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Chapter 7 - Capítulo 7 — Entendiendo el cultivo

Capítulo 7 — Entendiendo el cultivo

- Hola, anciano -saludó Yang Feng al entrar por la puerta de la humilde tienda.

La tienda era de madera y contaba con una sala espaciosa donde los clientes podían vagar libremente, explorando las estanterías que rodeaban el lugar. Al fondo, se encontraba una pequeña mesa de madera sobre la que descansaban varias herramientas de carpintería, junto a una figura semiacabada de una dama elegante y surrealista, con dos hermosas alas casi terminadas en su espalda.

El ambiente se sentía quieto y relajado.

- Has regresado, muchacho -respondió el viejo con una mirada serena, observándolo con sutileza.

Cada día que pasa parece entender más sobre el significado de la vida mortal. Su comprensión es tan profunda que a veces me pregunto: ¿qué ven realmente esos ojos suyos? ¿Ven piel... ven historias?

- Irradias un aura tranquila, casi imperceptible. ¿Qué te ha pasado en estos pocos días?

- Mmm... dormí durante ocho días, y en el camino de regreso cuestioné muchas de las cosas que creía saber. Quizás por eso me vea así -respondió con calma.

- Entiendo...

No hubo más palabras. Solo silencio. El chico se movía con tranquilidad por la tienda, observando las piedras preciosas de colores llamativos que descansaban sobre las estanterías, y unas cuantas figuras de madera con formas de humanos y bestias. El anciano, por su parte, volvió a su silla, observando por la ventana el lento movimiento de las nubes.

Finalmente, el chico habló:

- ¿Se ha enterado de la muerte de aquellos cuatro?

- Sí... has causado una gran conmoción, muchacho.

Yang Feng observaba las figuras con una mirada de interés. Cada una de aquellas figuras, con apariencia humana, representaba a inmortales que habían existido o que existían en la actualidad. Aunque al principio no lo sabía, el anciano siempre se lo mencionaba, y ya no podía ser ciego ante la realidad: la energía que emanaban las esculturas era inconfundible. De repente, tomó una figura de madera en forma de tortuga; de su cabeza sobresalían dos cuernos, y en lugar de cola, tenía una cabeza de serpiente. Por un momento, la imagen de aquella bestia cobró vida ante sus ojos: fuerte e imponente, del tamaño de tres elefantes, su presencia era abrumadora. Esto hizo que se sobresaltara por un momento.

Después de un rato volvió en si y retomo la platica.

- Se interpusieron en mi camino -dijo con sencillez.

- Mmm... seguro que sí. Pero viendo tu túnica tendrás que trabajar duro para pagarla.

- El anciano no debe preocuparse por eso. Siempre pago mis deudas.

- ¿Esta criatura también existió? -preguntó, mostrándole la figura y así cambiando de tema.

El anciano le echó una mirada leve antes de responder:

- Se dice que fue vista hace unos doscientos años. No hay pruebas confiables, pero es eso o nada.

¿Quién creería esa mentira de que la esculpió solo con las palabras de alguien más? Pero si no piensa hablar, no insistiré.

- Mmm... el mundo exterior debe ser enorme, lleno de bestias tan asombrosas como las que tiene esculpidas aquí.

- Hay muchas, chico. Pero no he podido recrearlas todas... mi comprensión no alcanza.

- Creo que entiendo a lo que se refiere, anciano. Si no es molestia, ¿podría aceptarme como su discípulo durante algunos años y enseñarme el arte de dar forma a estas siluetas?

Aunque sus palabras eran claras, el mensaje oculto era distinto: con sutileza, pedía ser guiado también por el camino correcto en la cultivación.

- Chico, siempre estás maquinando, incluso con este viejo débil... Pero ya que te he dado instrucciones antes, te aceptaré como mi discípulo -dijo sin levantar la voz.

Yang Feng dejó con cuidado la figura de vuelta en su sitio, juntó las manos y, con respeto, habló:

- Este discípulo se disculpa por haber maquinado contra su maestro. Aceptaré cualquier castigo que considere apropiado.

