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—Entonces, ¿esta herida en la mano la obtuviste por su amor y hospitalidad? —dijo con tono burlón, podía ver que estaba enfadado.
—Me disculpo por lo sucedido hermano, pero nunca pensé que pasaría, creí que tomaríamos un carruaje local y volveríamos. No, no me estoy quitando la responsabilidad de mis acciones. Soy culpable y me siento mal por todos, pero no puedo ir al pasado y cambiarlo. ¿Puedo? —pregunté con voz cansada y él miró hacia otro lado sin responder.
—Vamos a llegar al palacio hermano. ¿Vas a seguir enojado con tu hermanita? —pregunté de manera un tanto lastimera y él suspiró.
—Si alguna vez se repitiera, Marianne, me aseguraría de encerrarte en casa por el resto de tu vida. —añadió mientras saltaba del caballo.
Casio saltó y se puso frente a mí.
—No uses tu mano para bajar. Salta, yo te sostendré. —dijo, abriendo sus brazos y Jamie, que caminaba hacia el carruaje, se detuvo. Se giró y su mirada se fijó en mí.