—No creo que sea necesario, su alteza. La gente está aquí para disfrutar de su día. No queríamos ser la razón para arruinarlo —dijo Isabela intentando casi arrastrar a su madre, quien la miraba con el ceño fruncido—. Aún no había captado la indirecta, ¡qué tonta!
—Muy bien, entonces vayan y únanse a su familia, Monique Adelia —dijo él asintiendo y yo levanté una ceja—. ¿Acaso pensaban que podían empezar el drama y terminarlo cuando quisieran y yo simplemente me quedaría allí parada como una tonta?
—Espera un minuto, ¿les di permiso para irse? —dije y todo el mundo se detuvo en seco.
—Madre —Killian intentó detenerme, pero levanté mi mano—, no había dado permiso a nadie para pisotearme.