—¿Qué coño hacen aquí, todos ustedes? —preguntó Donald, frunciendo el ceño, ni siquiera tenía una idea de lo que podía estar buscando Butcher, pues él nunca había hecho ningún tipo de negocios con ellos. A pesar de la fama del Carnicero, Donald nunca había tenido un encuentro directo con él, no le interesaba hacer negocios con psicópatas. Hasta ahora.
Butcher no respondió de inmediato. Simplemente sonrió con desdén y, sin esperar permiso, entró en la casa, ignorando por completo la presencia imponente de Donald quién parecía doblar su tamaño.
Era como si la enorme estatura del héroe y su aura intimidante no fueran más que obstáculos triviales para el hombre. Y definitivamente era muy valiente cuando se trataba de luchar contra héroes.
Sus compañeros lo siguieron de cerca, casi tropezando entre ellos mientras cruzaban el umbral de la casa de Donald. La diferencia de su aparente líder, ellos sí se sentían algo cohibidos al momento de observar la mirada enfurecida de Donald.
—No te he invitado a entrar —espetó Donald, su tono grave y cargado de advertencia.
La falta de respeto de este hombre era desconcertante. ¿Cómo había sobrevivido a una muerte horrible por parte de los superhéroes a los que tanto chantajeaba?
Sabía que Butcher era peligroso, pero no estaba de humor para tolerar tonterías, y mucho menos de este tipo.
Butcher por su parte, no se inmutó. Caminó con la confianza de quien sabe que tiene una ventaja. Se acomodó en el sofá de la sala, encendiendo la televisión como si fuera su propio hogar.
Todo lo que hacía, tenía un propósito claro. Sacarte los nervios a Donald, hacerlo estallar de ira de alguna manera o forma.
Me sentía contento al descubrir una vez más la doble cara de los héroes, especialmente de uno de los más limpios y supuestamente incorruptibles dentro de la industria.
En la pantalla, un presentador hablaba sobre la repentina y sorprendente renuncia de Thor, el héroe que había dejado de lado su manto en el momento en que más lo necesitaban.
Lo que hizo que Butcher se sintiera más contento, escuchando y observando como la gente empezaba a despreciar a su héroe más preciado, porque ya no estaría bajo los caprichos de sus estúpidos y perezosos traseros.
Cómo la gente empezaba a dejarlo de lado, O al menos la manera en Cómo vought había financiado a los medios de comunicación para presionar a Thor de todas las maneras posibles, incluso si tenían que difamarlo y pintar una imagen desfavorable para Thor.
La noticia mostraba imágenes de fanáticos llorando, de la gente hablando sobre su desilusión, comunidades enteras de fans haciendo huelgas para que Thor vuelva.
—Te extrañan, ¿sabes? —comentó Butcher con sarcasmo, sin apartar la vista de la pantalla—. Pareces haber dejado un vacío en los corazones de muchos, en los traseros de otros. Por cierto, acabo de ver como tu colegiala de luz abaca de salir de aquí. ¿Te lo hizo bien? ¿Que se siente frotar un trasero más joven?
Donald apretó los dientes, sintiendo la ira crecer dentro de él.
Este tipo hacía todo lo posible usar lo peor de él, y por la manera en cómo le sonreía de manera descarada ante sus insinuaciones y vulgaridades, era más que obvio que disfrutaba metiéndose en la piel de los demás.
Con un simple gesto de su mano, una corriente de energía electromagnética recorrió la sala, apagando el televisor de inmediato. La pantalla se volvió negra, y Butcher giró la cabeza hacia él, sonriendo como si acabara de confirmar algo que ya sabía.
—No vine aquí a charlar, donny trueno—dijo Butcher, recostándose en el sofá—. Vine porque sé lo que pasó con el alcalde de Baltimore, Pero algo me dice que tú sabes más que yo.
La expresión de Donald apenas fue contenida, su ceja se levantaron, luchando por querer rozar su cuero cabelludo. Este tipo, sabía demasiado.
Donald sintió que su estómago se hundía. A pesar de su compostura exterior, la mención del alcalde lo inquietó. ¿Cómo diablos sabía Butcher sobre eso?
