—Me duele.
...
Él sacudió un poco la fuerza en su mano, y yo observaba en silencio lo que hacía. Su habilidad para envolver la mano herida con un pañuelo era sorprendentemente buena. Fruncí los labios sin darme cuenta y hablé.
—Lo haces bien.
—...Estoy acostumbrado.
Respondió con una voz contenida. En ese momento, debió haber tocado accidentalmente el lado incorrecto, y fui superada por una enorme cantidad de dolor. Expulsé un gemido agudo sin darme cuenta de que estaba herida.
—¡Ah uh!
—Ah...
Se sorprendió notablemente cuando escuchó mi gemido. Mordí mis labios hasta el punto de casi hacerlos sangrar para lidiar con el dolor. Se disculpó rápidamente.
—Lo siento.
—...Está bien.
De hecho, no estaba nada bien, pero no tenía deseos de decir la verdad. Era una vergüenza parecer así frente a él. Apenas soporté el dolor y lo observé atar la herida con una mano temblorosa.
—Está hecho.