—De todos modos, recházalo. No quiero que mi mujer sea juzgada por otros hombres. Si disfrutas ser apreciada, no me importa satisfacer tus necesidades en casa.
Él no podía soportar la idea de un grupo de hombres en la exposición de coches lamiéndose los labios al ver a la mujercita.
—¡No cumples tu palabra! ¡Prometiste que no interferirías con mi trabajo! —gruñó Savannah.
—El trabajo adecuado está bien. Pero ese no está permitido.
Savannah apretó los dientes. Según su personalidad, no habría trabajo de modelo "adecuado".
—Si no me dejas hacerlo, le diré a Abby que estaba actuando para ti justo ahora. ¡Si lo sabe, no dejará de molestarme! —rodó los ojos ella, sabiendo que no podía ser dura con él.
Ella es, sin duda, el talón de Aquiles de Dylan.
—¿Me estás amenazando? —entrecerró los ojos él.