¿Cómo esta información se filtró?
¿Acaso victoria tuvo que ver?
Nadie fuera de Vought debería conocer esa información, pero tal parecía que la peor persona posible se había apoderado de una fuente que podría comprometerlo a él y a todo vought.
Donald se enderezó, cruzándose de brazos. Mantuvo su expresión firme, sin revelar demasiado, pero no pudo evitar mostrar un atisbo de sorpresa, expresión que Butcher aprovechó.
—No sé de qué estás hablando —respondió, con la esperanza de poner fin a la conversación antes de que comenzara realmente.
Butcher se inclinó hacia adelante, su sonrisa más amplia que nunca.
—No me subestimes, grandullón. Sé más de lo que crees. Sé que tu amiguito, tú novio favorito Homelander está detrás de ese asesinato, como el de tantos más, y tú sin enterarte como el estúpido boy scout que eres. Pero está vez, Sé que lo sabes, y sé que no hiciste nada al respecto.
Donald apretó los puños. ¿Cómo se había enterado de esa información? ¿Acaso alguien dentro de Vought había hablado?
No, probablemente sería silenciado si siquiera intentara algo así.
¿O había sido Homelander? No, él no sería tan descuidado, John es demasiado inteligente a pesar de no parecerlo últimamente.
Butcher estaba jugando con fuego, y Donald no estaba dispuesto a dejar que aquel hombre lo chantajeara independientemente de su complicidad.
—Lárgate de mi casa —ordenó Donald, su voz grave cargada de autoridad.
Pero Butcher no se movió. En cambio, sacó una pequeña grabadora de su chaqueta y la encendió. El sonido de la grabación llenó la habitación:
[ —Donald, juro por Dios que...—
—¡NO TE ATREVAS A MENTIRME! ¡No soy un estúpido Para que te burles de mí, en mi propia cara.—
— yo... —
—¡confiesa maldita sea! Solo... Solo dime la verdad.
—sí... yo fui el responsable. Yo fui el que derribó ese avión.]
La voz de Donald acusando a Homelander de haber asesinado al alcalde, seguida de la fría respuesta de Homelander admitiendo su culpabilidad, fue una sorpresa para Donald en todo esto.
Donald sintió cómo la furia se acumulaba en su interior, las chispas revolotearon entre su cabello rubio. Butcher lo miraba con esa maldita sonrisa de autosuficiencia.
Sin embargo, el resto de los chicos, especialmente huggie, no parecía calmado en lo mas mínimo. La carga eléctrica en el interior era abundante, tanto que sus cabellos se erizaron, y esto siempre representaba problemas.
—Así que ya ves, Thor, gran poderoso sin mencionar que cómplice, dios del trueno, —dijo Butcher mientras apagaba la grabadora—, tienes dos opciones. Puedes ayudarme a llevar a Vought ante la justicia y exponer toda su basura al mundo, ya sabes, como tanto te gusta presumir de limpiar la industria de corruptos y criminales disfrazados, o puedo hacer que esa grabación llegue a los oídos correctos. Familiares, conocidos, universidades, el congreso, la maldita china si es necesario. ¿Qué prefieres?
Ante la amenaza de butcher, el silencio fue lo único que parecía ser escuchado.
La tensión en la sala era palpable. Los compañeros de Butcher se mantenían alerta, listos para reaccionar ante cualquier movimiento de Donald. Pero ninguno de ellos estaba preparado para lo que sucedió después.
En un abrir y cerrar de ojos, Donald extendió su mano y tomó a Butcher del cuello, levantándolo en el aire como si no pesara nada.
Mientras que para Donald fue una simple acción amenazante, para los demás fue como un borrón absoluto, en el que una fuerza tiránica había sujetado como prensa hidráulica al jefe desquiciado de su grupo.
La sorpresa se pintó en el rostro del Carnicero mientras luchaba por respirar, pero Donald no le dio oportunidad de hablar, no cuando ya estaba harto del modo súper Andy de estos idiotas.
