Aun sabiendo que era un sueño, Savannah se sorprendió gratamente al ver a su padre, que la había dejado hace mucho tiempo.
Luego se sintió agraviada.
Una melancolía triste y solitaria se apoderó y apretó su corazón. Enterrándose en los brazos de su padre, lloró toda su depresión y ansiedad.
Su padre le acarició la cabeza suavemente y la consoló como cuando era niña —mi pequeña princesa, deja de llorar. Dime si estás infeliz.
Esto pareció provocarla a mayores agravios. Lloraba más amargamente y no podía pronunciar una palabra.
No sabía qué decir. Inconscientemente, no quería hacer a su papá ansioso. Las lágrimas ahogaban sus palabras.
—Papá... ¿Por qué me dejaste? Si tan solo aún estuvieras aquí... Entonces nadie me intimidaría... Eres el último que me abandonaría, ¿verdad? Papá...
Su padre simplemente la tomó cariñosamente en sus brazos y la apaciguó —Savannah, debes ser fuerte. Siempre serás la pequeña princesa más bella en mi corazón, nadie tiene el corazón para abandonarte.