—Había un mosquito en la cara de Qiao Nan. ¡Por eso, Qiao Nan merecía una paliza!
La consejera femenina tiró de las comisuras de sus labios que se habían tornado rígidos. —Bluf, sigue mintiendo. ¿Eres amiga de la Profesora Xiao Qiao, querías ayudarla a matar un mosquito y hasta te llevaste las cosas de la Profesora Xiao Qiao sin decírselo? Entonces, ¿así es como se trata a un amigo hoy en día? Qiu Chenxi, ya no eres una niña. Aunque no seas considerada una verdadera soldado, también eres una adulta, ¿verdad? Tomar algo sin pedirlo es parecido a robar. ¿No lo sabías?
—La expresión de Qiu Chenxi se congeló. —Consejera, ¿de qué está hablando? No entiendo. —Era imposible. Ella había quemado ese libro hasta reducirlo a cenizas. Además, cuando Qian Yanyan hizo eso, le aseguró que nadie la había visto. La consejera no podía saberlo de ninguna manera.