- ¿En serio...? -dijo el anciano con una sonrisa en los labios mientras meditaba unos segundos- Entonces, barre la tienda por mí. Eso será suficiente.

- Si ese es el castigo, lo acepto con gusto.

Una ligera curva se formó en las comisuras de sus labios, revelando lo feliz que estaba por haber sido aceptado. De inmediato tomó la escoba y comenzó a barrer de manera armoniosa.

Mientras barría, desde afuera se escucharon sonidos metálicos acercándose. Eran cinco guardias arrastrando a un lobo demoníaco encadenado. Esta vez, el lobo parecía estar en mejor estado que el anterior, con solo un par de cortes en el pecho y el cuello, que no dejaban escapar sangre, pues los guardias lo habían limpiado antes de traerlo. Cuatro de ellos se quedaron afuera, mientras uno ingresó a la tienda.

Apenas entró, sus ojos se posaron en Yang Feng barriendo con calma. Un leve asombro cruzó su mirada. Luego giró la cabeza y vio al anciano Du recostado en su silla, los ojos cerrados.

- Hola, chico. Veo que has mejorado. -dijo con tono casual.

- He descansado lo suficiente. -respondió Yang Feng, y luego se acercó al anciano. Con un suave toque en el hombro, lo despertó.

- Disculpe que lo moleste, gran anciano Du. -dijo el guardia al inclinarse con respeto. Era el corpulento guardia de la puerta este, con una cicatriz en forma de garra atravesándole el rostro.

- No hay de qué preocuparse, joven. Dime, ¿lograste cazar algo?

- Sí, gran anciano. Gracias al aviso oportuno del joven a su lado, conseguimos capturar a otro lobo demoníaco. -reportó con firmeza.

Así que al final los guardias fueron a investigar lo de los lobos, me alivia saber que no tuve que enfrentarme a dos al mismo tiempo. Pensaba Yang Feng.

El anciano Du era una figura muy respetada en el pueblo. Aunque se presentaba solo como un humilde comerciante, había vivido mucho tiempo y siempre velaba por el bienestar de todos. No combatía directamente, pero sus consejos y advertencias prevenían desastres. Gracias a ello, las bajas eran mínimas cuando surgía el peligro. Nadie sabía de dónde había venido, ni se atrevían a preguntarlo. Lo aceptaban por quien era, por sus acciones y sabiduría. Incluso el inmortal que gobernaba el lugar lo trataba con respeto, y eso bastaba para que los demás le tuvieran en alta estima.

- ¿Tenía algo inusual esta criatura? -preguntó el anciano.

- Ahora que lo menciona... sí. Se veía asustado. Como si estuviera huyendo de algo. -respondió el guardia, frunciendo el ceño.

- ¿Huyendo...? -repitió el anciano en voz baja.

Llevó la mano a su barba y se quedó pensativo.

¿Será posible que este demonio haya emigrado desde la parte muerta del bosque Luton? Pero si es así... ¿de qué criatura estaba huyendo?

Se rumoraba que en la región muerta del bosque Luton se avistaban lobos demoníacos de vez en cuando. Aquella rareza reforzaba la idea de que el animal provenía de allí.

- Nadie se ha acercado a la parte muerta del bosque, ¿cierto? -preguntó con mirada aguda.

¿La parte muerta? La misma que siempre me han advertido que no intente cruzar... ¿Qué clase de cosas habrá ahí para que el anciano se muestre tan preocupado?

La intriga en el corazón del chico crecía cada vez más, alimentada por el silencio que siempre rodeaba aquel lugar prohibido.

- No, gran anciano. Supuse que albergaba algo aún más peligroso, así que ordené a mis hombres mantener vigilancia cerca de la muralla.

- Has hecho bien, joven Shou. Envía tres dúos de nuestros guerreros más ágiles a investigar. Según su informe, tomaremos una decisión.

