—Quería ver qué tan descarada era ella —murmuraba para sí mismo.
Savannah se ruborizó de vergüenza, clavando sus uñas en sus palmas.
—Parece que no eres tan sinvergüenza. ¡Si no quieres, lárgate! —Dylan le dio palmaditas en su rostro rojo, mostrando una sonrisa malvada.
Con eso, él se puso de pie, pero antes de que se sentara completamente, Savannah agarró el cuello de su camisa, atrayéndolo hacia ella.
Su acción dio la respuesta.
Dylan estaba más molesto, sus ojos parpadeaban rojos de furia, sentimientos mezclados hirviendo dentro de él.
Para ayudar a una amiga, ella preferiría vender su cuerpo. ¿Pero cómo lo trató a él? Simplemente se aprovechó de él y lo engañó. ¡Su dulzura hacia él era solo pretensión; lo engañó fingiendo cordialidad, y aquel a quien realmente amaba seguía siendo Kevin!
¡Ya no podía contener su indignación al pensarlo!