Shen Hanyu sentía que toda la situación era absurda.
Cerró sus ojos y respiró hondo.
Cuando abrió los ojos de nuevo, solo había en ellos frío y solitaria oscuridad, sin ninguna emoción extra.
Miró a Sang Qianqian y dijo con calma, —He oído que el paisaje en la playa de Yuecheng es muy bueno. Sang Qianqian, ¿por qué no me acompañas a dar un paseo?
Parecía ser una pregunta, pero no había margen para la discusión.
Sang Qianqian no sabía qué estaba tramando Shen Hanyu, pero en aquel momento, su inusual calma la hacía sentir un poco inquieta.
Wen Xu protegía a Sang Qianqian. —Hermana, no vayas con él. Aquí no estamos en Ciudad Ming. No puede llevarte a la fuerza.
Guo Muyang suspiró y trató de sonar lo más suave posible. —Señorita Sang, no se preocupe. Hanyu nunca la lastimará. Puede acompañar a Hanyu a dar un paseo y aclarar cualquier malentendido.
En los últimos cinco años, solo Guo Muyang sabía cómo había estado viviendo Shen Hanyu debido a la muerte de Sang Qianqian.
