Después de tomar un sorbo, le pasó el cuenco a Hu Changlin. El calor del líquido alivió la sensación de ardor en su garganta. Sin embargo, en medio del dolor de cabeza punzante, notó que alguien faltaba.
—¿Y Zhi'er? —preguntó Hu Feng.
—Mencionó que iba a la zanja para atrapar sanguijuelas y aún no ha regresado —respondió Zhao Lan.
—¿Cuánto tiempo hace que se fue? —soltó un suspiro Hu Feng.
—Fue allí antes y atrapó algunas, pero dijo que no era suficiente. Me pidió que las secase al sol y salió de nuevo para atrapar más —contestó Zhao Lan.
Surcos marcaban la frente de Hu Feng. Esto no se parecía al método habitual de Bai Zhi. Habiendo pasado mucho tiempo con ella, sabía que no era de las que actuaba sin un plan. ¿Por qué volvería después de atrapar algunos y luego decidiría que no eran suficientes?
Su mente volvió a su reciente viaje a la farmacia, donde descubrieron que faltaban dos cosas: sanguijuelas y pangolines.