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Jin Mo ya había llegado al restaurante. Se sentó en una mesa en un rincón y apoyó una mano sobre la mesa. Sus dedos eran muy blancos.
Xing Shu siempre había sabido que Jin Mo tenía un aire de elegancia sobre él. Durante sus años de universidad, había muchos admiradores que expresaban su amor por Jin Mo a diario. Sin embargo, Jin Mo siempre los rechazaba gentilmente. Emitía una vibra diferente a la de Cheng Lang. Cheng Lang irradia un sentido de distancia; era un deseo desenfrenado acercarse a él. Jin Mo, por otro lado, daba una vibra de chico de al lado, buen huevo, que es suave y accesible. Pero en realidad, era como el agua que fluye que se escapa entre los dedos de uno: incapaz de atrapar o aguantar.
Xing Shu se acercó. —Senior, lo siento por llamarte a salir en el último minuto. ¿Arruiné tus planes? —dijo.