—¡Dios mío, se llevó el collar de zafiro de Katrina?
—No, ¡lo robó! —dijo Katrina seriamente sin inmutarse.
—Eso es difícil de creer. ¡No parece ese tipo de persona!
—No por dinero, supongo. Quizá temía que Katrina impresionara al jurado con su collar. Si Katrina no lo hace bien en la segunda ronda, podría tener más posibilidades de ganar el primer lugar en la final.
El silencio reinó en el resto del vestuario excepto por los susurros de las demás competidoras.
Katrina, sujetando el collar, frunció el ceño mirando a Savannah.
El corazón de Savannah se hundió. Antes de que pudiera explicarlo, un empleado se acercó y dijo fríamente:
—Señorita Schultz, encontramos este collar bajo la alfombra en su vestidor. Por favor explique.
—Nunca toqué ese collar. Me han tendido una trampa —dijo Savannah, tratando de calmarse—. ¡Alguien había intentado comprometerla!