Intenté sentir todo lo que él me hacía pero todo se sentía tan bien que no pude evitar simplemente reaccionar instintivamente a él, a sus besos, a su tacto. Me estaba perdiendo a mis instintos y deseos básicos.
Él besó mi cuello, lo lamió y chupó, y yo mordí mis labios para detener los gemidos que venían con el placer que me estaba dando. Mi mano fue hacia su cabeza y mis dedos se enredaron entre su cabello.
Al escuchar mis intentos de no gemir, movió su boca desde mi nuca de vuelta a mis labios, mi camisa ahora yacía suelta alrededor de mis pechos donde terminaban los bordes del vestido. Se detuvo por un momento, como si tuviera una batalla interna dentro de sí mismo.
—Casius —pronuncié su nombre y él miró mi rostro.
—Yo... —quería decir algo, podía ver su lucha interna. Al final cerró los ojos y me tomó en sus brazos. Podía ver que sus ojos estaban en los hombres tendidos alrededor. Aunque estaban inconscientes todavía estábamos en la cueva abierta entre hombres.