Savannah miró a su buena amiga, que siempre estaba llena de vida y diversión, ahora yacía en silencio en la cama. Las lágrimas se apoderaron de sus ojos. ¡Olivia no hizo nada para merecer sus lesiones, y quien la lastimó había escapado indemne!
Eventualmente, estos sentimientos no pudieron contenerse más; Savannah no pudo evitar sostener suavemente la fría e inconsciente manita de Olivia.
—Olivia, levántate, despierta y dime qué está pasando. ¿Por qué fuiste al bar esa noche? ¿Por qué te caíste por las escaleras? ¿Fuiste allí para encontrarte con Valerie? ¿Valerie lo hizo? ¡Por favor, despierta y no dejes que quien te hirió se salga con la suya!
Olivia yacía en su cama, inmóvil como una estatua petrificada.
Lágrimas corrían por las mejillas de Savannah. Ella se secó las lágrimas con la manga, tomando un profundo respiro. —Olivia, intenta despertar, y yo intentaré encontrar a la persona que te hizo daño.