- Será como ha ordenado, gran anciano Du. Si me permite, dejaré al lobo demoníaco por la entrada trasera y regresaré a mi puesto.

- Adelante, puedes hacerlo.

El guardia salió, y nuevamente solo quedaron aquellos dos en la tienda.

Moviendo sutilmente la cabeza, el anciano observó al chico, quien mostraba un pequeño brillo en sus ojos.

Estos muchachos hoy en día no temen a nada cuando se trata de vivir momentos emocionantes.

- Si piensas ir a la parte muerta del bosque, desecha ese pensamiento. Primero deberás volverte un cultivador en busca de la inmortalidad si quieres ir allí y ver qué hay más allá. -dijo el anciano con voz calmada.

- Gracias por su enseñanza, maestro, pero, ¿qué es el cultivo? -preguntó el chico mientras dejaba la escoba y se acercaba a la ventana.

- Todos los mortales piensan que solo existen tres cosas en esta vida. Uno son ellos, los mortales, con un tiempo máximo de vida de cien años; luego están los inmortales, quienes pueden cultivar su longevidad y vivir muchos años más; y por último, creen que existen algunos santos inmortales, aquellos que han subido al cielo y viven por toda la eternidad. Imagino que este simple pensamiento es el que tienes aferrado a tu mente, ¿cierto?

- Así es, anciano.

- Entonces deshazte de él, si no lo haces, no te dejará avanzar.

Yang Feng se puso serio ante las palabras del anciano y prestó más atención, logrando que ese pensamiento superficial saliera de su mente para nunca regresar.

- El camino hacia la inmortalidad está compuesto por tres fases. En la mortalidad, aprecias las cosas pequeñas: el movimiento de los árboles, las flores, los peces, el aire fresco, un aroma, una comida, un amor, una tristeza, un enojo, una sonrisa, el vuelo de las aves, el hacer una comida con delicadeza, tu propia existencia y todas las cosas mismas. Solo después de esto puedes empezar a cultivar tu longevidad. En este estado es en el que te encuentras, muchacho; tu mente serena ha llegado a ser capaz de aceptar y apreciar todas las cosas que la vida nos da. Claro, existen algunos que intentan saltarse este paso y comienzan a cultivar la longevidad, pero estos seres nunca llegan muy lejos. Siempre mueren en el camino, y si llegan al final, se dan cuenta de que hay un muro invisible que no pueden cruzar. Ese muro es el mundo rechazándolos. No aceptaron al mundo en su momento, ¿por qué el mundo los aceptaría? Pero bien, continuando... se dice que solo cuando llegas a una comprensión muy alta de la mortalidad y la longevidad logras pasar el umbral y elevarte al cielo, convirtiéndote en un santo inmortal, viviendo en el cielo por toda la eternidad.

La cultivación es natural, proviene del cielo y de la tierra. Por lo tanto, eventualmente deberá regresar a los cielos y a la tierra. Solo al entender su significado podremos elevarnos.

Yang Feng estaba eufórico. Nunca había escuchado tan detalladamente las instrucciones para llegar a ser un santo inmortal. ¡Un santo inmortal! ¿Quién no querría ser uno cuando se adentra en el mundo de la cultivación? Todos querían elevarse al cielo siendo inmortales y vivir por toda la eternidad.

- Aún no te vuelvas eufórico, chico. El camino suena fácil, pero es todo lo contrario. Y para ti, que piensas avanzar sin el respaldo de ciudades o sectas que te provean recursos y protección, será aún más difícil.

- Planeo entrar en ellas solo si es necesario en el camino. Pero maestro, ¿qué tipo de recursos?

- Así como los mortales usan monedas, los inmortales usan Cristales Luz de Luna. Con ellos puedes ingresar a ciudades, participar en subastas, cultivar, e incluso reponer la esencia que consumes de tu mar de qi. Sin ellos, estarás expuesto.

Yang Feng no mostró miedo. Ese tipo de dificultades ya los había considerado.

