La única esperanza de Corey en ese momento acababa de desaparecer ante los ojos de Samantha...
Si Corey finalmente la dejaba, realmente no podía imaginar si sería capaz de vivir consigo misma.
Se encogió inconscientemente y se abrazó a sí misma. Su cabeza estaba apoyada en sus rodillas y sus hombros temblaban levemente.
—¿Por qué siempre estás herida cada vez que te veo?
La cálida voz de un hombre resonó sobre la cabeza de Samantha. Inicialmente pensó que estaba alucinando, pero de inmediato quedó estupefacta por un momento.
Su mirada caída captó un vistazo de un par de zapatos frente a ella, y sus pupilas negras se contrajeron de repente al levantar la cabeza.
El sol brillaba excepcionalmente ese día y el hombre estaba parado de espaldas a la luz. Su rostro estaba un poco borroso por el cálido resplandor amarillo que irradiaba de él.
Samantha estaba un poco aturdida. Temía parpadear o incluso hablar porque temía que todo lo que tenía delante no fuera real.