Bai Zhi tenía una sonrisa en su rostro mientras dejaba que el dependiente envolviera la ropa. —No importa el precio, siempre que te gusten —dijo.
Zhao Lan, a pesar de sus preocupaciones monetarias, vio esto como un gesto filial de su hija. Así, permaneció en silencio y observó cuidadosamente al dependiente mientras preparaba la ropa para su hija. —Querida, estos son los atuendos que has elegido. El total es de 2 monedas de plata —informó el dependiente a Bai Zhi.
Sin regatear, Bai Zhi entregó las 2 monedas de plata directamente al dependiente.
Inicialmente, el dependiente había asumido que la ropa que estaban comprando era de baja calidad. Juzgando por la apariencia de la chica, esperaba que ella se sorprendiera por el precio. Sin embargo, su disposición a pagar sin dudar lo tomó por sorpresa, transformando su sonrisa fingida en una genuina.