Cuando el coche llegó a la empresa, Shen Hanyu fue a la oficina de Zhen Yiping.
Zhen Yiping estaba susurrando algo a su secretario cuando vio entrar a Shen Hanyu. Hizo un gesto con la mano y pidió a su secretario que se retirara.
—Ven, siéntate.
Zhen Yiping señaló la silla, indicando que Shen Hanyu se sentara. —Sobre el contrato, han dejado clara su postura —dijo—. Me llamaron anoche, así que el seguimiento debería ser muy fluido.
Shen Hanyu asintió. —Mientras todo vaya bien.
Zhen Yiping miró a Shen Hanyu con una expresión indescriptible. Era como si estuviera suspirando y elogiándolo al mismo tiempo. —A veces, haces cosas que están más allá de mis expectativas.
Pensaba que Shen Hanyu era sólo una persona tranquila, pero cuando ocurría un incidente, siempre podía usar medios extremos. Era peligroso, pero siempre lograba resultados inesperados.