—Todos necesitamos frutas y agua, niños, vamos. No tenemos tiempo que perder en vuestro romance ya que ya habéis desperdiciado suficiente de nuestra carne anoche —dijo un hombre corpulento mientras otro lo codeaba. Él gruñó al primer hombre.
—¿Qué? Hemos perdido la carne para una semana. Ahora o pasamos hambre o tenemos que volver mañana a cazar. Esto nos haría vivir en el bosque cuatro días continuos —gritó el primer hombre corpulento otra vez.
—Oye, ¿estás olvidando que hoy también es mi ritual de matrimonio? Quiero regresar al pueblo lo antes posible —dijo otro hombre, a quien recuerdo que era el esposo de Shui.
—¿Alguna vez has visto el estado de tu novia? Olvídate del matrimonio por una semana. Solo ve a cuidar de ella, luchó tan valientemente por ti —bromeó otro hombre y todos rieron.
Eran completamente diferentes al hombre serio y callado que eran ayer.