Hu Feng estaba a punto de levantarse para buscar a Bai Zhi cuando de repente detectó pasos distantes. Su mirada se desplazó hacia la fuente del sonido, revelando una figura familiar que se acercaba.
Bai Zhi, con un solo zapato puesto, caminaba con gracia por un sendero cubierto de tierra dura y piedras puntiagudas. Sostenía algo en sus manos, con una expresión de profunda concentración.
El instinto de Hu Feng era levantarse y ayudarla, para aliviar la incomodidad que debía estar soportando a cada paso. Sin embargo, en el momento en que lo intentó, la oscuridad envolvió su visión y su cabeza palpitaba como si fuera golpeada por un rayo.
Impotente, se encontró tendido en el suelo, intentando regular su respiración hasta que su visión se aclaró gradualmente.
Para entonces, Bai Zhi había llegado, su rostro grabado con preocupación y un poco de agua restante en sus manos.
—¿Cómo estás? ¿Estás bien? —dijo Su voz temblaba con preocupación mientras ofrecía el poco agua que quedaba.