Savannah descansaba en la sala mientras Dylan disfrutaba de su cena.
Cuando terminó, entró a la sala y encontró a la pequeña mujer acurrucada en el sofá, con sus manos sobre el vientre, su rostro más pálido que antes.
—¿Te duele el estómago? —Se sentó junto a ella, con un tono de preocupación en su voz.
—Estoy bien, de verdad... —Savannah negó con la cabeza—. Tengo el mismo dolor de estómago cada mes durante mi período. No te preocupes, el dolor pasará en un día o dos.
El ceño fruncido en su rostro se acentuaba en un gesto de disgusto.
Por la forma en que se veía, él sabía que ella no podía estar bien.
Ella no se sentía tan mal cada mes cuando estaba con él hace tres años.
Quizás todavía era por la hemorragia masiva que tuvo cuando dio a luz a Kaiden.
Le sirvió un vaso de agua caliente. Después de que ella lo bebiera, la tomó en sus brazos y la colocó en su regazo, ajustándola en una posición cómoda. Luego puso sus manos en su estómago, masajeándola suavemente.
