La oficina de Verónica Blake estaba llena de libros, manuscritos y documentos que reflejaban no solo su amor por la literatura, sino también su éxito como dueña de una editorial muy popular.
No negaría que había tomado la fama de su esposo para adelantarse dentro de su profesión, quedando algunos manuscritos que se inspiraban en las hazañas de su esposo mezclado con la mitología nórdica, pero también tenía que tener en cuenta que había puesto mucho esfuerzo en todo lo que había construido.
Estaba orgullosa de haber logrado ser una gran escritora.
Sus estanterías estaban adornadas con obras de autores reconocidos y emergentes, todos ellos una parte de su editorial, altamente reconocida al nivel mundial.
También tenía un pequeño departamento para crear cómics inspirados en los múltiples libros que había publicado.
Cada gran éxito decoraba sus estanterías, alegrándole el día con cada momento tras abrir aquella puerta que la esperaba con un montón de trabajo que realizar.
Sin embargo, hoy día, la atmósfera era diferente, era muy diferente desde el mes pasado, cuando su esposo había abandonado toda su carrera a causa de la situación que involucraba a vought con un incidente extremadamente atroz.
Ella estuvo de acuerdo con su decisión, Aunque esperaba que su esposo buscara la manera de ponerse al día con cualquier otra cosa, o posiblemente se frustraría en su inactividad.
La luz del sol se filtraba a través de las ventanas, iluminando el lugar con un brillo cálido, pero Verónica no podía concentrarse en su trabajo, no cuando no sabía los pensamientos de su esposo.
De hecho, ella no podía dormir de vez en cuando por las noches, todo a causa de que quería que su esposo dejara todo lo relacionado con vought de lado. Todo por el bien de la familia que hayan construido juntos.
Su mente estaba ocupada con pensamientos sobre su esposo, Donald, conocido como Thor, el héroe más querido del mundo ahora retirado de la industria. Él había cambiado drásticamente en los últimos días, y su renuncia a Vought había lanzado una sombra sobre su vida.
Mientras hojeaba unas notas sobre un nuevo manuscrito, su asistente, Clara, entró en la oficina con un aire de nerviosismo palpable.
Aquella situación había llamado la atención de Verónica, confundida por la actuación de su asistente.
—Verónica, hay alguien importante que desea verte —anunció Clara, su voz temblando un poco.
¿Alguien deseaba verla? ¿Acaso era Donald?
Verónica levantó la vista, sorprendiéndose de la urgencia en el tono de su asistente. Su corazón comenzó a latir más rápido, sus pensamientos empezaron se descontrolaron y pensó que probablemente había pasado algo. la visita podría estar relacionada con Donald, Y si eso era cierto entonces podría representar problemas.
Sin embargo, un ligero malestar la invadió. Había una ansiedad en el aire que le decía que no era un buen augurio.
Independiente de lo que sea lo que está hubiese pasando, no sería bueno para ella o para su familia. Ella lo presentía dentro de lo más profundo de su ser.
—Está bien, déjalo entrar —dijo Verónica, forzándose a mantener la calma.
La puerta se abrió lentamente, y al instante, la expresión de Verónica se transformó de curiosidad a incredulidad.
"¿Qué demonios hace aquí?", Verónica pensó con incredulidad, su pánico casi apoderándose de su cuerpo.
Frente a ella estaba su padre, alguien al que esperaba jamás volver a ver durante el resto de su vida.
Edgar Stan, un hombre imperturbable, figura poderosa en la industria de los superhéroes y CEO de Vought.
Literalmente era el director mismo de la cuna de los superhéroes, responsable de todas las cosas que los Súper humanos hacían bajo su contrato.
Aquel encuentro no era el que ella esperaba, no era lo que tenía en mente ni en sus más locos sueños.
Verónica sintió que su corazón se hundía en su pecho mientras observaba a su padre, una figura que había deseado mantener alejada de su vida.
Aquel hombre era alguien al que odiaba con todas sus fuerzas por las cosas que le había hecho durante toda su vida.
Especial expresión de incredulidad de su hija, aquel hombre parecían perturbable por del posible ataque psicológico que su hija probablemente estaba pasando en este momento.
Edgar, con una sonrisa serena, se acercó a uno de los asientos, como si la tensión del momento no le afectara en absoluto.
La espalda de Verónica se volvió rígida, mientras el sudor frío empezaba a recorrer cuello. Tus labios se mantuvieron rectos, completamente entumecidos.
Sus ojos clavados en la figura ya que el señor que literalmente se acomodaba, mientras su sonrisa es diferente se mostraba con completa hipocresía.
Detrás de él, su guardaespaldas, el héroe Nocturno, se mantenía en la puerta, inmóvil como una estatua, pero con una agudeza que desafiaba cualquier relajación.
