Tardó en llegar en menos tiempo del que esperaba, sin embargo, no pasó mucho antes de que descubriera que algo no estaba bien allí. La Estación Espacial N- 38 se encontraba casi intacta, solo una pequeña pared del nivel 3 se encontraba destruido, el resto parecía seguir en buen estado. Sin embargo, las luces de la estación parecían titilar, no todas, pero si un buen par se encontraban parpadeando y otras aun desde la distancia podían verse completamente oscuras. Aquel detalle llamó la atención de Zero-One, quien entornando sus cejas no pudo hacer otra cosa que no fuese decir en voz baja:
- Interesante
Apretando el boton del comunicador en el teclado azul del computador de su nave, llamó en voz alta:
- Estación Espacial N-38 aquí la agente Zero-One ¿Me copia? - del otro lado solo se oía una molesta estática que podría haber dañado sus oídos de haber tenido algún auricular puesto. Algo no estaba bien en ese lugar. Presionando el botón del comunicador una vez más, volvió a repetir- Estación Espacial N-38, aquí la agente Zero-One, ¿Puede recibirme?
Viendo que la estática continuaba, Zero-One se recostó en el asiento de su nave mientras sentía como la oscura cabina con dos o tres pantallas de color azul y naranja en donde ella se encontraba se iba convirtiendo en algo amenazador que la hacía sentir sola y aislada de cualquier forma de vida en la lejanía del universo.
Cerrando sus ojos, decidió usar su capacidad de sentir la Energía Divina de los habitantes, solo para recibir una hedionda y aterradora presencia que la obligó a cortar toda conexión cuanto antes.
Nunca, en todas sus aventuras y misiones a lo largo de la Galaxia, había sentido tal fuerza, y en secreto deseó no tener que volver a sentirla. Era una Energía sucia, oscura y devastadora que no solo amenazaba con contaminarla por dentro sino también con deformarla convirtiendo su alma y su esencia en algo similar a lo que sentía. Fuese lo que fuese que estaba dentro de esa Estación Espacial no solo era peligroso sino catastrófico.
Consciente del peligro al que estaba por enfrentar si se dirigía al interior de aquella Estación Espacial, Zero- One meditó con una seriedad que ella misma desconocía tener lo que debía hacer a continuación.
Sí, podía volar la estación espacial desde afuera y destruir la amenaza sin tener que confrontarla directamente, pero a la Alianza Interplanetaria le gustaría mucho tener motivos solidos para poder aceptar esa perdida, tanto en vidas como en material, que no fueran solamente: "Yo sentí una presencia demoniaca allí dentro, créanme"
También podía llamar refuerzos bajo la excusa de que genuinamente sintió una fuerza poderosa que podría aniquilarla con la mirada, pero... ¿Sí ella, la mejor guerrera del universo no podía vencer en solitario a esa amenaza? entonces ¿Qué le hacía pensar que los otros Zero de menor rango y nivel tendrían una oportunidad aun trabajando en equipo? Los Zero no solo eran lo mejor de lo mejor sino la última esperanza en la galaxia. Si Zero-One, la más poderosa y de mayor rango en la unidad, no podía hacerle frente a esa cosa entonces nadie más podría, aun si fuesen un ejército numeroso.
Lo viera por donde lo viera, debía adentrarse a esa estación espacial y confrontar lo que demonios hubiese allí dentro, le gustase o no estaba sola en esto y no podía esperar ayuda de nadie.
Programando el control automático, Zero-One se dirigió al interior de aquel enorme cementerio con forma de Estación Espacial dispuesta a enfrentar lo que se encontrase allí dentro, y por el bien de la galaxia esperaba que pudiese salir victoriosa de esa aventura.