Se dirigió al centro de la sala y se sentó en la silla designada a los testigos.
—Su alteza, bese el libro —Él besó el libro—. Su alteza, ¿fue usted quien ayudó a la Dama Isabella a recolectar las muestras de sopa de la cámara del señor? —preguntó Mathews y Casio asintió.
—Al día siguiente del incidente, cuando yo me dirigía al palacio, la Dama Isabella vino a verme. Estaba llorando desconsoladamente, pidiendo justicia, así que envié a un ayudante de confianza con ella para recolectar las muestras de la comida de la noche anterior para su tranquilidad de que nada estaba mezclado en eso. Pero más tarde ella me dijo que la muestra sí tenía pequeñas partículas de veneno —respondió él con confianza y una firme instancia y Sir Mathew nos dio una sonrisa complacida.
¡Oh, cielos! Mis ojos brillaron y también los de Damien. Intercambiamos miradas mientras una gran sonrisa se formaba en nuestros labios.
