepción que, le permitía ver el… futuro.
La llegada de los "Libres" y el ascenso de "El Primero" marcaron un punto de inflexión en la historia del mundo. En una era de incertidumbre y reconstrucción, estos nuevos seres humanos desafiaron las nociones establecidas de lo que significa ser humano,.
Y entonces ocurrió…
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[Una cuarta guerra mundial.]
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*¡Clac!*
El cerro el libro de golpe. Sus ojos brillaban intensamente como los de un niño que recibió su juguete preferido en navidad.
"¡Es increíble!" pensó en su interior mientras su respiración agitada provocaba un vuelco en su corazón. "Lo tengo, lo tengo… ¡Lo tengo en mis manos".
El joven tenia en su rostro una extraña mueca la cual irradiaba un aura que a las personas de su alrededor las mantenía algo… distanciadas por no decir asqueadas. Era como la de un pervertido leyendo una revista porno en transporte publico aunque quizás la expresión ya fuera algo obsoleta.
Sobre su regazo estaba un gran cuadro viejo de cuero antiguo el cual parecía sacado de una película de terror. Casi como esos libros que poseen los brujos supremos —"El poder será todo mío ahora!"—aunque ciertamente para la mujer adulta sentada a su lado era algo más que basura.
Para la mujer adulta sentada a su lado, el libro era simplemente una pieza de basura. "¿Libros en papel?" pensó ella con desdén, levantándose del asiento y comenzando a caminar por la pasarela iluminada por neones.
"Veamos, solo me costó los Valorix de este ciclo. Quizás un par de semanas fuera del Archivea y quizás algunos problemas pero… ¡Lo vale totalmente!" agitaba su cabeza como niño pequeño mientras babeaba. El libro que tenia en sus manos era único no solo en el sentido de ser algo hecho de "Papel" que contenga información. También estaba el hecho de que ese libro era…
"Trrrrr… Dding!"
El tren continuaba su trayecto, anunciando la próxima estación, pero para el joven, el verdadero viaje habia comenzado con la apertura de ese libro tan especial.
De su bolsillo, el joven extrajo un pequeño objeto redondo, que no era una moneda en realidad, sino una diminuta pieza metálica, apenas más grande que un pulgar. Con entusiasmo, lo lanzó al aire y se levantó de su asiento, extendiendo la mano para atraparlo. Sin embargo, su intento fue en vano, y el objeto cayó al suelo.
Era un Epoch.
Este objeto, similar a una moneda de escaso valor, rodó por el suelo con un sonido sordo, desplazándose en la dirección en la que la mujer adulta había caminado. La mirada del joven se llenó de desesperación al ver cómo el Epoch se alejaba.
—¡Diablos…! —murmuró, frustrado.
Sin perder tiempo, el chico se levantó y arrojó el libro hacia su mochila, que colgaba de su espalda. Corrió tras el Epoch, que continuaba rodando y seguía el camino de la mujer adulta. Ella ya estaba en la puerta de salida del lugar, y el Epoch parecía decidido a no detenerse.
Las luces de neón blanco fosforescente, combinadas con los paneles de metal reluciente, brillaban intensamente, creando un resplandor cegador que envolvía todo a su alrededor. El chico, deslumbrado por el brillo, perdió de vista el Epoch por un instante.
*¡Zzzzppp!*
En ese momento, su pie tropezó con uno de los tubos metálicos incrustados en el suelo. El golpe inesperado hizo que el joven perdiera el equilibrio, y, con un gemido de sorpresa, cayó de cara contra la fría y dura pasarela. El impacto resonó en el pasillo, y el Epoch continuó rodando hacia la puerta de salida, mientras el chico yacía en el suelo, tratando de recuperarse de la caída.