—Escúchame bien —dijo Donald, su voz grave resonando por toda la sala, cargada de una amenaza extremadamente palpable—. No me importa esa grabación. Podría destruirte y a todo tu grupo en un segundo si quisiera, Pero supongo que me conoces lo suficiente como para saber que no lo voy a hacer. Aunque con tu actitud, muy probablemente me harás cambiar de opinión. Por lo que a mí respecta, tu supuesta evidencia podría ser considerada una muy buena manipulación de audio. Lo suficientemente bueno como para ser considerado una obra de arte generada por la inteligencia artificial. Pero te daré la opción de salir por esta puerta y jamás volver a tratar de chantajearme, créeme que es un terrible error intentar joder conmigo. Si te atreves a joderme o a mi familia, te haré sufrir como nunca has imaginado. ¿Entiendes?
Butcher, asfixiado, apenas pudo asentir. No se suponía que las cosas debían terminar así, pero también había concebido aquella mínima posibilidad, Y aunque no le gustara esta amarga conclusión, estaba dentro de los parámetros aceptados. Por lo que todo iba segun el plan.
Los demás intentaron moverse, pero antes de que pudieran hacer nada, Donald emitió una descarga eléctrica que apagó todos los dispositivos que llevaban consigo. Sin más, levantó a todos en el aire usando su control sobre los campos electromagnéticos y los arrojó sin esfuerzo fuera de su casa tras abrir la puerta telequinéticamente.
El sonido de los cuerpos golpeando el suelo resonó en el jardín delantero. Los compañeros de Butcher se retorcieron de dolor, pero el líder, aunque lastimado, se levantó con dificultad, tosiendo su cuello mientras recobraba el aliento. Su mirada aún estaba llena de esa imperturbable determinación que lo caracterizaba, incluso después de haber sido lanzado con la fuerza de lo más cercano a un dios en este mundo.
Donald permaneció en la puerta, su figura gigantesca se recortaba contra la luz interior de la casa, proyectando una sombra imponente sobre los que habían osado irrumpir en su hogar.
Estos malditos desquiciados intentaron chantajearlo, esperando que cantara como un pollo, como si tuviesen el control de el.
La atmósfera era densa, cargada de tensión y amenaza. Las luces parpadeaban por la clara fuerza del héroe, haciendo hincapié en que los haria arrepentirse si no salían de aquí Pronto.
—Podrás ser un dios con mallas, Thor —dijo Butcher, su voz rasposa por la presión que había sufrido en su garganta—, pero no puedes detener lo que va a pasar. Vought caerá, y cuando lo haga, tú caerás con ellos si no haces lo correcto. Pero muy probablemente ellos buscarán la manera de silenciarte, y arrastrar a tu hijo a esta asquerosa industria. Después de todo, el niño también tiene superpoderes ¿no? Y créeme, no siempre serás tan rápido para detenerme.
Donald lo miró, su rostro aún duro, pero en lo profundo de sus ojos había algo más que simple enojo. Era una mezcla de resentimiento, frustración y, sobre todo, la comprensión de que, en algún nivel, Butcher tenía razón.
Sabía que todo esto era una bomba de tiempo. Sabía que Vought estaba podrido desde adentro incluso si sabía muy poco. Pero también sabía que enfrentarse a esa corporación era como enfrentar a un monstruo con demasiadas cabezas, un sistema que controlaba no solo a los héroes, sino también las empresas, la política, los medios, la comunidad religiosa, científica y, en esencia, al mismo mundo.
—No te necesito para eso, yo me encargaré de mis propios asuntos—respondió Donald, con una frialdad que apenas ocultaba su conflicto interior—. Si quiero destruir Vought, lo haré por mis propios medios. No necesito por el momento, especialmente de alguien como tú.
Butcher rió entre dientes, aunque le costó mantener la compostura. Aún sentía el dolor punzante en sus costillas, pero el desafío en sus ojos no se había apagado.
—Entonces hazlo —dijo, dando un paso hacia adelante—. Hazlo, te atrevo a hacerlo como debiste haber hecho desde el principio, antes de que todo se vaya al carajo. Pero no lo harás, ¿verdad? Porque, al final del día, sigues siendo uno de ellos.
