—Quiero que tú, padre y yo almorcemos juntos, como ayer —añadió y mis manos se apretaron—. ¿Cómo le diría que muchas cosas habían cambiado desde ayer?
—Por favor madre, ya lo habías prometido —dijo y mis ojos cayeron sobre los informes en mi mano y suspiré.
—Está bien, vamos —añadí y su rostro floreció como una flor brillante.
—Vamos entonces, vayamos a la cámara de padre. Nos está esperando —dijo y mis pasos se detuvieron.
—¿Te pidió que me invitaras? —pregunté, intentando sonar lo más calmada posible.
—No, yo quería tener una cena en familia, así que se lo pedí y él dejó la decisión en tus manos —dijo, deja que tu madre decida— respondió suavemente pero yo sonreí con desdén.
Debió haber sabido que no sería capaz de decir que no, por eso te usó como un peón como siempre me usó a mí.
Justo cuando salíamos de mi cámara vi al príncipe del Imperio de Wunsunstan acercándose hacia nosotros,