El joven, aún en el suelo, levantó el rostro con lentitud. A través de su visión borrosa, notó una figura destacándose en el umbral de luz neón. Era un hombre que vestía un sofisticado gorro similar al de un vaquero, pero con un toque moderno y elegante. El sombrero estaba adornado con detalles metálicos que reflejaban la luz de manera llamativa. El hombre llevaba un maletín oscuro, con franjas brillantes que parecían casi pulsar con una luz propia, como si contuvieran algo valioso o importante.
El hombre, al notar al joven tendido en el suelo, se inclinó hacia él, con una expresión de preocupación y una sonrisa amable. Sus ojos, detrás de unas gafas de sol oscuras, brillaban con curiosidad.
—¿Estás bien? —preguntó el hombre, su voz era suave pero cargada de una presencia calmante.
El chico, aún aturdido, intentó enfocarse en el rostro del hombre mientras se frotaba la frente adolorida. Sin embargo, su atención se vio atraída por el maletín. La elegante y oscura superficie del maletín parecía estar imbuida de una sofisticación que contrastaba con el entorno frenético y desordenado del pasillo.
De reojo, el joven vio cómo el Epoch, que había estado rodando por el suelo, se acercaba lentamente a los pies de la mujer adulta que estaba a punto de salir del lugar. En ese instante, un mensaje resonó a través del parlante de la estación, anunciando que las puertas del transporte se abrirían en breve.
*Ding-dong.*
El chico, sintiendo una creciente urgencia, intentó levantarse. La mujer adulta, que había estado esperando con impaciencia en la puerta, ahora parecía distraída, mirando hacia el maletín del hombre.
Con un esfuerzo, el joven se incorporó y se dirigió rápidamente hacia el Epoch, que ya estaba casi en los pies de la mujer. El hombre con el gorro, aun observándolo con una mezcla de curiosidad y amabilidad, se quedó atrás, observando cómo el joven se lanzaba hacia el objeto que había estado persiguiendo.
—¡Espera! —gritó el chico mientras extendía la mano hacia el Epoch.
El hombre con el gorro frunció el ceño y miró hacia la mujer, quien levantó una ceja al escuchar el llamado. Las puertas del transporte se abrieron y una onda de viento empujo la cabellera de la mujer hacia atrás.
Entonces ella dio un paso hacia fuera y el Epoch le siguió.
El chico se puso de pie con un esfuerzo titánico y corrió hacia la salida del transporte, su corazón latiendo frenéticamente en su pecho. A medida que se acercaba, vio cómo el Epoch daba un pequeño brinco en el borde de la puerta abierta del tren.
*BIMB*
El sonido del Epoch al caer se convirtió en un eco de desesperación en su mente. La visión del pequeño objeto esférico girando lentamente en el aire mientras se alejaba de su alcance hizo que su sangre se helara en sus venas.
—¡No! —gritó, lanzándose hacia adelante con la esperanza de detener la caída.
La mujer, que estaba unos pasos más allá, se dio la vuelta alarmada al ver a un adolescente lanzándose hacia ella. Su grito resonó en el pasillo, lleno de pánico y sorpresa.
El Epoch, con su superficie reflejando destellos de luz, se precipitó hacia el vacío. La luz cegadora del exterior inundó el rostro del chico, haciéndole entrecerrar los ojos mientras observaba cómo la moneda se alejaba rápidamente hacia el abismo entre el tren y el pasaje. La caída era de al menos 30 metros, y en ese breve instante, el chico vio cómo el Epoch se perdía de su vista, su destino incierto.
Mientras se lanzaba hacia el borde de la puerta, la mujer con el vestido blanco quedó justo delante de él. La colisión fue inevitable. El chico chocó con ella, y ambos cayeron al suelo del andén con un fuerte estrépito.
El grito de la mujer, combinado con el estridente bullicio de la caída y el choque, atrajo la atención de las personas cercanas. Miradas de sorpresa y confusión se volvieron hacia la pareja en el suelo. Los pasajeros del tren, que se estaban acomodando para bajar, observaron el caos con inquietud.
El chico, aún aturdido por el impacto, se levantó rápidamente. Miró desesperadamente hacia el borde del andén, tratando de vislumbrar el Epoch en el espacio vacío, mientras las personas comenzaban a rodear la escena y a murmurar entre sí.
