Por toda mi vida, esta o la anterior, nunca... nunca necesité robar, y aquí me encontraba atrapada como una ladrona. Y eso también en mi propio palacio, bueno, por ahora todavía era mío.
Su voz era como la de un diablo surgido del infierno, y no importaba cuánto lo intentara, no podía dejar de pensar que él sabía que yo vendría.
—Me engañó, diciendo que iba a dar un paseo.
Finalmente abrí los ojos y me giré hacia él fulminándolo con la mirada,
—Así que me engañaste, no ibas a dar un paseo desde el principio —le espeté,— cómo pudo hacerme esto.
Él levantó una ceja ante mi pregunta, —en serio, como en serio. Ahora resulta que la culpable soy yo cuando tú eres la que anda aquí sigilosamente buscando archivos, ¿qué pretendes hacer Marianne? —me preguntó con una voz de incredulidad, pero pude sentir la ira oculta que intentaba reprimir.
—Solo vine a recuperar los informes de Killian —mentí y él se rió, una risa fría sin emociones.