Donald sintió el impacto de esas palabras como un golpe directo al pecho, fue un insulto a sus principios, que de por sí había dejado de lado para encubrir a homelander.
Durante años, había creído que su trabajo con los Siete era para el bien mayor, que todos sus esfuerzos estaban haciendo un cambio significativo en este mundo, y así lo era. Pero había cerrado los ojos ante las cosas que estaban pasando por debajo de la alfombra de la empresa, ignorando el hecho de posibles situaciones siniestras del que ni siquiera estaba al tanto.
Pero el asesinato del alcalde de Baltimore, descubrir la participación directa de Homelander, había sacudido su percepción de su entorno, de sus conocidos, y ahora, con Butcher en su puerta, esa realidad lo confrontaba de nuevo.
—No soy uno de ellos —respondió, pero su voz tenía la misma convicción que alguna vez había perdido.
Butcher lo miró, inclinando la cabeza, con una mueca de satisfacción en los labios.
—Eso está por verse —dijo antes de girarse hacia su equipo, haciéndoles un gesto para que se retiraran—. Esto no ha terminado, Thor. Ni para ti, ni para Vought. Y cuando las cosas se pongan peor, vendré por ti. Tenlo por seguro.
Donald lo observó alejarse, Los compañeros de Butcher seguían cojeando y quejándose mientras lo seguían, claramente conscientes de la fuerza que habían enfrentado, pero también convencidos de que su líder tenía una misión más grande que cualquier obstáculo físico.
Butcher no era un hombre que se echara atrás, y aunque Donald lo había sacado de su casa, sabía que esa no sería la última vez que lo vería.
Solo tenían que asegurarse de sobrevivir ante las palizas de este gigante.
El silencio volvió a caer sobre la propiedad, pero no era el mismo de antes. Ahora estaba impregnado de una nueva inquietud, una duda que Donald no podía apartar de su mente.
Cerró la puerta con un suspiro pesado, volviendo al salón. Miró el televisor apagado y, por un instante, deseó que las cosas fueran tan simples como volver a encenderlo y distraerse con la programación diaria. Pero su vida ya no era tan sencilla.
Thor, el héroe, se había ido. Donald Blake, el hombre, era todo lo que quedaba. Un profesor, un entrenador fitness, un esposo y un padre. Proveedor de una gran familia. Era alguien que había permitido que un asesino caminara libre simplemente para proteger su propia seguridad, sus sentimientos internos y había pagado con la destrucción de su carrera.
O podría ser algo más. Podría ser alguien en busca de la redención, alguien que trataría de buscar alguna forma de ayudar a su amigo, hacer su ultimo acto heroico.
Esa noche, mientras las sombras se alargaban y la ciudad se preparaba para dormir, Donald supo que el tiempo de mantenerse al margen estaba llegando a su fin.
Ya no podia permanecer inactivo. Debía hacer lo posible para llevar justicia a este inconveniente. Por qué al final, sabía muy en el fondo que vought vendría por el.
pronto tendría que tomar una decisión definitiva, una que podría cambiarlo todo. Por un futuro para los super humanos.
Donald se quedó inmóvil en su sala por un largo tiempo, mirando la puerta por la que Butcher y su grupo se habían ido. La tranquilidad que tanto anhelaba después de renunciar a Vought y a los Siete se sentía ahora más lejana que nunca.
Los pensamientos giraban en su mente como un torbellino incontrolable.
Aunque había dejado atrás su vida como héroe, sus lazos con Homelander y la corrupción de Vought lo perseguirían, sería cómplice, responsable.
Se acercó al teléfono que estaba sobre la mesa de centro y lo levantó, su pulgar deslizándose por la pantalla mientras repasaba los contactos. El nombre de su esposa apareció en la pantalla, y por un instante, pensó en llamarla. Pero ¿qué podría decirle? No quería involucrarla más de lo necesario, y sabía que, a pesar de todo, mantenerla a salvo era su prioridad. Pero ella debía de saberlo.