"No es cierto…" dijo con desanimo al ver el vacío de aquel gran edificio extenderse hacia abajo donde seguramente su Epoch desapareció. "Tal vez si bajo ahora…" trato de darse ánimos, pero a quien engañaba. Los Epoch serán todo lo que las personas quisieran pero, no son resistentes a nada y el muy idiota del chico, aun así decidió jugar con ella.
La mujer del vestido blanco se puso de pie con dificultad, sacudiéndose el polvo de su atuendo con movimientos bruscos. Su expresión reflejaba una mezcla de enfado y sorpresa mientras miraba al chico que aún estaba en el suelo, su atención totalmente centrada en el vacío entre el tren y el andén.
—¡¿Qué demonios te pasa?! —exclamó la mujer, su voz elevándose por encima del bullicio de la estación. Sus manos, aún temblorosas, se posaron en sus caderas mientras se acercaba al chico con una mirada furiosa—. ¿Por qué te lanzaste así? ¡Podrías haberme lastimado! ¿Y qué demonios era eso que estabas intentando alcanzar?
El chico no le prestaba atención. Su mirada seguía fija en el abismo entre el tren y el andén, como si esperara ver el Epoch regresar por sí mismo. Los murmullos de los transeúntes comenzaron a aumentar a medida que la escena llamaba la atención de más personas, creando un círculo de curiosos alrededor de ellos.
—¡Hola! —la mujer gritó, esta vez con más intensidad, alzando su voz para intentar captar la atención del chico—. ¡Deja de ignorarme y responde! ¿Qué era eso?
Finalmente, el chico giró lentamente la cabeza hacia ella, sus ojos reflejando una desesperación palpable. La frustración en su rostro era evidente mientras trataba de encontrar palabras para explicar su comportamiento, pero sus pensamientos seguían atrapados en el Epoch que se había perdido en el vacío.
—Lo siento… —musitó él, su voz apenas un susurro—. Era... un Epoch. Lo necesito.
La mujer frunció el ceño, claramente no entendiendo la magnitud de lo que había ocurrido.
—¿Un Epoch? —repitió, su tono ahora cargado de incredulidad—. ¿Y por eso te lanzaste como un lunático? ¡Eso no vale tu vida!
Mientras el chico intentaba explicarse, los murmullos de la multitud se intensificaron. Algunos espectadores comenzaron a acercarse, interesados en la situación que se desarrollaba frente a ellos. El chico, aún en shock, comenzó a moverse hacia el borde del andén, mirando desesperadamente hacia abajo, tratando de detectar cualquier señal de su Epoch en el espacio vacío.
La mujer, viendo la angustia en el rostro del joven, empezó a calmarse un poco. Su enfado se transformó en una mezcla de curiosidad y preocupación. Observó cómo el chico se inclinaba peligrosamente hacia el borde, intentando averiguar el destino del Epoch.
—¡Bájate de ahí! —le gritó finalmente, su voz cargada de preocupación—. No vale la pena arriesgar tu vida por algo que podría estar irrecuperable.
La multitud seguía observando, y las luces neón brillaban intensamente a su alrededor, creando un ambiente de tensión. El chico, aún incapaz de apartar la vista del vacío, finalmente aceptó la realidad de que el Epoch se había perdido.
Con un suspiro resignado, se levantó lentamente, dejando caer su cabeza con desánimo.
—Lo siento… —repitió, mirando a la mujer con una mezcla de gratitud y arrepentimiento—. No quise causarte problemas.
La mujer asintió con la cabeza, aunque todavía se notaba irritada. Los murmullos de la multitud comenzaron a disiparse mientras la mujer tomaba al chico por el brazo, ayudándolo a levantarse del suelo y alejándolo del borde del andén.
—Como sea. La próxima vez, ten más cuidado con tus cosas y con a quién te diriges, chico Idiota.
