—Madre, ¿estás segura de que padre no te dijo nada anoche? —me preguntó por enésima vez desde la mañana.
—No, Killian, y esta es la última vez que respondo a esta pregunta —añadí, y él frunció los labios, tomó mi mano y me llevó hacia el salón de banquetes.
—Entonces, ¿cómo sucedió esto? —preguntó señalando hacia la puerta de entrada y vi una grieta en la madera y marcas rojas que las criadas estaban limpiando.
—No lo sé —añadí con incertidumbre esta vez, él mordió sus labios pero asintió. Estaba seguro de que debía pensar que intentaba ocultarle algo, pero no tenía respuesta para ello.
—Killian, ¿por qué no te preparas? Tenemos que ir al pueblo cercano. Tu abuela ya debe haber salido de casa, estaba muy emocionada por pasar el día contigo.
Asintió y se fue cuando me moví y toqué la puerta, mi cabeza empezó a doler de nuevo.
—Su alteza, ¿está bien? —preguntaron Penny y Daisy juntas, y yo asentí.
—¿Le gustaría tomar algo de té antes de ir? —me preguntó Penny y yo asentí.