Verónica apretó los documentos en su mano, sintiendo cómo su fuerza sobrehumana amenazaba con romper el papel. Recordó las historias que había escuchado sobre su padre, las experiencias que se había obligado a experimentar a causa de sus ambiciones. el hombre que había tenido un papel fundamental en la creación de los héroes definitivos para la empresa y que había hecho todo lo posible por mantener el control sobre la misma durante décadas. La rabia y el miedo se entrelazaron en su pecho.
—¿Qué haces aquí, papá? —preguntó Verónica, intentando mantener la voz firme, aunque su tono se filtró con desdén.
No se atrevía a levantarse del asiento y sacarlo de su oficina por el cuello. No mientras nocturno, el arma definitiva de la empresa, se mantuvieran a la vigía.
El agravio es su voz fue completamente ignorado por Edgard, imperturbable ante el tono de voz de su hija.
—Verónica, hace años que no nos vemos —respondió Edgar, ignorando la tensión en su voz. Su mirada se movió a la barriga de su hija—. Felicidades por el embarazo. ¿Cómo está el pequeño dylan? ¿Ya va al colegio?
Verónica se obligó a calmarse, se obligó a calmar las alarmas dentro de su corazón. Ella jamás permitiría que sus hijos terminaran en las manos de este hombre.
—Eso no te incumbe. Por favor, sal de mi oficina y de mi vida. No quiero que te acerques a mis hijos ni a mi familia nunca más.
Edgar suspiró, como si las palabras de su hija no tuvieran peso.
Admitiría que le decepcionaba la actitud de su hija, pero no era lo suficientemente sentimental como para y las palabras hiriente de Verónica le afectarán en lo más mínimo.
Verónica, su hija, había esperado algún día que ella fuera su sucesora. Lastimosamente no fue el caso.
Verónica Blake nació en un entorno marcado por la ambición desmedida y la manipulación.
Un deseo de grandeza por parte de su padre al momento de ingresar a las filas de una de las empresas más poderosas del mundo.
Su padre, Edgar Stan, un ejecutivo de Vought, había luchado durante años contra la infertilidad, una esperanza de encontrar un heredero digno.
Con la presión personal de perpetuar el legado familiar en un mundo donde los superhéroes sería la nueva maravilla mundial, Edgar y su esposa decidieron someterse a un experimento clandestino proporcionado por los altos mandos de vought para concebir a su hija.
Así fue como Verónica llegó a este mundo, ya destinada a ser un producto de una empresa que había hecho de la creación de héroes su negocio.
Desde pequeña, Verónica mostró habilidades extraordinarias, sorprendiendo no solo a Edgar, sino también a los ejecutivos.
Era más fuerte y más resistente que otros super niños. Sin embargo, en lugar de ser celebrada, su vida se convirtió en un campo de pruebas. Vought se interesó en sus capacidades y, bajo la excusa de una "educación especial", Edgar decidió enviarla a un programa diseñado para desarrollar y controlar sus poderes. Permitiéndole mediante el uso del compuesto V potenciar sus habilidades e ingresarla al programa especial que se estaba desarrollando en aquel entonces.
Verónica fue llevada a un complejo altamente seguro donde, junto a otros niños, se convirtió en un sujeto de experimentación.
La vida en el complejo fue dura. Las instalaciones eran frías y deshumanizantes, y las condiciones de vida se asemejaban a un campo de concentración.
Fue como vivir en el infierno, una tortura en vida propia.
Cada día, los niños eran sometidos a pruebas físicas y psicológicas extremas. Los entrenadores, sin piedad, llevaban a Verónica y a sus compañeros al límite. Los gritos de los otros niños resonaban en los pasillos, y Verónica se sentía impotente, atrapada en un ciclo de abuso y desesperación, donde probablemente encontrarías la muerte si no lograbas adaptarte a las pruebas que atentaban contra tu vida.
Verónica era muy consciente de lo que sucedía a su alrededor. A menudo, trataba de animar a los demás, compartiendo historias y sueños de libertad que nunca llegaron a cumplirse en aquél entonces.
Sin embargo, su propia resistencia se vio severamente puesta a prueba. Cada vez que fallaba en cumplir las expectativas de los entrenadores, era castigada.
Eventualmente su psique había decaído tanto que simplemente empezó a ser moldeada para los Caprichos de la empresa.
Con el paso del tiempo, Edgar, impulsado por la ambición de Vought y la presión de los altos mandos, tomó la difícil decisión de incluir a Verónica en el Proyecto Definitivo.
Este proyecto tenía como objetivo crear a los "héroes definitivos", una nueva generación de superhumanos que reemplazarían a Payback, un grupo de héroes cuya popularidad había decaído después de la finalización de la guerra fría.
Verónica fue seleccionada para ser una de las pruebas más avanzadas, y su entrenamiento se volvió aún más intenso.
Los niños eran sometidos a la administración de compuestos V, una sustancia que potenciaba sus habilidades, pero que también les infligía dolor, sufrimiento y problemas psicológicos.
Las pruebas eran crueles y muchas veces fatales, en el que terminaba con la vida de los niños por sobredosis, locura o muerte cerebral