—¿Idiota? ¿Es necesario ser tan brusca?
—Podría decir mucho más… —la mujer miró a su alrededor, notando las miradas curiosas de las personas cercanas—. Pero luego parecería que soy yo la que está en el error...
*Tsk*
Chasqueó la lengua con frustración y, con un toque firme en el hombro del chico para sacudirle el polvo que había acumulado, se dio la vuelta con un gesto de desaprobación.
—Es solo un Epoch. Ve a la sala de renuncia y pide otro —dijo mientras recogía su bolso del suelo con un movimiento rápido, volviendo a colocarlo sobre su hombro. Los tacones resonaban con un ritmo constante en el andén, marcando su paso decidido—. Idiota.
Desapareció entre la multitud, y la mujer de cabello castaño se esfumó de la vista del chico de cabello oscuro, que se quedó allí, inmóvil, procesando lo que acababa de ocurrir. "Hmm…" pensó mientras su camisa azul marino se veía arrugada y su cabello desordenado como un arbusto sin peinar. La mujer había tenido un punto: "¿Conseguir otro Epoch? ¡Ja! Como si fuera tan fácil".
Con una expresión de frustración creciente, el chico se pasó la mano por el cabello, intentando reorganizarlo de manera que no pareciera aún más desaliñado. Ajustó su camisa con movimientos bruscos, intentando al menos parecer presentable mientras seguía el mismo camino que había tomado la mujer.
Al llegar a una especie de intersección en la estación, el pasillo se abría hacia la derecha y allí encontró un gran ascensor de cristal con luces de tono oscuro. La gran pantalla negra en el ascensor marcaba "Doceavo", y el chico miró a su alrededor con una creciente sensación de desesperanza mientras el tren anunciaba su próxima salida con un sonido monótono. Se rascó la cabeza con nerviosismo, sintiendo el peso de la situación apoderarse de él.
"Esto no puede ser cierto…" pensó mientras su mente giraba en torno a la frustración de la situación. Se pasó una mano por la frente, dejando claro su malestar. La imagen de la mujer y sus palabras resonaban en su mente, alimentando su malhumor.
[¡¿Qué voy a comer hoy?!]
El chico se quedó allí, en medio del bullicio de la estación, preguntándose cómo iba a resolver el problema del Epoch mientras la multitud se movía a su alrededor con indiferencia.
[…]
¿Qué es un Epoch?
Son pequeñas monedas metálicas de color grisáceo, no mayores que un pulgar, que funcionan como una versión moderna de las antiguas tarjetas. En esencia, los Epoch son artefactos que actúan como un banco personal. Almacenan lo que se conoce como Valorix, el sistema monetario utilizado en todas las subdivisiones de "¡La Gran Unión!"
¿Y que es la gran unión…?
Pues…
*¡Zazz!*
El fuerte sol de la mañana golpea con fiereza la mirada cubierta por su brazo. Poco a poco el resplandor se borra y a través de aquel ascensor con muros transparentes de cristal puro se puede percibir una gran vista que aunque sea por segundos, le hace olvidar el mal sabor de boca de hace un momento.
Una gran nación que se expande hasta donde el horizonte se lo permite.
———————————————Luminaris 54, Era 3———————————————
En el corazón de la vasta metrópoli, se encuentra un distrito que desafía los límites de la imaginación. Las calles de este inmenso complejo urbano están revestidas de paneles luminosos que cambian de color con el paso del día, creando un mosaico en constante transformación bajo los pies de los transeúntes. A lo largo de las avenidas, gigantescas pantallas holográficas proyectan anuncios y arte interactivo, que se despliegan en el aire con una claridad asombrosa.
[La "Gran Unión" fue un proceso histórico donde todas las provincias historias habitadas por rumanos se unieron en el año 1918 en un mismo estado, Rumania.]
