Lin Shanshan y su hermana sonrieron, explicando:
—Esta apuesta de piedra nos la dieron gratis. Mi cuñado entiende el juego y ganó estos artículos apostando con un dueño de tienda.
—¿Gratis? —An Taiyan estaba aún más asombrado, sabiendo que la piedra podría valer decenas de millones una vez procesada.
—¿Estás diciendo que ese chico Long también puede leer apuestas de piedra? —Los ojos de An Taiyan se desviaron hacia el coche, su curiosidad por Long Fei creciendo.
Pobre Long Fei, yaciendo solo dentro del coche. La puerta del coche estaba completamente abierta, con sus piernas extendiéndose afuera. Su estructura era demasiado grande, y dormir en el asiento trasero era muy incómodo.
Lin Shanshan asintió con una sonrisa, ahora acostumbrada a llamarlo 'cuñado', y Lin Yingying también se había acostumbrado, sin importarle en absoluto.
An Xiaoke miró con los ojos muy abiertos:
—Shanshan, ¿por qué le llamas cuñado? —Lin Shanshan sonrió y miró a su hermana.