Tras salir de la zona de embarque, Zero-One continuó camino hasta donde se encontraba la sala principal de la Estación Espacial N-38. En teoría no quedaba muy lejos de donde ella se encontraba. Mientras caminaba por un oscuro pasillo cuyas luces no funcionaban, no pudo evitar sentirse observada por algo o alguien. Sin embargo, el corredor se encontraba vacío y no parecía haber nadie a su alrededor. Acercándose a la puerta de entrada a la Sala Principal, revisó el comando manual de la puerta que se encontraba al lado. En teoría dicho comando debía de funcionar aun si no había electricidad en la Nave o en la Estación Espacial en este caso. Tecleando los códigos de autorización de la Estación, Zero- One descubrió, para su asombro, que dichos códigos estaban inutilizados o directamente eran inválidos, lo cual solo confirmaba sus sospechas de que no deseaban que algo se escapara de aquel lugar. Personalmente quería respetar dicha decisión, pero por desgracia aun no tenía nada que pudiese comprobar sus temores salvo una jodida corazonada y sus poderes perceptivos que no eran prueba suficiente de nada.
Con todo el dolor de su corazón, Zero-One cerró con fuerza su puño y de un solo golpe destrozó el control manual, obligando a la puerta que sí o sí se abriera debido a un sistema de seguridad que permitía dicho desbloqueo en casos de emergencia.
Cuando la puerta se abrió, Zero- One pudo echar un vistazo a la sala principal y quedó horrorizada al ver lo que había en su interior.
La palabra masacre se quedaba corta para poder describir lo que sus ojos veían, incluso la palabra carnicería era insuficiente para catalogar aquel horror que se encontraba allí. Los cuerpos, si es que a esos restos de carne molida se le podían llamar cuerpos, se encontraban esparcidos por todos lados, en las paredes, en las computadoras, en el suelo y en el techo. Una especie de letra inentendible estaba escrita en la pared, cerca de donde se encontraba la ventana que daba al espacio. Parecía una especie de advertencia, pero no estaba segura del todo, de lo que Zero-One si estaba segura era que nunca, en todos sus años como protectora de la Alianza, había visto algo de semejante morbosidad y crueldad. Aun el Imperio Kantiano en su sádica forma de pensar era más humano que la macabra monstruosidad que contemplaban sus ojos en ese momento. Era como si un destello de energía negativa hubiese estallado en medio de la sala principal con todos aun dentro.
"Y quizás eso fue lo que ocurrió " Pensó Zero- One mientras caminaba con cautela y cierto asco por aquella sala. Por fortuna las luces si funcionaban en aquel lugar y podría ver en los archivos de la Estación que carajos había pasado, si es que no vomitaba antes debido a la espantosa masa de carne que se encontraba esparcida por el teclado de la computadora. Acercándose con recelo al computador, Zero- One aspiró con fuerzas y tocó el botón de encendido del ordenador del lugar. La masa de carne que estaba al lado de aquel botón se sentía pesada y pegajosa a la vez, tuvo que hacer un gran esfuerzo para no vomitar con su casco aun puesto.
Pudiendo encender la máquina, una imagen apareció delante de ella junto a un letrero que preguntaba si quería usar el teclado holográfico.
- ¡Oh por dios sí! - exclamó Zero- One al leer esa opción. Colocando su dedo en la imagen de aceptar, un teclado de color azul apareció delante de ella junto con una pantalla holográfica que poseía la imagen de una chica linda en bikini. Al menos no era la imagen de una familia o de alguno de los miembros de la tripulación, Zero- One nunca se sintió tan aliviada por las hormonas masculinas como en ese momento
Colocando sus dedos en el teclado holográfico, Zero-One buscó la bitácora de vuelo de aquel lugar, encontrándose con los primeros archivos de la Estación Espacial N-38, sin perder tiempo dio acceso al archivo más reciente para descubrir que carajos había pasado en ese lugar y a qué demonios se estaba enfrentando.