—¿Está realmente bien?
Su mente estaba en un torbellino con pensamientos extraños, y no podía pensar claramente.
Sabía exactamente lo que él quería escuchar. Intentó calmarse, pero el miedo y la ansiedad secretamente y en silencio le roían el corazón.
Finalmente, mordió su pálido labio y apretó los puños, gritando:
—¡Sal ya! ¡Te creo! ¿Te creo, de acuerdo?
Estas palabras apenas habían salido de ella cuando una figura robusta emergió de la superficie del lago. Dylan sacudió la cabeza para sacudirse el agua y luego nadó rápidamente hacia la orilla. Subió a la orilla y caminó hacia ella.
—¿Finalmente me crees? —Sus ojos brillaban con una sonrisa de triunfo.
Mientras las palabras salían de su boca, ¡un fuerte bofetón aterrizó en su mandíbula!
Cubrió su rostro ardiente, mirando a la pequeña mujer con incredulidad.