—¡Qué buen plan, debo decir! —dijo con una risa burlona, pero sus ojos se habían vuelto fríos hace tiempo. Todo el cuidado y la hermandad que nos mostraban se perdieron y solo quedó la duda, dejándonos perplejos.
—El hombre que había venido con él para protegernos nos miraba y movió la cara y todos nos cubrieron.
—Mira, hay un malentendido. No intentamos capturarte, ni siquiera sabíamos de ti antes de conocerte y fuiste tú quien nos encontró, no al revés —dijo Casio y yo asentí.
—¡Ja! Así que no sabías sobre nosotros, sin embargo, le pediste a la chica que hiciera un pacto de sangre contigo. ¿Y cómo diablos llegaste a saber eso, por intuición o magia? —se burló y luego entró y cerró la puerta.
—La cabaña no era grande para empezar y al entrar los 5 hombres se volvió aún más abarrotada.