Shen Hanyu no dijo nada. En cambio, simplemente miró fijamente a Wen Xu. Sus ojos eran como un oscuro y vacío páramo, pero en su interior, parecía haber un fuego invisible ardiendo. Wen Xu se sorprendió.
—Shen Hanyu, ¿por qué me miras así? —Wen Xu se sentía incómodo bajo su mirada.
—Te estoy haciendo una pregunta. ¿Me escuchaste? ¿Por qué estás buscando a alguien para desenterrar la tumba de mi hermana? —dijo Wen Xu, visiblemente alterado.
—Para hacer una autopsia —dijo Shen Hanyu con calma.
Wen Xu sintió como si lo hubieran golpeado con un rayo. Tambaleó y casi se cayó.
—Mi hermana ya no está entre nosotros. Además, ella no tiene ningún familiar directo en Ciudad Ming. ¿Cómo planeas hacer una autopsia? —dijo incrédulo.
—Tengo mis métodos —respondió Shen Hanyu indiferente.