Noah se masajeó las sienes tan pronto como terminó la llamada. Esa mujer, Luo, pronto sería su perdición. ¿Se sorprendió de ver cómo se atrevía a gastar su dinero como si no hubiera un mañana?
—¿Por qué siento que es una responsabilidad haberla acogido? —murmuró irritado cuando la mujer aún no había demostrado ser útil ni había hecho algo rentable en su empresa.
—¿Ser mi esposa? ¡Ja! ¡En sus sueños! —siseó, pensando en sus palabras por teléfono, aún con los ojos cerrados.
—¿Quién es? —escuchó que su hermana le preguntaba emocionada. Abrió los ojos para ver a Brione frente a él, emocionada por saber de quién hablaba.
Brione era la única mujer que podía entrar y salir de su oficina sin que su secretaria le informara o le pidiera permiso.
Noah la miró y vio a Brione sonriéndole mientras se acomodaba cómodamente en una de las sillas frente a su mesa.
—Entonces, ¿quién es esa mujer que va a ser tu esposa, Hermano mayor? —preguntó Brione, aún con una sonrisa burlona.