- Cuando consigas formar tu mar de qi, habrás dado el primer paso hacia la inmortalidad. Entrarás al rango uno espiritual inferior. No serás más que un mortal con algo más de resistencia. Ese rango se divide en cuatro fases: inferior, medio, superior y pico. Al principio, tendrás la fuerza de una persona común. En el medio, de tres. En el superior, tu cuerpo empezará a transformarse, y en el pico alcanzarás la fuerza de seis personas y una resistencia ósea notable. Solo ahí podrás intentar avanzar al siguiente rango.

- ¿Rango dos?

El anciano asintió con seriedad.

- Es el punto de inflexión. Muchos inmortales pasan toda su vida ahí. Tu fuerza se triplica nuevamente, pero avanzar dentro del rango se vuelve lento y agotador. Llegar a su pico requiere décadas, y muchos ya están viejos cuando lo logran... si es que lo hacen.

- Entonces... ¿qué ocurre si uno logra superarlo?

El anciano continuó, su mirada grave.

- Avanzas al rango tres espiritual. En el rango tres espiritual, ya puedes almacenar objetos dentro de tu mar de qi, hasta cinco al mismo tiempo. Espadas, prendas, incluso píldoras. También aprendes los movimientos de la sombra: puedes desaparecer y aparecer dentro de zonas oscuras en un radio de dos Li. En este rango, los cultivadores alcanzan un nivel de poder tal que pueden llegar a ser responsables de un pueblo. Aquellos que se encuentran en este rango son respetados y temidos.

Yang Feng asintió, asimilando la información, mientras el anciano lo observaba con un leve asentimiento.

- ¿Entonces, el inmortal encargado del pueblo está en este rango?

El anciano sonrió levemente.

- Así es. Él se encuentra en el rango tres, es el ser más poderosos dentro de este pueblo. Muchos de los inmortales que alcanzan ese nivel adquieren influencia considerable, capaces de mantener la paz en un lugar entero.

Yang Feng asintió, tomando nota mentalmente de la importancia de ese rango.

- El rango cuatro es aún más respetado. Tu qi puede impregnar armas, dándoles filo y dureza extraordinaria. Se dice que en ese punto puedes cortar huesos como si fueran mantequilla. Hay un dicho afuera: "Si su espada brilla y la mía no, ya estoy muerto."

Yang Feng sonrió ligeramente, emocionado.

- En el rango cinco, puedes envolver tu cuerpo entero en qi, volviéndote un arma viviente. Pero lo más impactante: puedes volar. Algunos incluso tienen la fuerza para partir montañas.

- ¿¡Volar!? -exclamó, sorprendido, con un destello de entusiasmo en los ojos. Se quedó esperando, expectante-. ¿Y después del rango cinco...?

El anciano entrecerró los ojos, pero justo entonces guardó silencio. Su mirada se desvió hacia la entrada.

Una figura cruzó la puerta.

El anciano se levantó y, saludando con educación, lo recibió.

- ¿A qué debo el honor de que el gran señor inmortal visite esta humilde tienda?

¿Gran señor inmortal?

Sin vacilar, el chico se postró en el suelo; tenía bien grabadas en la piel las enseñanzas de los mortales:

Si ves a un inmortal, póstrate y di:

— Larga vida al gran inmortal.

- Superior Long Du, no debes ser tan modesto con tu amigo. -dijo el recién llegado mientras tomaba del brazo al anciano y lo colocaba en posición normal-. Disculpa por molestarte solo cuando ocupo tus enseñanzas o algo en particular.

- El pequeño Zhenlin Ye no debe preocuparse por esas cosas. Pero dime, ¿qué puedo hacer por ti esta vez?

- Hoy vine a ver a este chico, superior Long Du.

Yang Feng levantó rápidamente la vista para observar la imponente figura del inmortal frente a él.

- ¿A mí? -dijo confundido, mientras aquellos dos lo miraban.

Continuará.