Para atravesar el cuerpo de Tang Ru lo más rápido posible.
Las manos del discípulo repentinamente se estiraron, atacando a la máxima velocidad.
Tres pies al alcance...
Dos pies justo delante de los ojos...
Un pie, ¡una distancia trivial!
—¡Estás muerto! —exclamó el discípulo de Puerta Golondrina con gran alegría.
¡Crac!
Sin embargo, en el siguiente momento, la sonrisa en su rostro se congeló, y el Qi de Espada se detuvo abruptamente, al entrar en contacto con un objeto indestructible. Al clavarse el Qi de Espada, emergió un brillo transparente y colorido, parecido a una burbuja, pero tan duro como el acero.
—Originalmente, tenía la intención de perdonar sus vidas, pero quién hubiera pensado... —dijo Tang Ru, de espaldas a ellos,—¡están empeñados en buscar su propia muerte!
—¡Tú! —El discípulo estaba atónito.
Él miraba fijamente la espada en su mano, como si no existiera, murmurando para sí mismo,—¿Qué... qué está pasando?
¡Whoosh!