Mientras servían la comida, Alexi se encontró prestando demasiada atención a Hera, queriendo instintivamente atender sus preferencias como siempre había hecho. Sin embargo, Hera lo detuvo de inmediato, afirmando su independencia. —Señor Ford, soy perfectamente capaz de servirme por mí misma. Le agradecería que mantuviera su distancia para evitar cualquier malentendido o rumor —afirmó con firmeza.
A medida que la conversación fluía y el ambiente se aligeraba, los demás en la mesa se sumergieron en temas más agradables, gracias a la hábil gestión de la situación por parte de Alexi. Este cambio permitió a todos participar en una discusión animada y disfrutar de la compañía mutua. Con la tensión disipada, convertir a Hera y Athena en blanco de todos quedó en el pasado.