Los edificios, en su mayoría, parecen surgir como gigantescas esculturas de cristal y metal, con fachadas que reflejan el resplandor del sol y las luces de la noche en patrones fascinantes. Las estructuras se elevan en formas fluidas y dinámicas, desafiando la gravedad con sus diseños elegantes y aerodinámicos. Muchas de ellas cuentan con jardines verticales que cuelgan de sus paredes, creando un contraste verde contra el brillo plateado de los materiales constructivos.
[Es gracias a este suceso que los predecesores a "La Gran Unión" pudieron desarrollar este lugar para nosotros.]
Los puentes y pasarelas, conectando los rascacielos y los niveles elevados de la ciudad, están hechos de materiales transparentes que permiten vistas panorámicas del bullicioso distrito por debajo. Estos caminos flotantes vibran suavemente bajo el peso de los peatones y los vehículos que se deslizan en silencio sobre ellos. Los transportes, en lugar de los tradicionales coches, son cápsulas que se desplazan suavemente a lo largo de rieles magnéticos o en tubos de vacío, moviéndose a velocidades que parecen desafiar el tiempo.
[Si hablamos de números, estaríamos argumentando una infraestructura en medio del pacifico que cubre al menos 50 millones de kilómetros cuadrados. Un complejo que ha sido meticulosamente dividido en 114 zonas de unos 438,596 kilómetros cuadrados.]
En las calles principales, el aire está lleno de un constante murmullo de conversaciones y el zumbido de vehículos que se desplazan sin ruido. Los edificios comerciales, con sus escaparates de cristal y superficies interactivas, ofrecen una experiencia de compra envolvente, donde los productos y servicios se presentan en formas innovadoras. Las cafeterías y restaurantes se mezclan con espacios de recreación digital, donde los visitantes pueden sumergirse en experiencias virtuales mientras disfrutan de la comida.
[Alrededor de 1.8 millones de personas por subdivisión… estaríamos hablando de alrededor de 200 millones de personas… ¿Algo así?]
Los espacios públicos están diseñados para fomentar la interacción y el descanso. Hay parques flotantes y zonas de esparcimiento integradas entre los edificios, con áreas de césped sintético y fuentes que emiten suaves melodías acuáticas. Las zonas peatonales están adornadas con esculturas cinéticas que se mueven en respuesta al viento y al paso de las personas, creando un ambiente vibrante y animado.
[Yo vivo en la subdivisión 54.]
Este distrito, con su combinación de tecnología avanzada y diseño innovador, ofrece una visión de una vida urbana en perfecta sincronía con el progreso, sin sacrificar la comodidad y la belleza. Cada rincón parece contar una historia de evolución y creatividad, invitando a todos a explorar sus posibilidades y descubrir su magia única.
[Es un lugar muy bonito la verdad.]
Las puertas se abrieron y estaba ahí de pie, a espaldas aun viendo lo que quedaba de ciudad envuelta en edificios abismales.
Pudo escuchar a las personas venir y se dio la vuelta enseguida.
Su cabello oscuro se sacudió.
Realmente no tenía ninguna característica que sobresaliera. Tenia cabello negro corto y era de peso promedio, ni alto ni bajo. Era un poco musculoso, aun así, como si se hubiera ejercitado. Aunque en realidad era mas por su trabajo que nada. Tenia ropa barata de una tienda vieja cerca a su hogar. Ropa que para la época en la que vivía se consideraba algo anticuada.
Pantalones oscuros con tenis desgastados con aquel sistema antiguo conocido como "Agujetas" una camisa azul marino abotonada y en su espalda, lo único que podría decirse decente, era su mochila.
La mochila presenta un diseño elegante con líneas limpias y un material sintético resistente al agua. Su cierre magnético asegura acceso rápido al compartimento principal, mientras que los bolsillos externos tienen cremalleras herméticas para mayor seguridad. Las correas ajustables y acolchadas garantizan comodidad, con una correa adicional en el pecho para soporte extra.
En su interior, ofrece compartimentos organizadores y uno acolchado para dispositivos electrónicos. Incluye un panel de carga integrado para mantener tus gadgets siempre alimentados.