Pero Donald dejó el teléfono en su lugar y se dirigió al estudio, una amplia habitación llena de libros de ciencia, diagramas y modelos relacionados con su investigación sobre fuerzas electromagnéticas. Su mente se sumergió en su trabajo, buscando algo de claridad entre las complejidades de las ecuaciones y las teorías que había estado desarrollando. Pero no importaba cuánto intentara concentrarse, su mente volvía una y otra vez a lo que Butcher le había dicho.
El nombre de Victoria Neuman resonó en su cabeza, como un recordatorio de que había cosas más grandes moviéndose en las sombras, cosas de las que no tenía control.
Neuman, su ex colega y ahora figura clave en la política anti-super, había estado radicalizando a la sociedad en contra de los héroes, creando tensiones que podrían llevar a un conflicto civil.
Y aunque Donald había fundado la comunidad de "justicia soberana" con las mejores intenciones, Neuman estaba usando esa plataforma para sus propios fines en su arranque de celos contra él.
Sabía que si no hacía algo pronto, el caos que Butcher y los suyos representaban sería solo el comienzo.
Donald miró por la ventana del estudio, observando las luces de la ciudad a lo lejos. "¿Cómo llegamos aquí?", pensó. Todo lo que había construido, todo lo que había creído sobre ser un héroe, se estaba desmoronando a su alrededor y sabía que en parte tenia la culpa de eso. Pero sabía que no podía seguir huyendo. No podía seguir ignorando la verdad.
Se levantó de la silla con decisión y caminó hacia una estantería en el fondo de la habitación.
Al cabo de unos minutos, su decisión estaba tomada. Sabía que no podía hacerlo solo, pero también sabía que no podía involucrar absolutamente a nadie por el bien de su familia.
El teléfono sonó de repente, sacándolo de sus pensamientos. Miró la pantalla: era su esposa.
—Donald, ¿estás bien? —la voz de ella sonaba preocupada al otro lado de la línea— no pareces que estés bien el día de hoy.
Él suspiró, sintiendo la pesadez de todo lo que llevaba encima. No quería mentirle, pero tampoco podía decirle la verdad hasta cierto punto.
—Estoy bien —respondió con voz calma—. Tube algunas visitas Y estaba... pensando en algunas cosas.
—¿Sobre Vought? —preguntó ella, sabiendo que su esposo había estado lidiando con la situación desde su renuncia.
Donald se detuvo por un momento, dudando. Pero luego asintió, aunque ella no podía verlo, en cualquier caso, ella debía saber en lo que estaba a punto de meterse.
—Sí, sobre Vought y... otras cosas.
—Sabes que no tienes que hacer esto solo, ¿verdad? —dijo ella con suavidad—. Estoy aquí para lo que necesites. Los niños. Los niños estarán seguros, podría llevarlos de campamento junto con toda la familia. — Donald sabía lo que eso significaba, ella estaba al tanto de lo que su esposo estaba apunto de hacer, siempre lo supuso en algún momento.
Él sonrió, agradecido por su apoyo, ella siempre sabía cómo responder, Cómo hacer las cosas. Cómo ayudarlo a enfrentar la situaciones.
—Lo sé —respondió—. Y lo agradezco. hay cosas que... bueno, que necesito resolver por mi cuenta, y si llega el momento, me gustaría que los niños y el resto de la familia tomen unas vacaciones en Noruega.
Hubo un silencio al otro lado de la línea, pero finalmente su esposa asintió, aceptando su respuesta. Donald había tomado su decisión y ella no podría persuadirlo de ninguna forma.
—yo... Entiendo. Solo prométeme que estarás a salvo.
—Lo prometo —dijo, aunque no estaba seguro de poder cumplir esa promesa. Estába por luchar contra el sistema mismo, el estatus Quo.
Cuando colgó el teléfono, Donald miró la computadora donde se encontraba la evidencia de todo lo relacionado con los ultimos momentos del Alcalde Baltimore.
La hora de tomar una decisión había llegado, y estaba dispuesto a llegar hasta las ultimas consecuencias.