Sus ojos se abrieron, me miró y asintió,
—Así es, me disculpo por mi error. Aunque hay algunos castigos que son parte de nuestra política de educación del palacio, muchos no lo son, como que nunca infligimos dolor físico a menos que el error sea grave.
Gracias por señalarlo, investigaré el asunto en detalle y me ocuparé de ello —su voz era tranquila y profesional de nuevo, como si no fuera él quien hubiera perdido la temperamento y maldecido hace un minuto.
—No, no estoy aquí por eso, quiero el derecho sobre su educación y bienestar —pedí y él hizo una pausa mientras me miraba profundamente, como si intentara escudriñar mi alma, ¿aún pensaba que lo hacía para controlar a Killian y tomar el ducado? Si es así, entonces él no merecía mi perdón.
—Mari, pensé que me dejarías a Killian y a mí en unos meses —dijo en voz tan profunda que sentí que una daga me atravesaba el corazón, ¡me había llamado Mari! Además, con tanta ternura.