—Su alteza, por favor, sálveme —rogó de nuevo, solo entonces me di cuenta de que nos habíamos estado mirando a los ojos por un rato. Sus ojos tenían tantas emociones que por un momento me sentí perdida.
—Estás segura aquí, Dama Isabela —dijo él—. Tuve que contener una risa cuando la expresión de Isabela se volvió rígida.
¡Sus ropas estaban rasgadas y había sido golpeada, sin embargo, Casio dijo que estaba segura con tanta confianza, cuál sería la definición de seguridad en su vocabulario!
—Su alteza, su alteza me ha abofeteado, varias veces, incluso estaba intentando estrangularme, se había vuelto loca, ya no está en sus cabales —dijo entre sollozos—, tengo que decirlo, era un plan perfecto.