El chico se vería lo suficientemente común como para rápidamente perderse en la multitud… pero debido a que la mayoría de las personas optaban por estéticas más "únicas" el sobresalía bastante.
Frente a él, la gran calle se desplegaba como un mosaico vibrante de actividad y caos ordenado. Era un amplio boulevard, con una extensión tan vasta que el horizonte se perdía entre las luces de neón y las pantallas holográficas que parpadeaban sin cesar. Las aceras estaban atestadas de gente, moviéndose en un flujo constante como un río de color y sonido.
A lo largo de la calle, las personas caminaban con una variedad de aparatos y accesorios que parecían sacados de un catálogo de innovaciones. Las multitudes se componían de individuos con ropa iluminada por tiras de LEDs y accesorios que cambiaban de color con la sincronización de sus movimientos.
Algunas personas llevaban trajes con patrones cambiantes, que se adaptaban al entorno o a sus emociones, creando un espectáculo caleidoscópico en cada paso. Otros estaban rodeados de pequeños drones que orbitaban a su alrededor, proyectando anuncios personalizados o acompañando sus pasos con suaves melodías.
Los edificios a ambos lados de la calle eran gigantescos y modernos, con fachadas cubiertas de pantallas interactivas y paneles de vidrio que se ajustaban para regular la luz y la temperatura interior.
Las marquesinas de los comercios y restaurantes ofrecían un desfile de ofertas y promociones en hologramas tridimensionales que flotaban en el aire.
Las señales de tránsito no eran simples luces, sino complejos sistemas de proyección que cambiaban de forma y color para dirigir el tráfico peatonal y vehicular con precisión milimétrica.
El aire estaba lleno de una mezcla de sonidos: el zumbido constante de los vehículos eléctricos deslizándose suavemente por el asfalto, el murmullo de conversaciones en múltiples idiomas, y la música envolvente que emanaba de los altavoces ocultos en las paredes de los edificios. Las luces de neón y las pantallas holográficas transformaban la noche en un espectáculo luminoso que hacía que la calle pareciera una pintura en movimiento.
A pesar del deslumbrante despliegue de tecnología y creatividad, había una armonía en el caos.
Cada elemento, por extravagante que fuera, parecía encajar perfectamente en la estética del lugar, creando una experiencia que era a la vez asombrosa y familiar.
En este escenario, el chico con la mochila destacaba no por su apariencia, sino por su simpleza en un mar de extravagancia y sofisticación.
Bajo su mirada y luego la alzo para ver delante suya aquel reloj en holográfico que marcaba una hora.
Era tarde "¡Es tarde!" enseguida dio un paso apresurado pero se detuvo en seco. Recordó algo "¡El Epoch!" se le formo una mueca en el rostro.
Sin el Epoch no podría pagar nada. Ni si quiera un transporte hacia donde debería ir. Bueno, aunque en realidad no lo necesitaba tanto. Estaba apenas a unas calles de distancia de su destino. El tren ya habia hecho la mayor parte del trabajo.
"Tal vez…" miro a su alrededor. Observo el gran edificio que se expandía más allá de su vista desapareciendo por el puente que tenia encima de él. "Es una mala idea. El Epoch ni si quiera cayo en esta dirección. Puede que el viento lo haya empujado pero aun así quedaría arriba del puente y ni de loco subiré ahí" suspirando por lo bajo apretó los tirantes de su mochila y se unió a la ola de personas a un costado de la marquesina.
Apenas se agrupo hombro con hombro a las demás personas comenzó a sentir como era aplastado por ellas cuando el pitido del "Pase" sonaba provocando que aquel mar se convirtiera en olas salvajes que lo ahogaban.
Quizás era un lugar bonito, pero a pesar de esto…
¿Cuál era su nombre?
Cierto… Ansoku Villin, aun tenía un día complicado que vivir. Uno que le complicaría la vida hasta el final de sus días.
Su historia apenas estaba comenzando.